20 de mayo de 2012

Cracks del Surf (A3 Nitro)

Cracks del Surf ha sido el primer reality show temático basado en un deporte, en concreto el surf, en el mundo. El surf es una actividad a la que dedico mucho menos tiempo del que debería e infinitamente menos del que me gustaría y esto consiguió que me empapase junto a los protagonistas cada miércoles por la noche viendolo en A3 nitro.

La primera vez que oí hablar de este programa fue el verano pasado a través del twitter del surfista español mejor posicionado internacionalmente Aritz Aranburu. La compañía de cerveza San Miguel era la principal patrocinadora de una escuela de surfistas que iban a ser entrenados por el mismo Aritz e Ibon Amatriaín, otro surfista de excepción especializado en olas grandes.

El objetivo final de los concursantes era afianzar su surf y hacer de trampolín hacia una carrera dedicada a este deporte. En ese momento mis dudas surgieron en torno a los requisitos que deberían cumplir los participantes y a los valores que el programa se proponía mostrar.

En el caso del casting, teniendo en cuenta que los surfistas iban a tener una formación en la academia, ¿se buscaban participantes con conocimientos básicos para convertirlos en buenos surfistas, con conocimientos medios para perfeccionarlos o con altos conocimientos para eliminar todos los errores que les apartaban para ser grandes surfistas?

Con respecto a los valores a mostrar del surf, siendo un deporte tan equilibrado entre compañerismo y rivalidad y entre valentía y prudencia, ¿cuál de ellos van a mostrar para enganchar al público?

Directamente en el casting se encontró el primer pequeño problema, ya que el programa buscaba participantes de ambos sexos y había muy pocas chicas que se presentaron. Es cierto que el número de surfistas chicos es mucho mayor al de chicas y que, pese a estar aumentando muy rápido el número de surfistas chicas, no era fácil encontrar candidatas.

Tras concluir los castings se dio forma al programa compuesto por 7 emisiones que podéis ver íntegramente en este enlace: http://www.antena3.com/videos/Cracks-surf.html

Creo que para realizar una crítica correcta de Cracks del Surf habría que separarlo en dos partes: Concurso y show.


El concurso
El concurso de Cracks del surf ha sido, para mi gusto, la parte más floja del programa.

Como dije antes, no sabía realmente a que tipo de participantes iba orientado y posiblemente debido a la falta de participación femenina en los castings, se consiguió que los participantes tuviesen niveles bastante separados entre sí.

Si lo que se quería valorar era la evolución de los participantes, aquellos con nivel más bajo notarían una mejoría mayor, pero avanzarían hasta un nivel que los concursantes más avanzados ya tenían antes de entrar. Este es el handicap que presentaban Igone y Pilar frente a participantes como Mario que ya había participado en competiciones antes.

Esto me hacía descartar desde el principio a parte de los concursantes para llevarse el triunfo final. Es posible que, por méritos, los concursantes de nivel más bajo obtuviesen mejores puntuaciones por todo lo que habían evolucionado, pero el programa buscaba lanzar una estrella, y a los concursantes de menor nivel todavía les faltaría más aprendizaje para poder serlo. Incluso les vendría grande el mini concurso de Un lugar llamado mundo.

Un gran reto para los tres directores de la academia, Aritz, Ibon y Adur Letamendia, calificar a todos los concursantes con un criterio común y teniendo en mente estas limitaciones.

Creo que se podría haber enfocado el concurso de otra manera. Un premio a la evolución en la academia y un premio a la calidad alcanzada.  

No obstante yo apostaba también por el mismo concursante como ganador, puesto que lo considero un equilibrio entre aprendizaje dentro de la academia y un nivel bastante alto con el que se puede hacer una carrera. 

El show
El gran acierto del programa, el show. Como dije, el segundo de mis miedos era la faceta del surf que se mostraría en el programa. Y para mi sorpresa, se mostraron todos.

En todos las emisiones de Cracks del surf hemos disfrutado viendo que se mostraban la gran mayoría de las características que representan a esta forma de vida.

La primera es exáctamente esa, una forma de vida. Posiblemente todos los deportistas lo dirán de su deporte, pero, como aficionado al surf, puedo decir que es el primero que me ha mostrado la gran verdad que engloba esta frase.

Solamente como una forma de vida se puede entender que la gente se sacrifique y madrugue para meterse en aguas con corrientes y violentas olas, reme hasta el agotamiento, se caiga y retome su tabla y al día siguiente vuelvan a repetir.

Despertarse y ver un mar plano, y en vez de volverse hacia casa, coger el coche y empezar a recorrer, playa por playa hasta encontrar un pico, o una ola, aunque sea pequeña, para intentar aprovechar al máximo cualquier movimiento del mar. Esto lo hemos vivido día a día en Cracks del Surf.

Por otro lado, el compañerismo. Dentro de una competición, los concursantes se ayudaban entre sí, no solamente con juegos conjuntos, sino que se comentaban entre ellos y se animaban. Esto pasa dentro del agua en cualquier playa. Los novatos solemos ser aconsejados y valorados por los surfistas con más experiencias y entre olas se labran amistades que duran varias temporadas.



Muchas veces tachan a los surfistas de locos por intentar surfear olas de varios metros y con mucha violencia. Es cierto que para poder surfear ciertas olas, los surfistas necesitan una gran valentía. Esta característica se ha mostrado a lo largo del programa en playas como por ejemplo Mundaka. Por otro lado, también se ha mostrado el aspecto opuesto, la prudencia. Se aconsejaba a quien no tenía mucha seguridad surfeando a que dejase la tabla por un momento y se dedicase a mirar a sus compañeros más experimentados para fijar conceptos. Todo un acierto por parte de Ibon, que fue quien acompañó a Pilar y a Igone en estos momentos.

El gran atractivo de Cracks del Surf
Como aficionado al surf encuentro este programa tremendamente útil también como "divulgación".

En el programa se han tratado un montón de ejercicios físicos paralelos y de otros deportes complementarios para la mejora de los surfistas. Se aconsejó trabajar diferentes grupos de músculos (enseñando ejercicios concretos para ello), se trabajó la remada cruzando una ría, se realizaron gimkanas, se usaron tablas de paddle board y técnicas de pilates, se trabajó en la piscina y un inacabable etc.

El trabajo del surfista no se acaba en la playa. Un día sin olas puede ser aprovechado igualmente para mejorar y volcarlo después en el mar.

Para la gente que es ajena a este deporte supone una buena forma de conocer el mundo alrededor del surf, familiarizarse con el deporte ye incluso plantearse el surf como una nueva opción en sus planes.

Los problemas de Cracks del Surf
Básicamente, el gran problema de cracks del surf ha sido la hora de emisión. Un miércoles a las 12 y media de la noche no es buena hora para que la gente a la que va dirigido, jóvenes, puedan disfrutarlo en directo. Esta mala zona horaria se ha intentado amortiguar con los capítulos via online en el enlace que comenté anteriormente, pero no es una solución total.

