3º Etapa: Machu Picchu
Domingo, 1 de Abril de 2012, 5:30 am. Suenan los despertadores en el cuarto piso del hotel Amanecer en el Sol de la ciudad de Cuzco. Este madrugón se debe a que hemos quedado con nuestro guía principal a las 6 y media en la puerta del hotel y antes hemos de desayunar pues el viaje va a ser relativamente largo.
Una ducha rápida a la luz de la... un momento, no hay luz en el baño, ni en la habitación. Una ducha rápida a oscuras y a bajar a desayunar, sin correr demasiado debido a la altitud. Avisamos de la luz en recepción y nos fuimos al comedor a servirnos una infusión de coca, unos bollitos con mantequilla y mermelada y algo de fruta.
En la pared lucía un mapa que tuve que fotografiar para acordarme de los nombres de los monumentos visitados.
Willy nos presentó todo el plan en un mapa. El viaje de hoy consistia en coger un autobús de Cuzco a Ollantaytambo que tardaría alrededor de 2 horas. Posteriomente, nos subiríamos a un tren que tardaría otro par de horas en llegar hasta el pueblo de Aguas Calientes, también llamado Machu Picchu pueblo. Allí nos esperaría nuestro guía Nelson y nos meteríamos de nuevo en otro autobús que subiría desde el margen del río hasta Macchu Picchu por un camino en zig zag y tardaría alrededor de 25 minutos en subir. En total, 4 horas y media sin contar los intercambios de transporte. Saliendo a las 7 de Cuzco, llegamos a Machu Picchu casi a las 12 del mediodía. Esto es clave para tu piel, allí arriba el aire es muy puro y transparente y el sol es muy directo, sobre todo en las horas centrales del día. Para que os hagais una idea, mirad la marca de mi reloj a la vuelta:
He de aclarar que entre España y Perú hay siete horas de diferencia, pero ya llevaba tres días dándome unos buenos madrugones, como habéis leido, cinco o seis de la mañana de Perú, que son las doce o la una del mediodía de España, por lo que la sensación de jet lag era insignificante. Así que si quereis visitar un país como Perú y dividís el viaje en dos secciones como he hecho yo, os recomiendo dejar la de descanso para la segunda parte.
El que el trayecto entre Cuzco y Ollantaytambo se realiza en autobús en la estación de lluvia (en la que estamos). En las estación seca, los trenes van directamente desde Cuzco a Aguas Calientes. Desconozco como será el trayecto entre Cuzco y Ollantaytambo, pero me encantó poder disfrutar de esas largas cuestas para poder subir por encima de las montañas y las bajadas a los valles. Las vistas son deliciosas.
Tras una bajada, encontramos un puente en obras con su operario parando el tráfico ayudado por una señal de mano que rezaba Pare. Allí se detuvo nuestro conductor esperando a nada, puesto que no pasó ningún otro vehículo, hasta que, harto de estar parado, ignoró al trabajador y se plantó en mitad del puente, dando la casualidad (lógica casualidad) de coincidir con un coche en dirección contraria. Por tozudez de ambos, el conflicto se saldó con una retirara de conos que permitió a los dos vehículos cruzarse en el puente y continuar el viaje.
Llegamos a Ollantaytambo y nos dirigimos al tren como ganado. En serio, lo parecíamos. Toda la gente andando en bloque al mismo sitio por el único camino. Allí ocupamos nuestros asientos al lado de unos japoneses que rodaron todo el trayecto con una cámara de mano y un ipad.
Sin duda yo saldré en alguno de los montajes que harán con tantos minutos de metraje, por lo que no puedo resistirme a corresponderles de una forma similar, dados los instrumentos que yo tenía a mi alcance en ese momento.
Debido a este "robado" comenzamos a hablar con una pareja de argentinos que nos acompañaban, cara a cara, y que iban a realizar la última etapa del camino del inca. El camino del inca es, posiblemente, una de las rutas más impresionantes que existen. Consiste en caminar desde Cuzco a Machu Picchu durante cuatro días con un guía a traves de las montañas de los andes, durmiendo en acampada o pequeños refugios y cargando con las provisiones. En Perú se ofrecen bastantes rutas de aventura de este estilo.
Siguiendo el curso del río por el lateral derecho del mismo, avanzábamos entre montañas rodeados de una agradable mezcla de plantas tropicales, a cada cual con hojas más espectaculares, hasta que, llegado el momento que el conductor del tren determinó como idóneo, las ruedas se pararon poco a poco y nuestros compañeros de mesa fueron invitados a bajar del tren tal y como habian indicado para continuar el camino a pié.
Allí les abandonamos, en mitad de las vías, tras una pequeña conversación con el revisor:
Argentino: ¿Es aquí? Ok. Una pregunta ¿Hacia donde tenemos que ir, derecha o izquierda?
