30 de agosto de 2015

Previsiones de olas

Desde que empecé a subirme en una tabla mucha gente me pregunta sobre cómo elijo la playa a la que ir o si les puedo decir si en una playa este sábado a las seis de la tarde habrá una buena sesión o no.

Creo que es muy importante, y sobre todo viviendo en Madrid, detenerse un rato a comprender cómo se interpretan los datos de las previsiones para evitarnos el hacer viajes en balde gastando tiempo, dinero y gasolina sin necesidad, y por si yo me encuentro en el agua en ese momento y no puedo contestar.

Cuando yo empezaba a ir a las playas oí hablar de la página web de Windguru. En esta web se indicaba, entre otros muchos datos, la altura de las olas seleccionando la playa a la que quería ir. Mi método era sencillo y totalmente inexacto. ¿Qué estaba fallando?

Pues estaba fallando algo tan sencillo como la dirección del mar de fondo. Es cierto, en la boya donde se toman las medidas aparecían 2 metros de ola, pero las olas venían desde el noreste y la playa a la que me había desplazado enfoca hacia el oeste.Es lógico, las olas pasan de largo por mi playa, pero si hay alguna otra cercana que esté orientada hacia donde vienen las olas, merece la pena acercarse.

Por esta razón, el segundo punto que aprendí a tener en cuenta es la dirección del swell y la orientación de las playas. Algo que, una vez que te das cuenta, es totalmente obvio.

Poco después encontré otro fallo en mis diagnósticos. Elegía una playa por orientación y por tamaño de las olas, pero a veces llegaba y el tamaño ni se parecía al que publicaban en las páginas de previsiones. ¿Qué está pasando? La respuesta tiene un nombre y se llama periodo.

(Foto enlazada desde http://briancampagna.com)

Antes de explicarlo voy a detenerme un poco en el porqué de las olas. Las olas de mar de fondo, las que nos interesan para surfear, se generan a varios kilómetros de distancia de la costa. Se deben básicamente a tormentas que descargan en el mar, removiendo y empujando la superficie del agua arriba y abajo con ayuda del viento y de las presiones. Este movimiento provoca que se generen olas en todas las direcciones desde el foco de la tormenta. Para haceros una idea no hay nada más sencillo como llenar un barreño de agua, poner la mano en la superficie y empujarla. Aparecerán ondas que viajan desde vuestra mano hacia los laterales del barreño.

Todavía no vaciéis el barreño. Probad a empujar con mayor fuerza el agua. Podéis variar el tamaño de la ola y su velocidad según cómo apliquéis la fuerza sobre la superficie. De la misma forma, las tormentas no aplican la misma fuerza constantemente sobre la superficie del mar, sino que varía a lo largo de su duración. Esto provoca, al igual que vuestra mano, que se generen olas de distinto tamaño y distinta velocidad viajando por todo el océano.

Conforme viajan, las olas grandes y rápidas alcanzan a las bajas y lentas, uniendose a ellas y empujándolas. En el trayecto hacia la costa, debido a esta unión de olas, se produce un ordenamiento de las mismas, consiguiendo que haya un intervalo de tiempo similar entre ellas y a este tiempo se le conoce como periodo.

Cuanto más haya viajado la ola desde donde se generó hasta la costa, más tiempo han tenido las olas a ordenarse y el periodo será mayor. Muchas veces se habla de que un periodo alto permite al mar "recargarse".

Volviendo a mi situación, lo que había ocurrido es que el periodo era muy bajo. Las olas grandes y rápidas no habían conseguido alcanzar a las pequeñas, provocando un enjambre de olas totalmente desordenado y feo. El periodo se mide en segundos y también es un dato que aparece en todas las tablas de previsiones.

Cuando me dí cuenta de que el periodo era importante, empecé a fijarme en las previsiones de tiempo. Me fijaba en las borrascas en alta mar y su tamaño. Debido a las corrientes marinas, muchas tormentas al sur de Irlanda se traducen en buenas sesiones de olas en el noroeste de España, es decir, que gracias a esos mapas podría predecir con mayor o menor acierto una sesión de surf en la costa que me interesaba. Un gran avance, sin ninguna duda. Las previsiones meteorológicas comienzan a ser fiables con aproximadamente tres días de antelación.

(Imagen enlazada desde https://ideagirlseverestormpredictionswarnings.wordpress.com)


La razón por la que rompen las olas tiene que ver con el tamaño de las mismas. Una ola no solo consta de la parte visible, sino que también viaja por debajo del agua. Cuando la profundidad disminuye, la parte inferior de la ola choca contra el fondo y esto provoca la rotura en la parte superior. Dependiendo de como de brusco sea el escalón que provoque el choque, la ola romperá de distinta forma. Pero, ¿por qué las olas rompen más o menos verticales?

No todas las condiciones se deben a la acción del mar. La dirección del viento obliga a las olas a romper de una u otra manera. Si el viento lleva la misma dirección que las olas, es decir, de mar a tierra, se llama onshore. Este viento empuja a las olas y deshace la cresta. Sin embargo, el viento en contra o offshore, trata de impedir que la ola rompa y permite que se forme una pared e incluso la aparición de tubos.

La diferencia es abismal. Empecé teniendo en cuenta únicamente la altura de la ola y hasta este punto he incluido la dirección del mar de fondo, el periodo, la orientación de la playa, la fuerza del viento y la orientación del viento.

¿Es posible que quede algo más? Sí, pero creo que vigilando estos parámetros es suficiente como para saber escoger el destino al que dirigirte.

Más allá de esto existe también la fuerza del mar, ya que las olas pueden viajar más deprisa o más despacio. Por otro lado, también nos podemos fijar en la forma de la costa, los cabos y los golfos, como la ola dobla las esquinas de los golfos por ejemplo o como afectan los montes al viento.