Por otro lado, posiblemente Antena3 lo consideró como un pequeño experimento, por lo que lo llevó a uno de sus tres canales secundarios, el orientado a deportes y acción, Nitro.

Si bien es cierto que los canales secundarios están clasificados según los tipos de programas, al llevarlo a uno de ellos, Antena3 da la impresión de que no le da la suficiente prioridad a este programa frentre a otros y todo esto juega en contra de Cracks del Surf.



Cómo podría haberse visto mejorado Cracks del Surf
Los programas han sido bastante equilibrados en cuanto a distribución de los contenidos. Alguna vez eché de menos un análisis un poco más detallado sobre las puntuaciones, pero el programa tenía que durar una hora por lo que penalizaríamos otras secciones. Quizás hubiese sido más recomendable hacer un programa más largo (hora y media). Esta decisión no correría por parte de Cracks del Surf sino de la emisora. Resumiendo, las mejoras que harían que Cracks del Surf tuviese más éxito serían tres: Cambiar de horario, alargar la duración media hora y emitirlo en  un canal con mayor relevancia (A3 en vez de Nitro). Solución utópica, lo sé, pero por pedir que no quede.

Se destaca el compañerismo y el trabajo en equipo no solo entre los concursantes sino junto con los dos profesores, Ibon y Aritz. Personalmente le hubiese dado una vuelta más de tuerca a esta relación entre profesores y concursantes, permitiendo, por ejemplo, que los participantes valorasen las olas surfeadas por Aritz y sus maniobras.

Los seguimientos de los concursantes que ganaban los concursos semanales me han parecido bastante escasos, aunque la culpa la podemos achacar a la duración del programa como antes.

DonNabón tenía apariciones muy desiguales entre los programas. En algunos destacaba y en otros apenas se le veía, incluso en los resumenes de olas pillados en las playas. Se le podría dar más protagonismo como parte del staff y permitir que puntuase, con menos valor, a 3 concursantes.

¿Y ahora qué?
No cabe ninguna duda que como aficionado al surf me encantaría ver más programas en la televisión del estilo de Cracks del Surf o relacionados con este deporte, por lo que, tras la primera temporada, ojalá haya una segunda. De haberla, me gustaría que estuviese algo mejor definida, teniendo ya la experiencia del primer programa y por supuesto, mayor duración.

Por otro lado, hemos cogido cariño a los concursantes y al staff. Tanto que sería atractivo encontrarnos un día con un pequeño programa de media hora por ejemplo con lo que ha generado Cracks del Surf. Como los surfistas siempre estamos en ruta buscando olas, qué mejor que un road trip de algunos concursantes, o de todos juntos, otro de Ibon y Aritz y otro de DonNabón. Volvemos a lo mismo, por pedir...

Otra idea, en el mismo formato de un miniprograma de Cracks del Surf se podría hacer un seguimiento de los concursantes en algunas competiciones oficiales.

Mientras no tengamos un nuevo programa de surf, nos toca coger nuestra tabla y ponernos en marcha a dar todo lo que podamos. ¿Quién sabe si en el siguiente terminas concursando tú?

17 de mayo de 2012

Perú (Abril 2012) Cuarta Parte

5º Etapa: Máncora-Piura-Lima-Madrid

El hotel en Máncora estaba destinado a gente joven. En el centro había como una plaza rodeada por dos edificios con varias puertas, como una corrala, y tras estas puertas había varias habitaciones de muchas camas. Todas ellas compartían un baño para chicas y otro para chicos por piso y, a su vez, servían como servicios para la barra del bar y el comedor al aire libre que habia en un lateral de la placita.

Detrás del comedor, subiendo un par de peldaños y rodeado de hamacas se situaba la piscina y pasando el muro de madera de detrás de la piscina había cuatro casas con habitaciones dobles.

Estas casas tenían la habitación en el piso superior y en el inferior un baño con ducha. El piso de arriba tenía una pequeña terraza y se veía a escasos 10 metros el mar. Mi primo y yo habíamos reservado una de estas casas dobles.


Nuestro objetivo en Máncora en principio era surfear y con esa mentalidad nos pusimos en marcha a caminar por la playa hasta el centro del pueblo.

Máncora es una ciudad mucho más turística que Lobitos, algo fácil ya que Lobitos aparte del surf no tenía ningún otro atractivo. En esta ciudad se concentraban gran cantidad de bares de copas que inundaban las calles centrales con sus terrazas y con camareros estratégicamente situados cada metro y medio para ofrecerte lo mismo. A veces agobia, pero no me sentía así exactamente. Solo venía una frase a mi cabeza: "¿Es posible que alguien cambie de opinión para beberse un mojito según sea de guapa la camarera que te lo ofrece?".

Echamos un ojo al spot. La ola no tenía comparación con la de Lobitos, apenas se extendía entre 10 y 15 metros, también a izquierdas, con una altura de un metro sin tubo y masificada de surfistas. Nuestras opciones de surfear en Máncora se disiparon al momento y descartamos surfear en Máncora. Al fin y al cabo era el final de nuestro viaje, dos días allí, y podíamos dedicarnos a la fiesta.

De vuelta al hotel agarramos unas nuevas chelas y nos tiramos a la piscina. 

Con la historia que voy a contar puede que me juegue un par de amistades que hicimos allí. Esta anécdota fue tan insólita que me veo obligado a taladrarla en mi blog aunque ocultaré el nombre del protagonista en cuestión y lo haremos pasar por, por ejemplo, Wilson. Por supuesto no hice amistad con Wilson de ninguna de las maneras y de hecho creo que sigo cayéndole mal, si es que todavía me recuerda. 

Ahora que le doy una vuelta, Wilson queda bien, ¿no?. ¿No os acordais de una pelotita de voleyball en una playa desierta? Exacto, estoy siendo "inspirado" por la última película robinsoniana titulada Náufrago.

Volviendo a nuestra piscina, en las hamacas se situaban dos chicas llamadas Laura y Fiorella y dos hamacas más a la izquierda otra chica desconocida tomaba estáticamente el sol. Todo normal hasta que llegó nuestro querido Wilson a entablar una conversación con Laura y Fiorella. Este chico era muy amigo de una de ellas y durante un buen rato Wilson relató con todo lujo de detalles una historia que se podría calificar de emocionante para el narrador y tremendamente aburrida para quien la escuchase.



Tras salir nosotros del agua Wilson buscaba un mechero y Laura aprovechó para indicarle que la chica de la izquierda fumaba y tendría. En este momento de distracción, Laura giró la cabeza y entabló conversación con nosotros y Wilson, viendo que Laura estaba ocupada, siguió charlando con la muchacha.

Al cabo de un rato decidimos los cuatro, Laura, Fiorella, mi primo y yo, irnos a cenar al pueblo y avisaron a Wilson quien coincidió con nuestros deseos: Se quedaba en el hotel.