Revisor: Izquierda. Encontrareis un puente, lo atravesais y retomais la ruta allí.
Y nos alejamos a la misma velocidad que llegamos indiferentes a la pérdida de peso en el tren, como quien ve una orquidea, la fotografía y se marcha, en definitiva, con la sensación del deber cumplido.
Metros más adelante vimos el puente mencionado. "Supongo que irán por ahí", pensé. "Suerte", añadí mentalmente momentos después; hay que ser cortés en cualquier momento, incluso en un campo tan desconocido como la telepatía. De dominarlo probablemente me escucharon, pero dada mi poca experiencia en el tema fuí incapaz de escuchar el "gracias".
A la llegada del tren volvimos a salir como ganado, compramos unos ponchos mientras sorteabamos los pasillos de un gran mercadillo hasta llegar al minibus que escalaba una espiral hasta llegar a Machu Picchu 25 minutos más tarde.
En cada curva mirábamos asombrados la altura que estábamos escalando y sin ningún ataque de vértigo. El río se perdía entre los árboles que se agolpaban entre si como el metro en hora punta.
Al llegar arriba ascendimos un poco más a pié y Nelson nos empezó a explicar parte de la historia de Machu Picchu, que me resulta imposible de resumir aquí mismo, por lo que daré algunos de los detalles más relevantes.
En el caso de Machu Picchu, como en todo lo relacionado con la cultura andina, no existen documentos escritos fiables sobre su verdadera historia, hasta tal punto que se desconoce el nombre exacto de esta ciudad.
La llamada Machu Picchu está edificada en un montículo situado entre dos montañas, la verdadera Machu Picchu que se traduce como montaña vieja y Huayna Picchu, traducida como montaña nueva.
Estas edificaciones guardan la particularidad de que no fueron descubiertas por las tropas españolas en la conquista de los paises andinos, por lo que no se destruyó con la invasión. Dada la buena conservación de la obra, su calidad y su tamaño, se ha considerado una de las siete nuevas maravillas del mundo.
Pizarro llegó a Perú en un momento muy delicado. Había un conflicto armado entre dos hermanos incas por el poder de los Andes, uno de ellos en Quito y el otro en Cuzco. Esta situación favoreció al español que consiguió aliarse con un hermano para terminar derrotando a los dos.
Los españoles consiguieron hacerse con el poder y recibían los tributos (como impuestos) de las aldeas cercanas en las ciudades principales (como Cuzco) sin tener que dirigirse a ellas en persona. Esto favoreció a la conservación de Machu Picchu ya que eran los propios ciudadanos los que transportaban los bienes a Cuzco por el camino que expliqué anteriormente: El camino del Inca.
Por otro lado, también se habla de que Machu Picchu fue una ciudad autosostenida y autónoma, por lo que probablemente el comercio, basado en el trueque, era escaso o casi inexistente, lo que hacían de esta ciudad poco interesante.
Además, según comentan varios historiadores, Machu Picchu fue una ciudad que se desalojó al menos en dos ocasiones para desplazar a sus habitantes a otras zonas andinas. Esta puede ser otra de las razones por las que Machu Picchu terminó siendo invisible a los ojos hispanos.
Sin embargo mi explicación favorita es la más sencilla de todas: Los españoles no llegaron porque seguían el curso del río y desde el río no se ve Machu Picchu.
Siguió pasando el tiempo generando leyendas hasta que, en un determinado momento, un inca apresado por los hispanos solicitó un permiso para honrar a sus muertos en un ritual con una figura pequeña de oro macizo en la selva. Los hispanos le concedieron su deseo y el inca partió con una caravana de llamas y alpacas hacia la selva con algunos ayudantes.
Se dice que esta caravana transportaba un tesoro de incalculable valor, se adentró en la selva y nunca regresó por lo que en algún lugar de los países andinos se podrán encontrar una gran cantidad de objetos de oro mezclados con huesos humanos y de llamas. Con el paso del tiempo, la propia naturaleza se habrá apropiado de todo escondiéndolo bajo tierra, por lo que la probabilidad de encontrarlo, si es que existe, es mínima. A este enjambre de tesoros y huesos se le denominará Ciudad Perdida de los Andes.
A finales de 1800, Hiram Bingham, profesor de historia norteamericano (¡anda, como Indiana Jones!) conoció estas historias y se puso camino de los Andes para intentar encontrar más datos. El 24 de Julio de 1911, es decir, hace un siglo, Hiram llegó a Machu Picchu y se fijó esta fecha como la oficial del descubrimiento de Machu Picchu.
¿Qué se encontró Hiram Bingham al llegar?
Pues nada más y nada menos que dos familias que residian a escasos metros de la ciudad abandonada y que utilizaban parte de las construcciones como huertos. Pero estas personas no sabían ni leer ni escribir, por lo que no tenían ni voz ni voto para arrebatarle a Hiram el descubrimiento.