Por último, las páginas más conocidas para conocer el estado del mar:
http://www.windguru.cz
http://www.magicseaweed.com
http://www.surf-forecast.com
http://www.wisuki.com

15 de junio de 2015

Bali 2015: Kuta (Parte 6)

Habíamos recorrido gran parte de la zona suroeste de la isla de Bali. Habríamos firmado, de no saberlo, que cada una de las tres paradas que llevábamos pertenecían a distintos países, con formas de vida, gente y estilos tan diferentes.
El viaje llegaba a su fin para todos menos para Miguel, que decidió alargarlo diez días más, y pensamos que la mejor idea era pasar un par de días en Kuta, la capital de la isla, más cerca del aeropuerto, por si el caos del tráfico nos jugaba una mala pasada.

Kuta es una ciudad sin orden, callejones por los que circulan coches por espacios en los que a simple vista solo caben motos, y motos, y motos, y más motos y gente apartándose. El jaleo se resume a pitidos constantes que pueden significar desde frena hasta acelera, pasando por te adelanto, estoy aquí o cruza tú antes. En esos callejones se mezclan bares, locales de masajes, venta y reparación de tablas de surf, tiendas de recuerdos y hasta grandes establecimientos de marcas del estilo de Rip Curl y Billabong.

La sensación de que estás perdido por callejones comienza desde que decides salir de la puerta del hotel. Te dejas llevar, cambias de ruta y ni siquiera te acuerdas de llevar un plano encima. Te olvidas de que estás perdido unos metros más adelante y sin embargo, a la hora de volver, pruebas suerte y siempre aciertas el camino de vuelta. Jamás tuvimos que preguntar para regresar al hotel.

La suciedad de la playa de Kuta choca con la limpieza de las playas que nos encontrábamos en el Bukit. La playa de Kuta es de arena, tiene aguas turbias muy contaminadas (hay que tener mucho cuidado con las posibles infecciones de oídos) y hasta hace unos años parecía un huerto de plásticos y basura. Sin embargo, se han tomado medidas, multando a toda aquella persona que deje restos por la playa o lance objetos al mar y la situación ha mejorado bastante.


Como es de esperar nos pasábamos gran parte del tiempo en la playa. Allí nos presentamos a uno de los muchos vendedores de refrescos que hay a lo largo de toda la playa, le pedimos unas bintangs y se ofreció a cuidarnos las mochilas y las sandalias. El plan fue entrar al agua, intentar coger alguno de los cerrotes que rompían, salir y tomarse una bintang. Entrar sin tabla, coger las olas con el cuerpo, salir y tomarse otra bintang, y así hasta que al sol le dio por esconderse.

En cuanto anochece, Kuta enciende las luces de colores. Los bares compiten en volumen de música que retumba por los callejones y varios de ellos muestran bandejas de hielo con marisco, para que escojas todo lo que te vas a comer previo paso por las parrillas.

Es muy curioso ver cómo el marisco que cocinan no es el mismo que el que vemos normalmente en España. Las langostas son de colores verdes y marrones bastante vistosos, por poner un ejemplo. A muchas personas les da respeto probar este tipo de animales, yo animo al menos a probarlos. Un viaje no está completo si no se incluye la gastronomía local.

Con la animación que escuchábamos en cada metro de acera nos decidimos por entrar a un par de bares con música en directo. Los músicos suelen tener un gran nivel y animan a la gente a participar, que se mantiene pegada a la barra mirando hacia otro lado cuando los músicos los señalan. Pero poco a poco cala la cerveza y uno se viene arriba, agarré el micro del cantante y cantamos Twist and Shout muy muy shout. La cosa no acabó ahí, unos minutos más tarde me encontré con su guitarra encima tocando Imagine para despedirnos del local.

La noche la terminamos en una macrodiscoteca, con un precio por entrada bastante caro pero con una ciudad de salas en su interior con distinto estilo en cada una de ellas y por cada metro cuadrado unos seis australianos de ambos sexos. Esta discoteca es el famoso Heaven de Kuta, en donde en un determinado momento nos encontramos bailando encima de una barra de la última planta.

En esta discoteca se permitía fumar dentro, algo que choca cuando estás acostumbrado a las prohibiciones europeas. También estuvo sonando la música hasta que las salas de vaciaron. En la última sala en la que estuvimos éramos ocho personas en total y el dj seguía delante de nosotros canción tras canción hasta que nos fuimos. Es una situación curiosa, el espectáculo dura hasta que no queda gente, no a una hora en concreto.

 Al día siguiente preparamos todos los equipajes tras la sesión de surf. Embalamos las tablas de nuevo e hicimos las maletas. Pero la emoción no nos iba a abandonar tan pronto. Al igual que a la llegada, teníamos que volar de nuevo con Air Asia y eso es todo un reto.

No nos lo podíamos creer, habíamos desayunado en la habitación, pedimos el taxi y llegamos al aeropuerto donde nos indican que nuestro vuelo no sale a las 12:30 sino a las 16:50 porque les ha dado por retrasarlo. Explicamos nuestra situación y nos hicieron un hueco en otro vuelo que despegaba a las 12:00.

En ese momento nos reímos de todos los percances que habíamos tenido con los vuelos, pero ya andábamos volando hacia Yakarta, con un billete de Qatar con despegue a las 17:30, con tiempo suficiente como para cambiar de terminal, facturar e incluso tomarnos algo.

Pero algo fue mal en el aterrizaje en Yakarta, el tiempo era malo y a escasos metros de tocar tierra el piloto decidió dar gas a los motores y volver a subir. Aterrizaje abortado. Tras una vuelta el piloto tomó la radio y avisó de que por causas meteorológicas había abortado el aterrizaje, por no "poder asegurar la integridad del pasaje".

Es sin duda el mensaje que más calma transmite a los pasajeros, sin duda, y más viniendo de una compañía que ha sufrido un par de accidentes aéreos.


Nos enviaron a otro aeropuerto y parte del pasaje comenzó a gritar cuando se informó que tras repostar volveríamos a intentar aterrizar en el aeropuerto de Yakarta. Con tanto grito se solicitó un autobús para todos aquellos pasajeros que no quisiesen volver a volar, indicándoles que no podían sacar su equipaje, por lo que el autobús les llevaría al otro aeropuerto para que lo pudiesen recoger.

Todas estas gestiones hicieron que a las 16:30 estuviésemos esperando nuestro equipaje, a falta de un cambio de terminal, facturación, control de pasaportes y visado y entrar en un avión que cerraba sus puertas a las 17:30.