Cogimos una moto taxi como la de la foto superior, los cuatro aprisionados en la parte posterior y nos fuimos sorteando charcos hacia el centro de la ciudad. Donde nos tomamos unas copas en la playa, unas cervezas en otros locales de la zona, cenamos y nos tomamos un helado.

Aquella noche encontramos un símbolo que nos resultó tremendamente familiar. Juzgad vosotros mismos:


El burger beach de Máncora viene siendo como el Burguer Wing de Sanxenxo, que en paz descanse.

De vuelta al hotel nos pusimos de nuevo los bañadores y nos lanzamos a la piscina. Era de madrugada pero se estaba mucho mejor dentro de la piscina que fuera y desde allí divisamos el primer acto de nuestro espectáculo.

Interrumpió nuestra conversación la llegada de Wilson a la parcela de la piscina intentando controlar sus pasos y agarrando con fuerza la mano de la muchacha con la que conversó bastantes horas atrás, entró a la habitación dejando en su cama una sábana ante la atenta mirada de los dos muchachos de seguridad.

Nos saludó enfadado y se dirigió a negociar con los de seguridad la posibilidad de cambiar de habitación a una para parejas, como la nuestra, pero estaban todas ocupadas. La segunda opción que planteó era que la chica pudiese dormir en su habitación o él en la de la chica, pero sus habitaciones eran compartidas y no podían permitirlo.

Visiblemente enfadado vino a hablar con Laura y Fiorella. Laura intentó calmarle pero era imposible y Wilson respondía con malos modos cuando en un determinado momento me dirigió la palabra diciendo: "¿Qué le has dado de tomar?". No pude contener la risa y, evitando que la cosa fuese a mayores, me levanté y me tiré al agua de la piscina.

Laura se negó a ayudarle pues estaba borracho y fuera de sí y tras un intento mínimo de mi primo por entablar una conversación calmada con Wilson, éste le respondió con: "Contigo no estoy hablando".

Suficientes razones para que los cuatro volviésemos a la piscina y Wilson se entendiese con seguridad. Wilson quiso entonces pagar todos sus gastos e irse del hotel con su muchacha pero ni siquiera eso era posible ya que el bar estaba cerrado y no tenían acceso a sus deudas en la barra. Obviamente el chico de seguridad no le creyó cuando Wilson contó aproximadamente 15 chelas consumidas y consiguió que dejase en el hotel sus cosas hasta el día siguiente como garantía de pago. 

Wilson cogió a su chica y salió por la puerta principal del hotel con un cabreo monumental y nosotros nos quedamos comentando la jugada en la piscina. Se acabó el capítulo Wilson, pensamos.

Por si estais interesados en temas legales, el límite de alcohol espirado con lo que se considera incapaz de conducir asciende a 10 nuevos soles, unos 2 euros y medio.

Poco después decidimos retirarnos a dormir y descansar para la fiesta del día siguiente.

Amanecimos con un sol de justicia que hacía que la arena tuviese la temperatura de las brasas. Nos dirigimos a pasar la mañana en la playa y a saltar las olas orilleras. Al considerarlo suficiente volvimos para comer en el hotel y, como en lobitos, disfrutamos de un par de platazos con aspecto similar a los tallarines saltados del día anterior, que tenían la siguiente pinta:


Volvimos a pasar la tarde en la piscina mientras se preparaba en el hotel la carpa para celebrar la noche de la luna llena. Toda la gente de Máncora estaba invitada a la fiesta y esto nos venía de lujo, ya que al día siguiente teníamos que volver a Lima de alguna forma y estábamos directamente en nuestro hotel.

Comenzó la fiesta con barbacoa y música, se llenó el hotel de gente y escogimos una mesa para mantener nuestras bebidas estables. En ese momento surgieron dos apariciones estelares, Wilson por un lado, con su enamorada bailando con una chela pegada en su mano constantemente. Laura nos comentó que Wilson había zanjado su cuenta del bar del día anterior que calculaba contener unas 15 chelas pero que en realidad ascendían a 32. Tras escuchar este dato le dí imaginariamente mi condecoración a mayor borracho de cerveza conocido capaz de caminar.

La segunda aparición estelar vino en forma de visitante anónimo con la camisa más horrible que uno se puede echar en mente. Posiblemente el chico tuviese dos motivos: destacar y que nadie le copiase. No hace falta jurar que lo consiguió durante toda la noche.

Corrian las horas, la música se animaba y yo, que no suelo bailar, me vi forzado a levantarme y hacer unos pequeños movimientos de cadera marcados pensando que era suficiente, pero no lo fue.

Fiorella se afianzó como mi pareja de baile y Laura como la de mi primo y allí empezamos a tomar lecciones de salsa, reggaeton y diferentes ritmos latinos que la mayoría de las veces me negué a escuchar. Pero estábamos en Perú, eso es lo que tocaba y era el último día.

Nos acostamos aproximadamente a las 5 de la mañana para despertarnos a las 9. Nuestro objetivo ese día consistía en coger una moto, ir a por dinero, volver al hotel, pagar, coger la moto de nuevo a la estación de bus, cuatro horas de autobús a Piura, comer y coger el avión a Lima. Aprovechamos para dejarles de recuerdo a Fiorella y Laura nuestro repelente de mosquito que tantas veces nos lo pidieron. Si vais a Máncora alguna vez, es OBLIGATORIO comprar un repelente.

Aprovechamos el bus para dormir lo que no habíamos dormido la noche anterior y al llegar a Piura cogimos un taxi hacia el aeropuerto para saber a que hora salía nuestro avión.

Mientras comíamos vimos un pickup que se paraba a nuestro lado y para sorpresa nuestra resultó ser el coche que nos había traido hasta Máncora dos dias antes. La familia quería volar a Lima de nuevo a la vez que nosotros y coincidimos "casualmente" en fecha y hora de vuelo.

Englobo entre comillas ese casualmente porque no es dificil coincidir habiendo cuatro vuelos diarios con el mismo destino.


Apenas salimos esa noche por Lima, estábamos tremendamente cansados y mi vuelo a Madrid salía a las 10 de la mañana. Preparé la maleta, recogí todas mis cámaras y similares, no sin antes intercambiar las fotos con mi primo y fuimos a dormir.

Al día siguiente, despertándonos a las 6 de la mañana ya por última vez, llamamos al taxi, nos fuimos al aeropuerto y me despedí de mi primo y gran amigo Manuel. Una aventura sin descanso para enmarcar y con la mejor compañía posible. Muchas gracias por todo.

16 de mayo de 2012

Perú (Abril 2012) Tercera Parte

Sonó el despertador a la hora habitual, seis de la mañana.