El que sí que podía tenerla era Agustín Lizárraga, que al parecer llegó años antes que Hiram y lo visitó varias veces, dejando, incluso, una señal en las ruinas con su nombre. Pero Agustín no tenía conocimientos históricos sobre lo que había conocido y no investigó, cosa que sí que hizo Hiram.
Hiram Bingham volvió a Estados Unidos, en concreto a la universidad de Yale llevándose como souvenir una colección de más de 45.000 piezas de la cultura inca. No ha sido hasta el año pasado, 2011, cuando Perú ha conseguido que dichas piezas se devuelvan al país. Ahora bien, Hiram posee dos placas conmemorativas a la entrada de la ciudad inca, y en 2011 se celebró el centenario por su descubrimiento. ¿A qué se debe tal reconocimiento conociendo el robo del que se le responsabiliza? Bajo mi punto de vista esto es muy curioso y no he encontrado ninguna explicación.
Nada más llegar a Machu Picchu podemos apreciar que se divide en dos grandes zonas, separadas por una falla natural. Lo que aparece normalmente en las fotos es una sola de esas partes, la dedicada a las viviendas, templos, escuelas y plaza principal, donde se hacía vida social. Las fotos están tomadas concretamente desde la zona que se dedicaba a la agricultura y ésta está formada por unas terrazas que recorren toda la colina a lo largo, en estratos con una anchura entre un metro y medio y dos metros y una altura entre terrazas similar.
Pero estas terrazas no son simples escalones grandes. Si partimos uno de éstos veremos que están formadas por varias capas, desde piedras grandes, pasando por medianas y por encima una capa de tierra. Están perfectamente estructuradas para evitar que las plantas se cayesen o se derrumbasen las terrazas, asegurando también la concentración de nutrientes necesaria para poder cultivar y el drenaje del exceso de agua.
Pasando por un camino que unía las dos partes de la falla, se accede por una puerta a la ciudad de Machu Picchu. Uno de las características de las puertas incas originales es el dintel de las puertas, realizado en piedra y de grandes dimensiones. Todas aquellas que sean de madera, son sustituciones posteriores.
Al ser la puerta principal, por dentro, tiene a ambos lados un par de cilindros entre las rocas donde se ataban los maderos para cerrar el portón.
Una de las primeras estancias donde estuvimos se trataba de una pequeña habitación que tenía la particularidad de amplificar el sonido. Rodeado de nichos en sus paredes, cualquier persona que susurrase en ellos podía ser escuchada en toda la habitación e incluso fuera de ella. El sonido se amplificaba tanto en horizontal como en vertical.
Esta NO era la función principal del edificio, aunque uno de sus nombres es el templo del sonido. La estancia está realizada en piedra bien trabajada y apilada siguiendo líneas horizontales, es decir, con todas las piedras de la misma altura y guarda una perfecta simetría.
Más adelante nos encontramos con el templo principal de Machu Picchu. Posiblemente sea uno de los edificios peor conservados de la ciudadela ya que está situado encima de una falla, lo que hace que sea muy sensible a los sismos y en sus paredes podemos observar como las piedras se han separado entre sí facilitando el derrumbe.
Seguimos hacia adelante y nos encontramos la plaza principal donde se solían hacer reuniones tanto militares como civiles como fiestas o comerciales. Recordemos que en la época inca, no existía una moneda, sino que el comercio se basaba en el trueque.
En uno de los laterales de la plaza tenemos una pequeña terraza donde se han plantado las distintas especies de plantas que crecen en los andes. Entre ellas hoja de coca, tan apreciada por su efecto anti mal de altura y antiguamente considerada como planta divina.
Bien, la hoja de coca, que mucha gente me ha preguntado, posee entre el 0'1% y el 0'8% de cocaína. La concentración es tan pequeña que habría que tomarse unos 500 mates de coca como para poder notar cualquier efecto de la droga. Sería todo un reto intentarlo ya que el tiempo que lleva consumir tantas infusiones es tanto que te desharías del principio activo antes de haber alcanzado tu objetivo.
El mate de coca facilita la absorción del oxígeno en los pulmones y esta es la razón por la que se consume para combatir el mal de altura. Además de esta particularidad, es digestivo y ayuda a la expulsión de gases. Por último, como la mayoría de las infusiones, es diurético.
La coca (como planta) también está regulada por la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961 que limita su venta exclusivamente en los paises andinos. Yo me traje un saquito sin problemas en la maleta, pero lo siento, no os la puedo vender.