Corrimos todo el trayecto, pedimos saltarnos la cola y facturar rápidamente y tras los controles llegamos a sentarnos en el avión de Qatar. La importancia de coger este vuelo no era únicamente por el tiempo que tendríamos que quedarnos en Yakarta si tuviésemos que coger otro, sino que económicamente podía ascender hasta 700 euros por cabeza. Perderlo no era opción.

Volvimos a respirar en los aviones de Qatar. Sin la certeza de que el equipaje viajase con nosotros, pero con una gran satisfacción de haber podido realizar un transfer internacional de esa categoría en apenas 45 minutos. Entre películas, menús y dormir pasamos los dos trayectos de avión que nos quedaban hasta llegar a casa, con la sensación de que la vuelta era muchísimo más larga que la ida.

Ya solo quedaba trabajar con todas las fotos y vídeos recogidos durante toda la estancia. Y esto es en lo que acabó:



No puedo cerrar esta historia sin mencionar la difusión de mis fotos y del vídeo por parte de dos de las principales revistas del mundo del surf nacional, Surfer Rule y 3Sesenta. A ambas, muchísimas gracias de parte de los cuatro viajeros:

3sesenta: http://www.3sesenta.com/bali-la-vision-de-jorge-del-fresno/
Surfer Rule:  http://www.surferrule.com/?p=22027&preview=true#.VX3-vUYVXXY

28 de mayo de 2015

Bali 2015: Bingin (Parte 5)

Antes de despedirnos de Canggu nos pasamos por Echo Beach. El nerviosismo no me había abandonado y seguía habiendo una gran cantidad de gente en el agua, por lo que me dediqué a sacar fotos mientras apuraba zumos de piña con lima.

La vista desde los warungs es privilegiada, como ya comenté en entradas anteriores, y me situé en primera línea de la izquierda de roca de Echo Beach, mientras los locales me dedicaban tubos perfectos.

Recogimos nuestro equipaje y montamos en el coche dirección Bukit, que es la península situada al sur de la isla y donde se sitúan los arrecifes. Para llegar teníamos que atravesar la caótica Kuta y durante el trayecto, como era de esperar, ocurrieron anécdotas.

El coche en el que viajábamos 4 personas más el conductor y 6 tablas de surf pasó a convertirse en moto y circular por los arcenes rozando retrovisores. En un instante, el conductor nos dice que tiene que poner gasolina así que cruza la acera y se mete en una gasolinera. Repostó infringiendo todas las normas de seguridad, charlando con la empleada apoyado en el surtidor mientras fumaba un cigarrillo y el coche con el motor encendido.

Llegamos a Bingin, por carreteras rodeadas por bosque, totalmente distinto a los alrededores de Canggu donde se veían campos de arroz. Allí el conductor nos dejó en un hotel que abandonamos la mañana siguiente ya que no tenía sitio para desayunar ni alquiler de motos. Justo detrás encontramos uno por el mismo precio con bar, motos y piscina.


Bingin es un pueblo vertical. Conforme bajas el acantilado por innumerables escalones se bifurca el camino dando acceso a los distintos warungs. Todos ellos con vistas directas al mar, por supuesto, y abajo una playa de arena blanca que se cortaba en el momento en el que empezaba la roca, el coral y el agua casi transparente. ¿Es recomendable este pueblo? Sin duda es para mi gusto el mejor lugar donde quedarse en esa zona del Bukit. Está situado al lado de impossibles, si continúas más allá tienes las míticas Padang Padang, Baby Padang y Uluwatu y en la otra dirección te encuentras con Dreamland y un poco más lejos Balangan, es decir, enmedio de las olas más reconocidas de la zona. Además Bingin es tranquilo y más barato que los otros pueblos. El único pero que puedo poner a Bingin es que solo existe un pico en buen swell y se llena.
 
Echamos algunas sesiones en Bingin dentro del agua, con unas condiciones muy muy bajas, charlando con las seis u ocho personas que había a nuestro alrededor y cogiendo algún que otro moquillo que se levantaba cada mucho rato. El agua caliente, como siempre, pero esta vez extremadamente transparente por lo que sientes que el suelo está más cerca de lo que realmente está (en marea alta nos cubría algo por encima del pecho) y cuando te pones de pie causa mucha impresión ver el coral deslizándose bajo tu tabla. Sin embargo, una de las mañanas, viendo mejorar las condiciones, decidimos bajar temprano antes de la salida del sol. Llegamos a la playa a las seis de la madrugada y ya había cuatro personas en el agua. El que se pone de pie va, el que no, que se hubiese levantado antes.

Puede que repita mucho lo impresionante que es el coral. Para explicarlo mejor podéis ver este pequeño vídeo, sacado del resumen de nuestro viaje:


Pero sin duda alguna en Bingin disfrutamos del mejor Nasi/Mie Goreng de todo el viaje. Nos lo cocinaba Made, una joven balinesa muy agradable que servía en el Titu's warung, desde entonces nuestro warung favorito. Pasábamos bastante tiempo hablando con ella y se encargaba de cuidarnos todo lo que dejábamos en tierra antes de pegarnos un chapuzón.

Quizás la sesión que más disfrutamos durante esta etapa fue el día entero que pasamos en Balangan. Balangan es una playa bastante grande, con varios picos a lo largo de toda ella, uno de ellos situado a la derecha de la playa al que, en olas de gran tamaño, se accede a través de la cueva de las rocas. Por la mañana tuvimos unos setenta centímetros de ola y entré pensando que no íbamos a conseguir nada ahí con las tablas que llevábamos. Totalmente equivocado, la ola tiene bastante fuerza, con ese tamaño apenas tienes que remar, es constante y tiene bastante recorrido y lo mejor de todo, éramos 5 personas en toda la playa. Nos hinchamos a coger olitas y a saltar en plancha ya que cubría por debajo del pecho y el coral corta con apenas un roce. Comimos en un warung con piscina con vistas a la playa y volvimos al agua, esta vez con mucha más gente y tamaño. Allí quedamos hasta el anochecer.