Hicimos las maletas y nos bajamos a desayunar mientras llegaba nuestro guía , Willy para acercarnos de nuevo al aeropuerto con destino Lima. Obviamente aprovechamos este desayuno para tomarnos la última infusión de hojas de coca y nos pusimos en marcha al aeropuerto con un sentimiento a mitad de camino entre pena por dejar tantas cosas sin ver y de satisfacción por haber aprendido tanto y sobre todo de tantos en apenas 48 horas.

En este tipo de viajes aprendes en dos sentidos:  arte e historia por un lado y el lado humano por otro, el tipo de vida de la gente y lo que necesitan para sonreir. Os aseguro que en mi semana en Perú vi muchas más sonrisas que en Madrid en un mes.

Aprovechamos para practicar el inglés con una pareja de indios (intuyo, pues no nos especificaron la nacionalidad) aprovechando sus fotos y nuestras fotos, hasta que nos separamos por distintos fingers hasta nuestros aviones correspondientes.

Fase II: Entretenimiento

4º Etapa: Lima-Piura-Talara-Lobitos

En medio de este vuelo cambiamos el chip. Tomamos un taxi nada más aterrizar para pasar rápidamente por casa de mi primo, ponernos una ropa más apropiada a Lima con su calor y humedad y volver a coger otro taxi hacia un restaurante de sushi fusión japonés y peruano. Aquí la carta:



Estais leyendo bien, todo lo que puedas comer por 45 soles, que vienen siendo menos de 12 euros. Por cada tipo que pedias ponían 6 piezas y si dejabas en el plato, pagabas las sobras. Con estas condiciones nos metimos 24 makis y similares por cabeza, pagamos y decidimos ir a comprar recuerdos para bajar la comida. Os tengo que enseñar los platos:


Volvimos a casa para dejar las compras y coger el longboard. Era hora de conocer el malecón patinando. No teníamos mucho tiempo para visitar Lima por lo que aprovechamos nuestra cercanía al malecón y mi primo me enseñó el paseo por el que suele patinar, las playas donde surfea que están adornadas con un restaurante llamado La Rosa Náutica y su impresionante puesta de sol.


Cenamos un par de bocadillos en un bar que se llama La Lucha y nos fuimos a casa pronto, porque, como suponeis, nuestro vuelo a Pirua partía a las 7 de la mañana, de nuevo.

Esta vez teníamos todo preparado y pusimos bien los despertadores por lo que no tuvimos ningún problema en llegar al aeropuerto a tiempo de coger nuestro vuelo con dirección a las playas. 

Piura tiene un aeropuerto con una sola terminal, sin fingers y edificada en una sola altura. Las escaleras de desembarco se ajustan de forma manual, es decir que son cuatro operarios los que mueven a pulso el armatoste hasta encajarlo en las puertas del avión y, tras descender por ellas, llegas a una sala con dos puertas, la que comunica con la entrada al aeropuerto y la de salida al aparcamiento.

No obstante, Piura es una ciudad bastante grande e importante, consta de universidad y está habitada por 422.000 peruanos, casi dos veces y media el número de habitantes de Castellón (180.000). Las comparaciones las dejo en manos de los lectores y que saquen sus propias conclusiones.

Una vez en el taxi, nos acercamos a la compañía de autobuses con dirección a Talara. La duración del trayecto era aproximadamente de dos horas y media y aprovechamos para echarnos una siestecita y admirar los diferentes tipos de vegetación por las ventanas. Al principio todo lleno de arrozales, que poco a poco iban desapareciendo entre palmeras y terminaban en pequeñas colinas de arena similares a un desierto. Al fondo se dejaba ver de vez en cuando el Pacífico.

Bajamos del autobus y cogimos una moto taxi que nos acercó a la parte de la ciudad desde donde salian las furgonetas privadas para Lobitos. Y allí esperamos, en ese andén improvisado que no era más que un poco de arena pegada a un muro de cemento. 


Esperamos aproximadamente una hora al sol esquivando mosquitos del tamaño de un pulgar hasta que al final entramos en la furgoneta que nos ofrecía llevarnos a Lobitos. Por supuesto, el viaje comenzaba cuando la furgoneta se llenaba de gente para que fuese rentable por lo que esperamos un poco más.

Atravesamos la última parte de Talara mudos de la impresión; era una de las zonas más pobres de la ciudad y con seguridad la más pobre que haya visto en directo nunca. Lo mínimo necesario para vivir era todo un lujo en aquella zona que poco a poco íbamos dejando atrás y adentrándonos en un pequeño desierto de arena y pozos de petroleo entre los que estaban una central de Endesa. 

Desconozco el tiempo que tardamos en volver a encontrarnos con alguna casa, esta vez ya en Lobitos.

Lobitos es una ciudad pequeña que anteriormente pertenecía al ejército. Toma el nombre de los lobos de mar que son muy comunes en aquella zona y antiguamente tenía gran importancia y estaba mucho más cuidada que ahora. 

Al ser una ciudad militar, estaba dotada de edificios de viviendas, facilidades y servicios necesarios en una ciudad autoabastecida, incluyendo cine y otros tipos de entretenimiento. Pero cuando el gobierno peruano tomó la decisión de trasladar a los militares a otro lugar, abandonó, literalmente todos los edificios de la zona, permitiendo a cualquier persona habitarlos y, por un precio bajo, reformarlos y vivir allí.

Esta fue la idea de varias personas cercanas al surf, como es el caso de Unai, un vasco que posee a pie de playa unas habitaciones fabricadas con bambú y con vistas al mar desde cualquier parte del las mismas.

Y es que Lobitos se caracteriza por tener una de las mejores izquierdas del mundo, larga, con tubo y rompiendo gradualmente a lo largo de decenas de metros:


Por si fueran pocas las razones por las que alguien aficionado al surf no puede dejar de visitar Lobitos en el caso de pisar Perú, la ola no está masificada en absoluto, siendo 15 personas el máximo que contamos dentro del mar al mismo tiempo.

Salimos del hotel en busca de algún sitio donde alquilasen tablas. Detras de los albergües/hoteles y el surf camp, hay casas bajas de un par de habitaciones por vivenda, las calles no están asfaltadas en su mayoría, y las que lo están apenas se ve puesto que están tapadas por arena capas de arena y arcilla plagadas de baches de la falta de mantenimiento.

En la esquina opuesta a nuestro hotel está la ONG Waves for development. Esta ONG recauda dinero alquilando tablas de surf para ayudar en la reconstrucción de edificios en Lobitos y otras necesidades básicas. Allí alquilamos dos tablas grandes (7'2" y 6'10") y nos bajamos de nuevo al hotel para comer.

La comida del hotel es espectacular. Hay dos características en estos sitios que hace la comida inigualable que son los ingredientes muy frescos y la cocina en el momento. La atención en nuestro hotel, tanto por los empleados como por parte de Unai, el dueño, fue impresionante, hasta el punto en que nos sentíamos en familia.

