9 de agosto de 2009

No siempre puedes tener lo que quieres


Parece que fue ayer cuando Penélope, tras haber ahorrado lo suficiente como para comprar una nueva cámara reflex, vio su deseo roto en el suelo como la hucha de un niño. Se había averiado su coche y el coste del arreglo era más de lo esperado por lo que la cámara tendría que esperar.

Lo recuerda con pelos y señales. Dio la casualidad que al llegar al taller y entregar las llaves del coche sonaba un tema muy conocido de los Rolling Stones: You can't always get what you want. "Esperaremos otro mes" - suspiró y esbozó una sonrisa mientras extendía la mano con el llavero entre los dedos.

Desde entonces, John era casi un hermano para Penélope. La buena relación que ya había entre ellos, tanto a nivel personal como profesionalmente, se había intensificado. John pasaba a recoger a Penélope cuando tenía que pasar por el estudio e incluso no tenía que pedirle ayuda para ir a comprar, no hacía falta pedírselo, John se ofrecía en todo momento. Disfrutaban juntos, se complementaban. "Tal vez me estoy enamorando" - pensaba a menudo - "Juanito... no, Juanito es un gran amigo, una grandísima persona, pero no creo que sea amor, eso es una tontería, Juanito es así con todos sus amigos, es feliz".


Con su taza de té se sentó en el alféizar de la ventana, mirando a Little Charles, su coche, recién arreglado. Vuelve a estar delante de su casa, la famosa puerta blanca de la calle Elmont. Salvo su portal, toda la calle estaba decorada con aburridas puertas rojas, todas iguales. El rojo es el color del fuego y el blanco el de las nubes. A Penélope no le llamaba la idea de dormir en el infierno todas las noches, mejor acurrucarse en su rincón del cielo. Es mucho más agradable. "Little Charles, mi gran amigo, ¡por fin en casa! Cuánto te eché de menos, lo sabes, ¿no? necesito hablar contigo, como en los viejos tiempos. ¿Qué hago con Juanito? ¿Me gusta? ¿le digo algo? podría no salir bien... y no quiero perderle como amigo, es tan... necesario. Pero... ¿y si sale bien? podría ser maravilloso. Me confunde ese tema y siempre termino igual que al comienzo, posiblemente deba olvidarme y colgar las botas, como esas del cable de la luz que están encima de ti, Charles".

Esas zapatillas a las que muy poca gente les hacía caso antes de estrenarse Big Fish. En el momento en que te das cuenta de que las zapatillas que impulsan el balanceo de tu cable de la luz cuando hay viento no son las únicas de la ciudad, no dejas de mirar al cielo en su búsqueda. Seguro que significan algo. No puede ser una casualidad que a tanta gente se les caiga un par de zapatillas desde la terraza con tan mala suerte de engancharse en los postes de luz. Esas zapatillas que con la brisa caminan por el cielo sin cansarse. Quizás sea el deseo no cumplido de sus dueños, intentar caminar entre las estrellas.


Esta moda, bajo el punto de vista de Penélope, bastante bonita e interesante, se llama shoefiti. Consiste en atar dos zapatillas de los cordones, tirarlas al aire y que se enganchen en los cables de la luz o teléfono que pueblan las ciudades. Y dentro de cada par de zapatilla, una historia, un logro, una pérdida de alguien querido, unos deseos o unos recuerdos, que solo conocen las zapatillas y aquellos que las colgaron allí.

Dicen que en Estados Unidos, aquellos jóvenes que terminaban el servicio militar o que volvían de una guerra y abandonaban el cuerpo, colgaban las botas. Era el fin de una etapa y el principio de otra y esa era su firma. Otros cuentan que así se señalizan los puntos de venta de drogas. O incluso como señal de que ha habido un enfrentamiento entre bandas bajo ese punto. Hay gente que afirma que se lanzan unas botas al aire en memoria de algún ser querido al que han perdido como diciendo "Ey, ¡que te dejas las zapatillas!". Incluso hay quien las lanza por haber logrado un objetivo muy importante o simplemente por seguir la moda.

Sea cual sea la razón, para Penélope es bonito verlas puesto que la mayoría esconden una historia detrás. Las que estaban encima de Little Charles las colgaron una noche tranquila de otoño. Eran unas converse granates, aunque van perdiendo el color con las tormentas de Londres. Que Penélope recuerde, no había habido ninguna pelea allí ni era un barrio donde se viese venta de drogas. Además, por el barrio no se veían muchas zapatillas colgadas, por lo que descartaba que hubiese sido por ninguna batalla entre bandas. drogas o por seguir la moda. "Quizás sea un deseo de lograr algo difícil o imposible, de querer alcanzar lo inalcanzable. No siempre puedes tener lo que quieres, pero no lo sabes hasta que no lo intentas. Eso es lo que hace a la vida emocionante, la incertidumbre. Por ejemplo, la incertidumbre que me invade cuando pienso en Juanito...".






"¿Que hago, Little Charles?" - piensa Penélope, mientras da un trago al té - "Tonta," - suspiró - "you can't always get what you want. Si al menos supiese lo que quiero...".