No dejamos tampoco pasar la oportunidad de visitar Uluwatu, aunque esta vez me colgué al cuello la cámara para sacar algunas fotos. El tamaño no era muy grande, pero sí se notaba la gran afluencia de australianos en la zona. Y españoles, pero ni son tantos ni surfean como los australianos. La particularidad de Uluwatu es el acceso. Tras bajar por una calle que cruza todo el pueblo en zig zag, hay que meterse en una cueva con una pequeña playa. En nuestra visita las condiciones no eran duras, por lo que el acceso a la ola era bastante sencillo, pero en condiciones grandes hay que acertar con esta playita para salir, si no lo consigues te lleva a la corriente que te vuelve a dejar en el pico, teniendo que repetir todo el proceso.


Uluwatu tiene un local muy famoso a la entrada del pueblo, el Single Fin, con un hotel con una piscina espectacular, y grandes fiestas los jueves y los domingos por la noche, con música en directo y una bintang constante en la mano de cada persona. Melenas rubias australianas en cada esquina atacadas por rubios que les muestran los cortes del coral y centenares de motos aparcadas en la puerta. Una especie de Mallorca australiana.

Por último, pasado Uluwatu se encuentra otro templo sobre los acantilados. En la visita a este templo, menos turístico que Tanah Lot,  es imprescindible vestir un pañuelo largo morado a forma de falda, que los monjes se encargan de colocarte. El templo de Uluwatu está plagado de monos, que por muy simpáticos y graciosos que parezcan no lo son en absoluto.

Los laterales de la bajada principal al templo lo avisan con innumerables restos de sandalias, gafas y sombreros. Todos ellos trofeos de distintos monos que corren a sus anchas por todo el recinto y se reunen a menudo en la plaza dedicada a ellos, con una estatua de un mono en mitad de una piscina.
Son listos, ágiles y cabezotas, arrancan sandalias directamente de los pies, abren carteras, tiran de las botellas que llevas en las manos, sacuden collares, cámaras y bolsos, y si protestas te enseñan los dientes. Los vigilantes lo advierten cada dos por tres, sujeta bien tus pertenencias y guarda tus gafas.
Sin la espectacularidad de los anocheceres de Tanah Lot, Uluwatu tiene el encanto de sus acantilados, muchísimo más altos, que dejan unas vistas como estas: 




Para mí la visita al Bukit fue la parte más impresionante de todo el viaje. Totalmente diferente a la rural Medewi y a la hippie moderna Canggu, la tranquilidad de Bingin y la experiencia con el coral me atrapó. Lástima que el final de viaje estaba cerca, pero aún nos quedaba otra visita por hacer.

22 de mayo de 2015

Bali 2015: Canggu (Parte 4)

Llegamos a Canggu tras la paradita en Balian. Nuestro conductor nos dirigió primero a la playa de Batu Bolong para ver un mar revuelto y con poco sentido en el que de vez en cuando aparecía alguna cabeza de alumnos entre las espumas.
Canggu es muy distinto a lo que habíamos vivido en Medewi. En esta zona los australianos se multiplican allá donde mires y el color oficial de pelo es el rubio. Es tal la cantidad de gente rubia que no entiendo como no existe como tinte capilar el color Rubio Canggu.

En esta zona frecuentamos tres playas, de oeste a este: Echo Beach, Oldmans y la que os nombré antes Batu Bolong, todas muy diferentes entre sí, cosa que también me llamó la atención.

Empezando por Echo Beach, es una playa con varios picos y la encontramos bastante masificada. El de mayor calidad es un pico de roca situado a la izquierda de la playa, que rompe de izquierdas aunque algún aventurero lo intenta surfear de derechas, tubera y constante. En el resto de la playa los picos se forman por bancos de arena, de menor calidad pero más asequibles cuando no hay el suficiente nivel. Estos picos están bastante masificados y a veces reina el caos.


En la orilla hay cuatro o cinco warungs, que comparten terraza todos ellos, justo enfrente del pico de roca, por lo que, tras una sesión de surf, no hay mejor plan que un buen zumo de frutas mientras ves los tubos y los wipeouts en la mejor ola de la playa.

La siguiente playa, Oldmans, tiene un acceso por un camino de tierra que finaliza en unas escaleras rotas y arrastradas por el mar, por lo que hay que saltar a la arena. Oldmans no tiene ningún warung y es una playa con rompiente de arena en la que de vez en cuando aparece alguna roca aislada. Hay varios picos, aunque el más consistente, dentro de la inconsistencia de la arena, se sitúa un poco a la izquierda del acceso a la playa.

Por último Batu Bolong, de características similares a Oldmans en cuanto a rompiente, con bancos de arena y alguna roca, pero con un acceso a través de unas escaleras en forma de gradas, tenderetes de mercadillo donde comprar artesanías o alquilar alguna tabla de iniciación y un gran bar repleto de sofás con decoración multicolor donde poder tomarte desde un zumo de frutas hasta un plato de pasta al pesto o el famoso nasi goreng.

En cuanto al entorno, Canggu está repleta de restaurantes con comida de todo tipo, tiendas de surf (tablas y ropa), la famosa Deus Ex Machina, algunos talleres de reparación (famosos por sus carteles "ding repair") y construcción de tablas algo más al interior y varios spa con pinta de lujo en los que pasamos de preguntar.


Probamos varios sitios para desayunar, comer y cenar y repetimos en algunos de ellos, como el Ithaka, Dandelion y el Oldmans. Como dije, en Canggu puedes encontrar prácticamente cualquier tipo de comida, desde hamburguesas en el curioso BJ que puso música de Julio Iglesias, pizzas en Pizza House, gazpacho en Ithaka (el dueño es de Logroño), pasta al pesto en el restaurante Oldmans, recetas indonesias y tailandesas en el Dandelion...etc. A destacar sobre todo los pescados a la parrilla, además del excelente atún en un lugar en el que Miguel insiste en llamar Secret Spot, se puede degustar red snapper y mahi mahi.