Unos minutos en la hamaca mirando las olas y nos pusimos las licras para meternos al mar. La temperatura del mar rondaría los 20-22 grados aproximadamente, y se soportaba bien sin neopreno, aunque me sorprendió que fuésemos los únicos que no lo usasen. Nos adentramos en los tubos e intentamos cogerlos antes de que rompiesen, no con mucho éxito debido a nuestro nivel, pero con gran diversión.

Madrugón acumulado, tarde surfeando y un lugar tan idóneo para relajarse invitaban a descansar a tope para aprovechar la primera hora de la mañana siguiente. Así que tras salir del agua, nos tumbamos un rato en las hamacas y cenamos con Unai viendo el partido del Real Madrid. ¿Os había comentado que podríamos considerar a Unai como alguien de nuestra familia durante esos dos días? Aquí teneis un pequeño ejemplo.




Despertamos al día siguiente a las siete de la mañana, lo más probable es que fuese por costumbre, y abriendo la cortina de la habitación comprobamos el día que hacía, sacamos fotos y empezamos a repartir envidias a lo largo y ancho del whatsapp, twitter y el facebook, y, para no ser menos, ahora mismo lo acabo de hacer en el blog.

Nos pusimos rápidamente en marcha, antes de desayunar nos daba tiempo a estar una horita en el agua y así hicimos. La playa de lobitos íntegramente para nosotros con sus tubos.

Tras este chapuzón mañanero, desayunamos y descansamos en la hamaca. Nos habían dicho que había un par de playas interesantes tanto a izquierda como a la derecha de nuestra posición, por lo que fuimos a echar una ojeada antes de comer hacia la derecha. Allí encontramos una playa pequeña llamada piscinas, con una ola corta pero bastante potente. Al lado estaba un pequeño puerto de pescadores desde donde nos quedaron las ganas para saltar. Se veía el fondo y no conocíamos la profundidad por lo que mejor era ser cautos.

De vuelta al hotel, comimos con Unai, sus hijos y su mujer. Os recuerdo lo que dije tres párrafos más arriba: Nos sentimos de la familia. Después nos echamos una siesta en las hamacas y practicamos otro poco de surf. Cuando ya comenzaba a refrescar decidimos salir e ir a la playa situada a la izquierda de lobitos, pasados los pozos de petróleo. De camino a esta playa recomendada por Unai y de la que no soy capaz de recordar el nombre, vimos una gran comunidad de cangrejos de arena y más adelante de cangrejos de roca que corrian a esconderse conforme caminábamos hacia ellos.




Las playas tenían una arena grisacea muy fina y las dunas se conservaban vírgenes esperando a que alguien las pisase. Por un lado recomiendo vivir la experiencia que yo viví allí, la tranquilidad y la paz que transmitía el lugar pero por otro me horroriza pensar que esa playa toma fama y termina masificándose, incluso por surfistas.

De vuelta al hotel conocimos a un nuevo huesped que llegaba desde Lima. Fabio había venido en autobús desde Lima y el viaje habia durado aproximadamente 18 horas seguidas. Fabio es un buen ejemplo del sacrificio de una persona por practicar su deporte favorito; un viaje largo cruzando el país, incómodo solamente por una ola. Y estoy seguro de que más de uno pensará que ha sido totalmente acertado.

Charlamos durante un par de horas en las hamacas con Fabio, compartiendo risas e historias como si nos conociésemos de toda la vida, hasta que Unai nos recordó la hora de la cena y allí subimos. De nuevo cenamos con Unai comentando un programa de televisión parecido a Aquí no hay quien viva pero con actores peruanos. Una vez anocheció preparamos las tablas para devolverlas al día siguiente y recogimos nuestra ropa de playa.

Esta vez nos despertamos aproximadamente a las 9 y media de la mañana y, al abrir la cortina como el día anterior, nos dimos cuenta de que estaba lloviendo. Nuestro destino era llegar a Máncora ese mismo día aunque no teníamos límite de horarios, por lo que no nos importaba retrasar la salida.

Alberto, la persona al cuidado del hotel, nos comentó que había estado lloviendo toda la noche y que tendríamos problemas para llegar a Talara de nuevo. Nos aconsejó hablar con Unai cuando volviese y mientras aprovechamos para llevar las tablas a la ONG. Volvimos pesando un par de kilos más por el barro acumulado en nuestros piés y es que, como ya os dije, todo el terreno de la zona es de arcilla y en cuanto llueve un poco se convierte en barro.

Mientras desayunábamos llegó Unai y nos comentó que no había furgonetas para ir a Talara. En Lobitos, cuando llueve, se forma un rio con bastante fuerza que atraviesa la carretera (o camino, ya que no era asfaltado) entre Talara y Lobitos. Cuentan que los músicos de la banda de Lobitos iban un día en un camión dirección a Talara, les llovió a mitad de camino y la corriente les arrastró hasta el mar. Hoy en día siguen desaparecidos. 

Toda esa historia de los músicos me suena a Titanic de bajo presupuesto, pero era preocupante ya que, pese a no tener horario de llegada, si que teníamos la necesidad de llegar a Máncora ese día.

En este hotel se hospedaba una familia limeña que habían emigrado a Madrid donde hicieron negocio. El matrimonio volvió de nuevo a Perú a vivir y habían parado en Lobitos para pasar unos días. El objetivo de esta familia era llegar a Los Órganos, un pueblecito al lado de Máncora, nuestro destino y habían alquilado un PickUp Toyota Hilux para las vacaciones. Les preguntamos si les importaba llevarnos a algun sitio donde pudiésemos continuar en transporte normal y accedieron encantados.

Fue toda una suerte esta casualidad. El trayecto que teníamos pensado realizar consistía en coger una furgoneta a Talara y un autobús de Talara a Máncora, acumulando entre 3 y 4 horas de trayectos más las demoras. Con esta familia iríamos directamente a Máncora sin demoras, aunque, eso sí, un poco más incómodos.



Subimos nuestras maletas a la cajuela y nos pusimos en marcha. Encontrándonos por el camino con un Navara que desistió de ir a Lobitos y con un BMW X5 que se quedó atrapado en el barro un par de veces.

Logramos salir del barrizal resbalando de lado a lado de la pista hasta llegar a la carretera panamericana, asfaltada, y a partir de allí todo fue calma hasta llegar a Los Órganos, donde nuestro amigo conductor decidió que nos acercaba a Máncora y quedaban allí a comer. 

Puedo decir que este trayecto fue una de las aventuras más locas que vivimos. Como veis en la foto a un lado hay una tubería que conduce petróleo. El coche se desplazaba en zig zag aproximándose a la tubería y a la cuneta del lado contrario, que a veces era un precipicio con los peligros que podría desencadenar. A mi primo y a mí, posiblemente por una mezcla de miedo y adrenalina, nos provocaba risas y sonrisas entre bromas al respecto.

Nada más llegar al hotel de Máncora brindamos con un par de chelas (cervezas de 630ml) por nuestra aventura en Lobitos.