En Pizza House y Oldmans hay de vez en cuando fiestas y conciertos en directo, pero los planes de noche más famosos de Canggu se lo lleva Deus Ex Machina. Deus Ex Machina es una tienda de ropa, tablas de surf exclusivas y motos customizadas que incluye un bar/restaurante y una zona chill en la parte trasera con puffs, cesped y donde se organizan también conciertos o sesiones con Dj. Aquí fue donde quedamos con Fran, un amigo almeriense con el que surfeamos de vez en cuando en España, que, tras unos meses viviendo en Australia, hizo coincidir su vuelo a Bali con el nuestro antes de irse a Madrid.

Fran nos contó alguna experiencia en Canggu con el Nyepi. Se alojaba en un surfcamp y tras cenar, subió a la cocina a limpiar los platos. Debido a las restricciones de luz, encendió la linterna del móvil para iluminarse y al momento una persona desde la calle iluminó el techo de la cocina con una potente linterna de forma intermitente. Uno de los vigilantes religiosos le estaba haciendo señas para que apagase inmediatamente la luz.

Nosotros pasamos seis días alojados en Mote Surfstay, donde trabaja la chica que nos dio la primera clase de cultura y tradición balinesa, Marta. Mote Surfstay era totalmente diferente a nuestro primer alojamiento en Medewi, un poco más caro pero mucho mejor equipado, con aire acondicionado en todas las habitaciones, camas más cómodas y un baño de tipo balinés, con el techo abierto, la ducha amplia sin mampara y la correspondiente palmera en la maceta de piedra.

Llegamos por sorpresa al Mote, dejamos nuestras cosas y cogimos un par de motos para echarnos en Batu Bolong. La suerte nos acompañó a Canggu; pero la mala suerte, esa con la que coincidimos en Medewi. El sparring esta vez fui yo y me llevé la peor parte. Tras meternos al agua nos dimos cuenta de la corriente que había y tuvimos que salir.


Evalué el resultado: Golpe grave en el tail contra una roca (necesitaba reparación), quilla central perdida, golpe en la rodilla con dos agujas de erizo y un par de agujas más en el pié. Pero no acabó ahí ya que minutos más tarde mi móvil decidió suicidarse.

Le dimos un gran uso a la piscina del Mote, era el centro de reunión post sesiones de surf (o fotografía en mi caso, ya que la tabla estaba reparándose) y coincidíamos allí, además de con Marta y Mote, con los demás huéspedes, muchos de ellos españoles de Asturias, León, Canarias,...

Un par de días más tarde recogí mi tabla, me cobraron 60.000 rupias por el arreglo que al cambio son un poco más de cuatro euros. Parecía mentira, no se notaba absolutamente nada la reparación, ni siquiera en los colores ni al paso de la mano. El trabajo de los talleres allí es excepcional, barato y rápido.

A la mañana siguiente después de recoger mi tabla y con Javi ya recuperado cogimos las motos en dirección a Echo Beach. El pico más asequible estaba plagado de gente y en una de las remadas para pasar la corriente un chico encaró la ola con su body, pateando directo hacia mí. Le advertí pero arriesgó y golpeó con su nudillo mi tail, haciéndose un corte bastante profundo en el dedo y dejándome una marca en la tabla.

Tras el choque salí para interesarme por su mano y al darme la vuelta comencé a contar... treinta y nueve, cuarenta, cuarenta y uno y cuarenta y dos.... cuarenta y dos personas en el pico. Mentalmente bloqueado, no puedo entrar con tantas dudas, cuarenta y dos personas son demasiadas para vigilar cualquier posible golpe y más teniendo en cuenta que tras ese choque estaba nervioso. No volví a entrar.

Esa tarde decidimos dejar las tablas y hacer una pequeña visita turística al templo de Tanah Lot, a unos pocos kilómetros de Canggu. Los alrededores del templo están plagados de tiendas y tenderetes con artículos de todo tipo para los turistas. Desde pañuelos hasta mesas de comedor con forma de dragones. Una vez pasada la zona de tiendas te topas con el mar que golpea la roca formando pequeñas bahías y cabos. El templete mas famoso de Tanah Lot se ubica en una pequeña isla que se aisla con marea alta, en marea baja se puede ir caminando por la piedra. Aparte de éste templo hay bastantes más a lo largo de toda la costa en cada uno de los cabos.

¿La mejor hora para visitar Tanah Lot? Sin duda alguna el anochecer, orientado al oeste el sol se pone sobre el mar en una vista difícil de superar.

11 de mayo de 2015

Bali 2015: Medewi (parte 3)

Budy al volante y nosotros comentándole el caos de los vuelos de ida. Era una sensación de tranquilidad estar en el coche, pero seguíamos nerviosos porque era posible que no llegásemos a Medewi, no obstante le pedimos que se arrimase un momento a una tienda para poder comprar algo de cenar y de beber.
El calor húmedo se dejaba notar cada vez que abríamos la puerta o la ventanilla y el aire acondicionado siempre estaba al mínimo de temperatura y al máximo de potencia. La sensación de entrar al coche era similar a la de entrar en una nevera.

Budy se metía por callejones y nosotros contábamos cabezas de las figuras que había prácticamente en todas las esquinas, relacionadas con los dioses balineses. Un monstruo con grandes colmillos, maquillado y con cuerpo humano sujetando una lanza era algo vulgar en comparación con otras figuras, en las que se multiplicaban las cabezas, los brazos, los pechos y se cambiaban de lugar entre sí. La expresión "unos pechos como tu cabeza" cobraba sentido literal en este caso, donde los pechos tenian cara e incluso más dientes que la verdadera cabeza de la estatua.

Apenas había luz en las calles, solamente las motos o los coches iluminaban un asfalto lleno de baches y casi sin pintar. Todos frenábamos cuando veíamos un coche defrente excepto Budy, que se limitaba a pitar como se suele hacer en todo el este asiático. Te puedes choca, te puedes caer pero nunca dejar de pitar.

A la 1 de la madrugada abandonamos la carretera por una calle que apenas tenía edificios. Llegamos hasta el final y nos vamos a la recepción de los Medewi Cottages que hay pegados a la playa. Se oía perfectamente el mar y los cantos rodados moviéndose y cuando nos dieron la habitación nos señalaron la ola de Medewi, que sin luz se resumía en una mancha blanca al fondo.

Nos acostamos ignorando al ventilador para despertarnos al día siguiente con un sol impresionante. Nada más salir de la habitación para estirarnos vimos la famosa izquierda de Medewi y gente surfeando.


Ahora sí que podemos gritarlo: "A surfear en Nyepi!!!"

Nos pasamos un par de horas en un pico un poco más a la izquierda, entrando en marea alta sobre los cantos rodados, había bastante pendiente por lo que enseguida te ponías a remar y de allí una corriente te dejaba en los picos.

El agua caliente, a unos 28 grados de temperatura. Estabamos surfeando con camiseta y bañador, olas abiertas de izquierdas y alguna derecha cortita y con sitio para todos. Apenas éramos nosotros cuatro en nuestro pico y un par de personas más que se unieron después.

Nos dimos un baño en la piscina del hotel y subimos hasta el final de la calle para desayunar nuestro primer Nasi Goreng*. No había mucho más en el pueblo, que se resumía a esa única calle casi echamos la mañana viendo las olas y fuimos a comer al restaurante del hotel. Por ahora el Nyepi no se nota absolutamente nada.

Nos preparamos de nuevo para ir al agua, esta vez con marea baja. "Total son cantos rodados, unos pocos más que antes, no va a pasar nada". Y allá que fuimos, sorteando pedrolos cada uno por su cuenta y unos más rápidos que otros y todos más rapidos que yo, que iba vigilando donde ponía el pié.

Había llovido y se había creado una riada que llegaba al mar por mitad de la playa. Se juntaba con las olas en la izquierda más famosa de Medewi y le daba al agua un tono marrón por la cantidad de tierra que arrastraba. Aún así nos decidimos a entrar.

Pasamos de piedras secas a piedras humedas, de piedras húmedas a piedras con algas, con lapas y con fantásticos erizos gigantes escondidos en las juntas... entre resbalones avanzaba con cuidado pero llega un momento en que la espuma comienza a cubrirte las piernas y el periodo no te deja ver donde vas a plantar el pié. No es buena idea y menos cuando a Miguel, que caminaba justo delante de mí, se le engancha el invento en una piedra y lo tiene que liberar manteniendo el equilibrio sin golpear la tabla.

Con el agua por las rodillas di media vuelta y volví al muro con algunos cortes en la planta del pie y puntitos pequeños recuerdo de algún erizo que apenas rocé. Poco después apareció André para comentarme la locura y al momento llegaron Javi y Miguel.


Volvimos a la habitación para darnos una ducha y mirar los recuerdos de los pies. Me saqué un par de pinchos con la mano que no eran muy profundos y comenzamos a operar el pie de André, que se había llevado la peor parte y algunos bastante profundos.

Este fue el momento en que empezamos a hablar con nuestros vecinos de habitación en inglés para pedir unas pinzas y más tarde se presentaron sindo él mallorquín y ella ucraniana con un buen nivel de español. Y mientras tanto el pié de André insistía en quedarse con los recuerdos marítimos.

Claro, es Nyepi. ¿Qué significa esto? Que deberías estar en casa, guardando silencio y sin encender la luz. Buscar un médico en esa calle era imposible, clínica ni digamos, así que avisamos a un local que acogió a André en su propia casa y se ofreció a sacar los pinchos.

Os describo el quirófano: Una choza de madera de una habitación con una estantería que tenía bolsas de aperitivos y una nevera cargada de bintangs. Hacia la derecha de la estantería, una familia completa (padres, hijos, nietos, cuñados y cuñadas) entre las que destacaba una chica de unos 16 años con velo amamantando a un bebé y otra chica con facciones europeas embarazada haciendo pulseras de hilo.

En la parte izquierda un par de mesas y sillas con amigos cantando y bebiendo y un divan donde André fue operado entre frases del tipo: "Bebe bintang que esto te va a doler" mientras iluminábamos la zona con la linterna de dos móviles.


Grabamos y fotografiamos la operación. Sinceramente hay videos de ese momento que soy incapaz de verlos al completo y no he querido incluirlos en el video resumen de nuestro viaje.

El doctor cerró las heridas frotando unas hojas y nos tomamos de nuevo una bintang con él y fuimos a cenar al restaurante del hotel, donde tenían miedo a los vigilantes del Nyepi y nos sirvieron de cenar rápidamente y casi a oscuras.

Tras esto fuimos a dar una vuelta y nos encontramos con una fiesta de los locales, donde estaba el doctor y su mujer. Nos tomamos otra ronda de bintangs y un rato más tarde volvimos al hotel.

No amanecimos del todo bien, mis cortes todavía eran incómodos y André también decidió no bañarse ese día. Tras desayunar, esta vez Mie Goreng, nos fuimos a la piscina mientras Miguel y Javi se fueron a dar un baño, esta vez entrando por la playa de arena. No fue un baño espectacular, pero sí lo fue la tremenda remada que tuvieron que hacer hasta llegar al pico.

Obviamente esa tarde decidimos no meternos ninguno. Además empezó a llover así que Javi y Miguel fueron a darse un masaje mientras André y yo aprovechamos para echarnos una siesta (tradiciones por delante). Esta vez fuimos a cenar unas pizzas y a la vuelta aproveché para disparar fotos nocturnas.

Y ahora sí que se puede dar gracias al Nyepi. El día sin luz es el mejor día para sacar fotos nocturnas ya que no hay apenas luz ambiente. Aunque tampoco busqué el mejor sitio para sacar las fotos, me llevé un par de recuerdo como esta:


Javi y Miguel habían visto un bar de bambú en construcción cuando entraban a la playa, así que fuimos a ver si estaba abierto. Se accedía a través de un caminito lleno de trampas, en el que podías caerte por agujeros o quedarte sin chanclas en cualquiera de los charcos. Llegamos a aquella fortaleza y tenemos el orgullo de decir que fuimos los primeros clientes.

Se trataba de una edificación de dos pisos hecha con cañas de bambú con vistas a la playa. Se notaban todos los pasos una barbaridad. Para haceros una idea, estábamos todos tumbados en los pufs y yo daba golpecitos con las yemas de los dedos el lateral del mío. Javi, a 4 metros, pensaba que eran pasos de alguien que se acercaba.

Algo más cara que las anteriores, pagamos nuestras bintangs y nos fuimos para las habitaciones.