2 de mayo de 2012

Perú (Abril 2012) Segunda Parte

3º Etapa: Machu Picchu
Domingo, 1 de Abril de 2012, 5:30 am. Suenan los despertadores en el cuarto piso del hotel Amanecer en el Sol de la ciudad de Cuzco. Este madrugón se debe a que hemos quedado con nuestro guía principal a las 6 y media en la puerta del hotel y antes hemos de desayunar pues el viaje va a ser relativamente largo.

Una ducha rápida a la luz de la... un momento, no hay luz en el baño, ni en la habitación. Una ducha rápida a oscuras y a bajar a desayunar, sin correr demasiado debido a la altitud. Avisamos de la luz en recepción y nos fuimos al comedor a servirnos una infusión de coca, unos bollitos con mantequilla y mermelada y algo de fruta.

En la pared lucía un mapa que tuve que fotografiar para acordarme de los nombres de los monumentos visitados. 


Willy nos presentó todo el plan en un mapa. El viaje de hoy consistia en coger un autobús de Cuzco a Ollantaytambo que tardaría alrededor de 2 horas. Posteriomente, nos subiríamos a un tren que tardaría otro par de horas en llegar hasta el pueblo de Aguas Calientes, también llamado Machu Picchu pueblo. Allí nos esperaría nuestro guía Nelson y nos meteríamos de nuevo en otro autobús que subiría desde el margen del río hasta Macchu Picchu por un camino en zig zag y tardaría alrededor de 25 minutos en subir. En total, 4 horas y media sin contar los intercambios de transporte. Saliendo a las 7 de Cuzco, llegamos a Machu Picchu casi a las 12 del mediodía. Esto es clave para tu piel, allí arriba el aire es muy puro y transparente y el sol es muy directo, sobre todo en las horas centrales del día. Para que os hagais una idea, mirad la marca de mi reloj a la vuelta:

He de aclarar que entre España y Perú hay siete horas de diferencia, pero ya llevaba tres días dándome unos buenos madrugones, como habéis leido, cinco o seis de la mañana de Perú, que son las doce o la una del mediodía de España, por lo que la sensación de jet lag era insignificante. Así que si quereis visitar un país como Perú y dividís el viaje en dos secciones como he hecho yo, os recomiendo dejar la de descanso para la segunda parte.

El que el trayecto entre Cuzco y Ollantaytambo se realiza en autobús en la estación de lluvia (en la que estamos). En las estación seca, los trenes van directamente desde Cuzco a Aguas Calientes. Desconozco como será el trayecto entre Cuzco y Ollantaytambo, pero me encantó poder disfrutar de esas largas cuestas para poder subir por encima de las montañas y las bajadas a los valles. Las vistas son deliciosas.
Tras una bajada, encontramos un puente en obras con su operario parando el tráfico ayudado por una señal de mano que rezaba Pare. Allí se detuvo nuestro conductor esperando a nada, puesto que no pasó ningún otro vehículo, hasta que, harto de estar parado, ignoró al trabajador y se plantó en mitad del puente, dando la casualidad (lógica casualidad) de coincidir con un coche en dirección contraria. Por tozudez de ambos, el conflicto se saldó con una retirara de conos que permitió a los dos vehículos cruzarse en el puente y continuar el viaje.

Llegamos a Ollantaytambo y nos dirigimos al tren como ganado. En serio, lo parecíamos. Toda la gente andando en bloque al mismo sitio por el único camino. Allí ocupamos nuestros asientos al lado de unos japoneses que rodaron todo el trayecto con una cámara de mano y un ipad.
Sin duda yo saldré en alguno de los montajes que harán con tantos minutos de metraje, por lo que no puedo resistirme a corresponderles de una forma similar, dados los instrumentos que yo tenía a mi alcance en ese momento.
Debido a este "robado" comenzamos a hablar con una pareja de argentinos que nos acompañaban, cara a cara, y que iban a realizar la última etapa del camino del inca. El camino del inca es, posiblemente, una de las rutas más impresionantes que existen. Consiste en caminar desde Cuzco a Machu Picchu durante cuatro días con un guía a traves de las montañas de los andes, durmiendo en acampada o pequeños refugios y cargando con las provisiones. En Perú se ofrecen bastantes rutas de aventura de este estilo.

Siguiendo el curso del río por el lateral derecho del mismo, avanzábamos entre montañas rodeados de una agradable mezcla de plantas tropicales, a cada cual con hojas más espectaculares, hasta que, llegado el momento que el conductor del tren determinó como idóneo, las ruedas se pararon poco a poco y nuestros compañeros de mesa fueron invitados a bajar del tren tal y como habian indicado para continuar el camino a pié.

Allí les abandonamos, en mitad de las vías, tras una pequeña conversación con el revisor:
Argentino: ¿Es aquí? Ok. Una pregunta ¿Hacia donde tenemos que ir, derecha o izquierda?
Revisor: Izquierda. Encontrareis un puente, lo atravesais y retomais la ruta allí.

Y nos alejamos a la misma velocidad que llegamos indiferentes a la pérdida de peso en el tren, como quien ve una orquidea, la fotografía y se marcha, en definitiva, con la sensación del deber cumplido.

Metros más adelante vimos el puente mencionado. "Supongo que irán por ahí", pensé. "Suerte", añadí mentalmente momentos después; hay que ser cortés en cualquier momento, incluso en un campo tan desconocido como la telepatía. De dominarlo probablemente me escucharon, pero dada mi poca experiencia en el tema fuí incapaz de escuchar el "gracias".

A la llegada del tren volvimos a salir como ganado, compramos unos ponchos mientras sorteabamos los pasillos de un gran mercadillo hasta llegar al minibus que escalaba una espiral hasta llegar a Machu Picchu 25 minutos más tarde.

En cada curva mirábamos asombrados la altura que estábamos escalando y sin ningún ataque de vértigo. El río se perdía entre los árboles que se agolpaban entre si como el metro en hora punta.

Al llegar arriba ascendimos un poco más a pié y Nelson nos empezó a explicar parte de la historia de Machu Picchu, que me resulta imposible de resumir aquí mismo, por lo que daré algunos de los detalles más relevantes.



En el caso de Machu Picchu, como en todo lo relacionado con la cultura andina, no existen documentos escritos fiables sobre su verdadera historia, hasta tal punto que se desconoce el nombre exacto de esta ciudad.

La llamada Machu Picchu está edificada en un montículo situado entre dos montañas, la verdadera Machu Picchu que se traduce como montaña vieja y Huayna Picchu, traducida como montaña nueva.

Estas edificaciones guardan la particularidad de que no fueron descubiertas por las tropas españolas en la conquista de los paises andinos, por lo que no se destruyó con la invasión. Dada la buena conservación de la obra, su calidad y su tamaño, se ha considerado una de las siete nuevas maravillas del mundo.