Hicimos las maletas nada más levantarnos y desayunamos mientras charlábamos con nuestros vecinos de habitación, Tony e Irina. Esta vez los desayunos fueron más occidentales, banana pancakes, zumos y ensaladas de frutas.

Al terminar el hermano de Budy nos esperaba en la furgoneta. Cargamos las tablas y las maletas y pusimos rumbo a Balian donde pensábamos quedarnos dos o tres días.

Pese a encontrar una habitación para 4 por 400.000 rupias la noche (unos 7 euros por cabeza la noche) las olas no nos convencían, así que decidimos poner rumbo hacia Canggu, pero eso ya es otra historia.

*El Nasi Goreng es una de las dos recetas más conocidas de Bali. Se trata de un arroz frito con verduras y una salsa a menudo picante acompañada de un huevo encima. Al lado es común que te pongan dos rodajas de pepino y una de tomate (exactamente esa cantidad en todos los nasi goreng que tomamos). La otra receta es el Mie Goreng que se trata exáctamente de lo mismo salvo que se sustituye el arroz por tallarines. En este caso el huevo a veces se sirve batido, frito y revuelto entre los tallarines.

4 de mayo de 2015

Bali 2015: Vuelos de ida (Parte 2)

Dormimos lo que los nervios nos dejaron. Habíamos quedado a medio día en Barajas para facturar las tablas y coger el trenecillo hacia el satélite de la famosa T4, pero Javi y yo nos encontramos algo antes en el metro. Simple casualidad.

Una vez allí, sin desvelar todavía que nos marchábamos, me dio por echar un ojo rápido a facebook. Apareció una foto de otro amigo nuestro, Rolo, tomada minutos antes en la misma terminal.

- Rolo - escribí por el whatsapp
- Dime
- A donde vas? estás en Barajas?
- A Bali, estáis en Barajas también?
- Sí, dime tu vuelo
- Malditos malnacidos!

La casualidad también quiso que tanto Rolo y su amigo como nosotros cuatro viajásemos en los mismos aviones, en plural, dado que para llegar a Bali con Qatar Airways se hace escala en Doha de un par de horas.


Aprovecho para comentaros que para volar a Bali hay varias formas. Se puede realizar el viaje completo tanto con Qatar Airways como con Fly Emirates (las mejores en el caso de que llevéis tablas de surf), haciendo escala en Doha o en Dubai respectivamente y a veces una extra en Kuala Lumpur o Yakarta, o por el contrario volar hasta Yakarta y posteriormente usar otra compañía para el viaje Yakarta - Bali, puesto que es un vuelo bastante regular que se realiza varias veces al día por distintas compañías. En nuestro caso optamos por la segunda opción (los vuelos a Yakarta son bastante más baratos) y usamos Air Asia para comunicar Yakarta con Bali.

El vuelo Yakarta-Bali lo compramos con 4 días de antelación. ¿La razón? Air Asia y Lion Air tienen ofertas de última hora por las cuales puedes adquirir billetes muy rebajados si esperas al último momento. Dada la regularidad de los vuelos, no es tan arriesgado esperarse y muchas veces compensa el ahorro frente al vuelo directo a Bali.

Nos encontramos con Rolo entre los mostradores de colonias y perfumes del satélite, que es la entrada a la sala VIP y nos dirigimos a la puerta de embarque con ellos. Nos quedaban por delante muchísimas horas de avión que no nos atrevíamos a contar y mientras preparábamos las tarjetas de embarque para entrar en el avión, llegó un mensaje curioso al móvil de Javi:

Le informamos que su vuelo Air Asia Yakarta - Bali, previsto para las 19:30 ha sido retrasado y despegará a las 22:00.

"Será el de esta noche, con el cambio horario se habrán hecho un lío, no tiene sentido que retrasen el de mañana...." - y despegamos.


En los vuelos hacia el este hay que planificar bien el jet lag*. Habíamos pensado mantenernos despiertos en el primer vuelo, dormir en el segundo y mantenernos de nuevo despiertos en el último, aunque este no era realmente importante porque no era excesivamente largo.

La estrategia no funcionó. No hay combinación de películas y libros que te permitan mantenerte despierto durante un vuelo de alrededor de 8 horas, ni siquiera ofreciéndote comida, merienda, aperitivo y cena.

¿Os acordáis de lo que comenté del Nyepi en la entrada anterior? Este cambio de vuelo significaba no poder llegar a Medewi a tiempo, es decir, tener que quedarnos 24 horas encerrados en un hotel (si es que llegábamos, por el cierre de las carreteras). Teníamos dos horas para solucionarlo y estábamos escribiendo a través del chat de atención al cliente de Air Asia. Quedaron en llamarnos confirmando que podíamos cambiar los billetes, pero cuando esa llamada se realizó, nosotros estábamos volando en dirección a Yakarta.



Otra vez el mismo capítulo, alrededor de 9 horas de vuelo entre películas, bandejas con comida y libros, pero esta vez con el añadido de no saber si esa noche dormirás en un hotel o incluso en el aeropuerto.

Aterrizamos en Yakarta, corrimos al autobús para el cambio de terminar y literalmente asaltamos el mostrador de Air Asia. Teníamos la suerte de poder cambiar de vuelo sin coste añadido y encima a uno con despegue a las 18:00 cuando el original era a las 19:30. Avisamos a Budy, nuestro conductor, del adelanto del vuelo y subimos a la puerta de embarque.

Minutos más tarde, ya en la puerta de embarque, acabó nuestra alegría. De nuevo el vuelo de las 18:00 se había retrasado, con salida a las 19:35. Ni siquiera avisamos a Budy, ya no podíamos hacer más.

Volamos de nuevo durante una hora y media, más una hora de cambio horario y aterrizamos sobre las 22:00 en Bali. Allí estaba Budy esperándonos, cargamos el coche y le preguntamos:

- ¿Tú crees que llegaremos a Medewi?
- I hope my friend.