Pizarro llegó a Perú en un momento muy delicado. Había un conflicto armado entre dos hermanos incas por el poder de los Andes, uno de ellos en Quito y el otro en Cuzco. Esta situación favoreció al español que consiguió aliarse con un hermano para terminar derrotando a los dos.

Los españoles consiguieron hacerse con el poder y recibían los tributos (como impuestos) de las aldeas cercanas en las ciudades principales (como Cuzco) sin tener que dirigirse a ellas en persona. Esto favoreció a la conservación de Machu Picchu ya que eran los propios ciudadanos los que transportaban los bienes a Cuzco por el camino que expliqué anteriormente: El camino del Inca.

Por otro lado, también se habla de que Machu Picchu fue una ciudad autosostenida y autónoma, por lo que probablemente el comercio, basado en el trueque, era escaso o casi inexistente, lo que hacían de esta ciudad poco interesante.

Además, según comentan varios historiadores, Machu Picchu fue una ciudad que se desalojó al menos en dos ocasiones para desplazar a sus habitantes a otras zonas andinas. Esta puede ser otra de las razones por las que Machu Picchu terminó siendo invisible a los ojos hispanos.

Sin embargo mi explicación favorita es la más sencilla de todas: Los españoles no llegaron porque seguían el curso del río y desde el río no se ve Machu Picchu.

Siguió pasando el tiempo generando leyendas hasta que, en un determinado momento, un inca apresado por los hispanos solicitó un permiso para honrar a sus muertos en un ritual con una figura pequeña de oro macizo en la selva. Los hispanos le concedieron su deseo y el inca partió con una caravana de llamas y alpacas hacia la selva con algunos ayudantes.


Se dice que esta caravana transportaba un tesoro de incalculable valor, se adentró en la selva y nunca regresó por lo que en algún lugar de los países andinos se podrán encontrar una gran cantidad de objetos de oro mezclados con huesos humanos y de llamas. Con el paso del tiempo, la propia naturaleza se habrá apropiado de todo escondiéndolo bajo tierra, por lo que la probabilidad de encontrarlo, si es que existe, es mínima. A este enjambre de tesoros y huesos se le denominará Ciudad Perdida de los Andes.

A finales de 1800, Hiram Bingham, profesor de historia norteamericano (¡anda, como Indiana Jones!) conoció estas historias y se puso camino de los Andes para intentar encontrar más datos. El 24 de Julio de 1911, es decir, hace un siglo, Hiram llegó a Machu Picchu y se fijó esta fecha como la oficial del descubrimiento de Machu Picchu.

¿Qué se encontró Hiram Bingham al llegar?
Pues nada más y nada menos que dos familias que residian a escasos metros de la ciudad abandonada y que utilizaban parte de las construcciones como huertos. Pero estas personas no sabían ni leer ni escribir, por lo que no tenían ni voz ni voto para arrebatarle a Hiram el descubrimiento.

El que sí que podía tenerla era Agustín Lizárraga, que al parecer llegó años antes que Hiram y lo visitó varias veces, dejando, incluso, una señal en las ruinas con su nombre. Pero Agustín no tenía conocimientos históricos sobre lo que había conocido y no investigó, cosa que sí que hizo Hiram.

Hiram Bingham volvió a Estados Unidos, en concreto a la universidad de Yale llevándose como souvenir una colección de más de 45.000 piezas de la cultura inca. No ha sido hasta el año pasado, 2011, cuando Perú ha conseguido que dichas piezas se devuelvan al país. Ahora bien, Hiram posee dos placas conmemorativas a la entrada de la ciudad inca, y en 2011 se celebró el centenario por su descubrimiento. ¿A qué se debe tal reconocimiento conociendo el robo del que se le responsabiliza? Bajo mi punto de vista esto es muy curioso y no he encontrado ninguna explicación.

Nada más llegar a Machu Picchu podemos apreciar que se divide en dos grandes zonas, separadas por una falla natural. Lo que aparece normalmente en las fotos es una sola de esas partes, la dedicada a las viviendas, templos, escuelas y plaza principal, donde se hacía vida social. Las fotos están tomadas concretamente desde la zona que se dedicaba a la agricultura y ésta está formada por unas terrazas que recorren toda la colina a lo largo, en estratos con una anchura entre un metro y medio y dos metros y una altura entre terrazas similar.

Pero estas terrazas no son simples escalones grandes. Si partimos uno de éstos veremos que están formadas por varias capas, desde piedras grandes, pasando por medianas y por encima una capa de tierra. Están perfectamente estructuradas para evitar que las plantas se cayesen o se derrumbasen las terrazas, asegurando también la concentración de nutrientes necesaria para poder cultivar y el drenaje del exceso de agua.


Pasando por un camino que unía las dos partes de la falla, se accede por una puerta a la ciudad de Machu Picchu. Uno de las características de las puertas incas originales es el dintel de las puertas, realizado en piedra y de grandes dimensiones. Todas aquellas que sean de madera, son sustituciones posteriores.

Al ser la puerta principal, por dentro, tiene a ambos lados un par de cilindros entre las rocas donde se ataban los maderos para cerrar el portón.


Una de las primeras estancias donde estuvimos se trataba de una pequeña habitación que tenía la particularidad de amplificar el sonido. Rodeado de nichos en sus paredes, cualquier persona que susurrase en ellos podía ser escuchada en toda la habitación e incluso fuera de ella. El sonido se amplificaba tanto en horizontal como en vertical.

Esta NO era la función principal del edificio, aunque uno de sus nombres es el templo del sonido. La estancia está realizada en piedra bien trabajada y apilada siguiendo líneas horizontales, es decir, con todas las piedras de la misma altura y guarda una perfecta simetría.

Más adelante nos encontramos con el templo principal de Machu Picchu. Posiblemente sea uno de los edificios peor conservados de la ciudadela ya que está situado encima de una falla, lo que hace que sea muy sensible a los sismos y en sus paredes podemos observar como las piedras se han separado entre sí facilitando el derrumbe.

Seguimos hacia adelante y nos encontramos la plaza principal donde se solían hacer reuniones tanto militares como civiles como fiestas o comerciales. Recordemos que en la época inca, no existía una moneda, sino que el comercio se basaba en el trueque.

En uno de los laterales de la plaza tenemos una pequeña terraza donde se han plantado las distintas especies de plantas que crecen en los andes. Entre ellas hoja de coca, tan apreciada por su efecto anti mal de altura y antiguamente considerada como planta divina.



Bien, la hoja de coca, que mucha gente me ha preguntado, posee entre el 0'1% y el 0'8% de cocaína. La concentración es tan pequeña que habría que tomarse unos 500 mates de coca como para poder notar cualquier efecto de la droga. Sería todo un reto intentarlo ya que el tiempo que lleva consumir tantas infusiones es tanto que te desharías del principio activo antes de haber alcanzado tu objetivo.

El mate de coca facilita la absorción del oxígeno en los pulmones y esta es la razón por la que se consume para combatir el mal de altura. Además de esta particularidad, es digestivo y ayuda a la expulsión de gases. Por último, como la mayoría de las infusiones, es diurético.

La coca (como planta) también está regulada por la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961 que limita su venta exclusivamente en los paises andinos. Yo me traje un saquito sin problemas en la maleta, pero lo siento, no os la puedo vender.

Llegando ya al otro extremo de la ciudad, nos encontramos con una piedra pulida como una mesa, que podría indicar la finalidad de la misma como altar o mesa de sacrificios. Esta mesa posee cuatro esquinas apuntando a los cuatro puntos cardinales, misterio que todavía no se ha resuelto. ¿Simple casualidad? Existen muchas piedras talladas de forma similar apuntando a los cuatro puntos cardinales de las que se sigue intentando averiguar el porqué y el cómo.

Actualmente a esta mesa se le atribuyen propiedades mágicas y cúmulo de energía positiva. Los científicos, por supuesto, no han logrado confirmarlo por lo que, en el caso de necesitar energía, recomiendan, al igual que nuestro guía, acercarse unos kilómetros más adelante a la central hidroeléctrica, que, esta sí, está certificada.

Detrás de esta piedra se han cubierto dos de las casas de Machu Picchu siguiendo la técnica Inca para la construcción de tejados. Los tejados de madera originales no se conservan ya que es lo primero que se descompuso. Se cree que encima de la madera había capas de oro.

Entre estas dos casas se situa una roca de grandes dimensiones cuyo perfil muestra una "maqueta" de las montañas que rodean Machu Picchu.


Volviendo de nuevo a la zona agrícola, pero por la parte inferior de la ciudad, visitamos cuatro edificios importantes: La casa del sumo sacerdote o la esposa del monarca, la casa del monarca, el observatorio y el Templo del Sol.

La casa del sumo sacerdote o la esposa del monarca no quiere decir que fuesen la misma persona, sino que no se sabe con claridad a quién pertenecía. Por las piedras utilizadas y la forma de construcción, esta residencia pertenecía a alguien de gran importancia en la ciudad. La distribución de las habitaciones hace pensar que no recibía a gente ni tenía personal dedicado para él, por lo que se descarta que fuese la casa del monarca.

Estas facilidades, como cocina, sala de recepción, dormitorio e incluso aseo, sí que las tiene la llamada casa del monarca. Además, posee pasillos por donde accedian las personas de servicio. Es curioso ver el aseo, con un desagüe hacia la falla. Más adelante hablaré de las canalizaciones de agua.

Bajamos unas escaleras hacia el observatorio, con tres ventanas, característico de los templos incas, y con dos piedras en el suelo en los que estaban tallados dos agujeros circulares, como cuencos. Ahí se volcaba agua y se miraba el reflejo de las estrellas. Éstos son los llamados espejos de agua.

La función de las tres ventanas no era ni más ni menos que la de calendario. En cuanto el sol atravesaba la ventana central e iluminaba una zona del observatorio coincidiendo con el solsticio de invierno, muy importante para la agricultura y los cultos al Sol (Buscad la ceremonia de culto al Sol llamada Inti Raymi).

Al lado accedemos a la parte inferior del templo del Sol, coronado por un torreón de atípica forma circular y de piedra pulida, como todas las edificaciones de importancia en la cultura inca.

En la parte inferior se identifican diferentes nichos donde probablemente se conservaban momias y un pequeño altar con distintas alturas. Es curioso ver como los incas no adaptaban las piedras del lugar a sus construcciones sino sus construcciones a las piedras del lugar. Una de las paredes de este templo muestra esta particularidad.


Entrando en el templo, en una de las paredes, habia un hueco similar a una chimenea, en la que se depositaban las ofrendas para honrar al Sol. Actualmente hay gente que sigue creyendo y deja sus ramas de coca (recordemos que eran plantas sagradas), monedas o incluso galletas, que fué lo que nos encontramos nosotros allí.

Las canalizaciones de agua de las que hablé en la residencia del monarca, se habian realizado a lo largo de la falla natural y bajando por la montaña. Estas canalizaciones estaban realizadas en los propios bloques de construcción de los edificios. Se hacía un canal en la cara superior de un bloque y en la inferior de la piedra situada justo encima, con el fin de formar una especie de tuberia que corria por las juntas.

En cualquier otra construcción esta técnica no hubiese tenido sentido, pero la arquitectura inca era tan perfecta que conseguía que estos canales apenas perdiesen agua.

La construcción de "tuberias" en piedra incluía, además de los tramos rectos, tramos en curva con ángulos que impedían la obstrucción del tubo. Una obra perfecta de fontanería.

No puedo dejar de recomendar la visita a esta sensacional construcción inca. Todo lo que he contado sobre Machu Picchu es una pequeña muestra de lo que se puede encontrar en esta ciudad escondida entre montañas andinas y apenas muestra la grandiosidad de esta maravilla arquitectónica.

Continuamos nuestra aventura bajando de nuevo a Aguas Calientes a comer de buffet platos típicos de Perú y, tras comprar una bolsa de hojas de coca, nos metimos en el tren camino de Ollantaytambo.

El tren arrancó y atravesó la vegetación a su velocidad habitual hasta que paramos en una curva. La máquina se había estropeado. 

La gente se ponía nerviosa y quería explicaciones sobre lo que estaba pasando y el personal del tren únicamente podía comunicarles que se había averiado la máquina y venía otra en camino. 
Siempre me parecieron curiosas estas situaciones en las que la gente quiere saber cual es el problema en concreto de las tuercas del motor del tren como si eso cambiase la necesidad de esperar a por otra máquina. Quizás por eso, o por mi forma de ser, en vez de preocuparme, comenté con mi primo las ventajas de pasar la noche en el tren en el caso de que se nos diese opción a continuar el camino andando. Es obvio, no hace frío, los animales lo tienen más dificil para alcanzarnos y devorarnos y a decir verdad los asientos no eran incómodos del todo.

Por si acaso, mi primo y yo localizamos un par de personas con sobrepeso por si la espera se alargaba y tuviésemos que devorarnos entre nosotros.

Nuestra calma constante chocaba violentamente con el nerviosismo creciente del pasaje y para evitar que la situación empeorase dejé en la despensa frases afiladas del estilo: "Ya vereis cuando nos empiece a faltar el aire".

La locomotora llegó una hora más tarde. Empujó el tren hasta una zona donde se duplicaba la vía, lo adelantó y remolcó el tren hasta Ollantaytambo, donde cogeríamos el autobus hasta Cuzco y por último un taxi pagado por la agencia hasta el hotel.

Caímos derrumbados en la cama. Lo justo para empezar a ver nuestro apreciado programa "Caminos de la Muerte", aunque esta vez, no llegamos más allá de los creditos iniciales.