Hasta el momento habíamos cogido entre uno y tres metros para llegar a Barajas, un trenecillo para llegar al satélite, dos vuelos de larga distancia, un autobús de cambio de terminal, un vuelo de corta distancia y una furgoneta. Cerca de 30 horas de viaje calculándolo de puerta a puerta hasta llegar a nuestras habitaciones en Medewi, tras esquivar los actos religiosos**, pero al final lo conseguimos.


*) En los vuelos hacia el este el día es más corto, se suman horas, por lo que es conveniente generar sueño y dormir según la hora de destino. En cambio con los viajes al oeste al ser el día más largo si logras mantenerte despierto hasta la noche, el problema del cambio horario es bastante más llevadero.

**) Lo poco que pudimos ver desde el coche se trataban de bailes y actuaciones frente a estatuas similares a los ninots de las fallas, aunque de unos 3 o 4 metros de altura a lo sumo, que representaban las distintas deidades. Todas ellas se caracterizaban por posturas con mucho dinamismo, multitud de brazos y de cabezas y a menudo peleándose. Rara era la estatua que no estuviese en equilibrio sobre la punta de un solo pié.

26 de abril de 2015

Bali 2015: Nyepi (Parte 1)

- Una pregunta, Jorge, ¿qué día llegáis?
- El 20 de marzo por la noche, ¿por?
- ¿Sabéis lo que es el Nyepi?
- No.
- Me lo temía.

Esta fue la conversación que tuve con Marta a escasos días de volar hacia la isla indonesia de Bali y que cambiaba todos nuestros planes de ruta en el viaje. Las anécdotas empezaron a suceder días antes de que llegásemos a nuestro destino, algo a lo que no estamos muy acostumbrados. Pero mejor empezar desde el principio y contar un poco qué es Bali.

Comenzábamos 2015 en diciembre y Javi, André y yo teníamos ganas de volver a subirnos a un avión y surfear en otros sitios del mundo. Con dos posibilidades en mente, Maldivas y Bali nos decantamos por esta última por el precio. El viaje sería para pocas personas, sin complicaciones y con la idea en mente de fijar los mínimos detalles posibles para poder tener la libertad de cambiar de planes en cualquier momento. Por poneros un ejemplo, una semana antes de volar únicamente teníamos billetes hasta Yakarta y ningún hotel reservado.

Poco antes se había unido al grupo de aventureros Miguel, que tras analizarlo con detenimiento decidió quedarse allí durante 10 días más, algo que provocó más de un comentario envidioso.


Bali es una isla de Indonesia donde, al contrario que en las demás donde predomina el islam, la religión hinduista es mayoritaria y practicada por más del 90% de la población. El hinduismo balinés se basa en el hinduismo tradicional pero incluye creencias animistas y cultos a santos importados del budismo.

La religión está muy presente en toda la isla. Desde el primer minuto en el que bajas del avión te encuentras altares por todas partes. Da igual que sea un pasillo del aeropuerto, la entrada a un supermercado o un aparcamiento, hay una cornisa con una figura o una foto con decenas de ofrendas unas encima de otras y más cestas en las entradas de las casas, esquinas y hasta contadores de la luz. Pisadas, atropelladas, deshechas a lo largo de las calles y callejones. Es muy curioso las risas que se despiertan cuando un turista que no está acostumbrado a verlas intenta esquivarlas o pide perdón al pisarlas. No es necesario respetarlas, lo que no quiere decir que se tengan que pisar todas. Más adelante pondré alguna foto de estas cestas tan cuidadas.

Como adivinó Marta, no teníamos ni idea de lo que significaba Nyepi ni las obligaciones que suponía. En este caso es fundamental saber que tu primer día en Bali se celebra el fin de año balinés y que, al contrario que en el resto del mundo, éste no es un motivo de alegría, fiestas y fuegos artificiales sino todo lo contrario, es decir, el Día del Silencio.

Nyepi o día del silencio. Las normas hinduistas obligan a los creyentes a permanecer en sus casas orando, sin practicar ninguna actividad lúdica, sin hablar, sin trabajar, sin encender ninguna luz y en ayuno. Esta práctica comienza a las 6 de la madrugada y se extienda hasta las 6 de la madrugada del día siguiente*, aunque debido a las procesiones previas al Nyepi, las carreteras sufren cortes a partir de las 12 de la noche. La razón de estas normas son debidas a que en Nyepi se escapan los espíritus malignos y recorren las calles.

"Pero yo soy turista, no creo en esos dioses, no tengo por qué seguir la tradición". Pero estás obligado a respetarla. Los turistas no están obligados a mantenerse callados y en ayunas, pero no tienen permitido salir a las calles, por lo que esas 24 horas han de pasarse dentro de los hoteles. En la piscina, en el restaurante, en la habitación, donde quieras, pero dentro del recinto. "¿O si no?" o si no, corres el riesgo de que los vigilantes que aseguran que estas normas se cumplen te apresen o te peguen una paliza.

"Venga ya, estás exagerando". Muy a mi pesar no estoy exagerando. El Nyepi es tan importante que el aeropuerto cierra sus puertas y no se permite la circulación de ambulancias salvo para atender partos o casos de vida o muerte.

La solución a este problema es buscar un destino con mayoría musulmana para ese día. En esas ciudades las medidas de Nyepi no son tan estrictas por lo que te permiten salir del hotel y realizar vida más o menos normal. Una de esas ciudades, en la que además podíamos surfear, es Medewi, a unas dos horas y media al noroeste del aeropuerto.

Gracias a los consejos de Marta cambiamos nuestro primer destino de Canggu a Medewi y poder surfear el primer día.

El siguiente paso fue reservar el vuelo Yakarta-Bali para el 20 de marzo. De retrasarlo nos veríamos obligados a pasar dos dias en Yakarta por el cierre del aeropuerto en Bali, así que buscamos un vuelo con Air Asia (solamente ida) a Bali y hablamos con el conductor que nos acercaría a Medewi en coche.

- Tu crees que aterrizando a las 22h llegaremos, Budy?
- I hope my friend.

Y así pusimos toda nuestra confianza en una persona desconocida y ultimamos las maletas con destino Bali.

*) En 2015 el Nyepi se celebró el 21 de Marzo. El calendario balinés no tiene una equivalencia fija con el calendario gregoriano, por lo que la fecha del Nyepi no es fija.