Llegando ya al otro extremo de la ciudad, nos encontramos con una piedra pulida como una mesa, que podría indicar la finalidad de la misma como altar o mesa de sacrificios. Esta mesa posee cuatro esquinas apuntando a los cuatro puntos cardinales, misterio que todavía no se ha resuelto. ¿Simple casualidad? Existen muchas piedras talladas de forma similar apuntando a los cuatro puntos cardinales de las que se sigue intentando averiguar el porqué y el cómo.
Actualmente a esta mesa se le atribuyen propiedades mágicas y cúmulo de energía positiva. Los científicos, por supuesto, no han logrado confirmarlo por lo que, en el caso de necesitar energía, recomiendan, al igual que nuestro guía, acercarse unos kilómetros más adelante a la central hidroeléctrica, que, esta sí, está certificada.
Detrás de esta piedra se han cubierto dos de las casas de Machu Picchu siguiendo la técnica Inca para la construcción de tejados. Los tejados de madera originales no se conservan ya que es lo primero que se descompuso. Se cree que encima de la madera había capas de oro.
Entre estas dos casas se situa una roca de grandes dimensiones cuyo perfil muestra una "maqueta" de las montañas que rodean Machu Picchu.
Volviendo de nuevo a la zona agrícola, pero por la parte inferior de la ciudad, visitamos cuatro edificios importantes: La casa del sumo sacerdote o la esposa del monarca, la casa del monarca, el observatorio y el Templo del Sol.
La casa del sumo sacerdote o la esposa del monarca no quiere decir que fuesen la misma persona, sino que no se sabe con claridad a quién pertenecía. Por las piedras utilizadas y la forma de construcción, esta residencia pertenecía a alguien de gran importancia en la ciudad. La distribución de las habitaciones hace pensar que no recibía a gente ni tenía personal dedicado para él, por lo que se descarta que fuese la casa del monarca.
Estas facilidades, como cocina, sala de recepción, dormitorio e incluso aseo, sí que las tiene la llamada casa del monarca. Además, posee pasillos por donde accedian las personas de servicio. Es curioso ver el aseo, con un desagüe hacia la falla. Más adelante hablaré de las canalizaciones de agua.
Bajamos unas escaleras hacia el observatorio, con tres ventanas, característico de los templos incas, y con dos piedras en el suelo en los que estaban tallados dos agujeros circulares, como cuencos. Ahí se volcaba agua y se miraba el reflejo de las estrellas. Éstos son los llamados espejos de agua.
La función de las tres ventanas no era ni más ni menos que la de calendario. En cuanto el sol atravesaba la ventana central e iluminaba una zona del observatorio coincidiendo con el solsticio de invierno, muy importante para la agricultura y los cultos al Sol (Buscad la ceremonia de culto al Sol llamada Inti Raymi).
Al lado accedemos a la parte inferior del templo del Sol, coronado por un torreón de atípica forma circular y de piedra pulida, como todas las edificaciones de importancia en la cultura inca.
En la parte inferior se identifican diferentes nichos donde probablemente se conservaban momias y un pequeño altar con distintas alturas. Es curioso ver como los incas no adaptaban las piedras del lugar a sus construcciones sino sus construcciones a las piedras del lugar. Una de las paredes de este templo muestra esta particularidad.
Entrando en el templo, en una de las paredes, habia un hueco similar a una chimenea, en la que se depositaban las ofrendas para honrar al Sol. Actualmente hay gente que sigue creyendo y deja sus ramas de coca (recordemos que eran plantas sagradas), monedas o incluso galletas, que fué lo que nos encontramos nosotros allí.
Las canalizaciones de agua de las que hablé en la residencia del monarca, se habian realizado a lo largo de la falla natural y bajando por la montaña. Estas canalizaciones estaban realizadas en los propios bloques de construcción de los edificios. Se hacía un canal en la cara superior de un bloque y en la inferior de la piedra situada justo encima, con el fin de formar una especie de tuberia que corria por las juntas.
En cualquier otra construcción esta técnica no hubiese tenido sentido, pero la arquitectura inca era tan perfecta que conseguía que estos canales apenas perdiesen agua.
La construcción de "tuberias" en piedra incluía, además de los tramos rectos, tramos en curva con ángulos que impedían la obstrucción del tubo. Una obra perfecta de fontanería.
No puedo dejar de recomendar la visita a esta sensacional construcción inca. Todo lo que he contado sobre Machu Picchu es una pequeña muestra de lo que se puede encontrar en esta ciudad escondida entre montañas andinas y apenas muestra la grandiosidad de esta maravilla arquitectónica.
Continuamos nuestra aventura bajando de nuevo a Aguas Calientes a comer de buffet platos típicos de Perú y, tras comprar una bolsa de hojas de coca, nos metimos en el tren camino de Ollantaytambo.
El tren arrancó y atravesó la vegetación a su velocidad habitual hasta que paramos en una curva. La máquina se había estropeado.
La gente se ponía nerviosa y quería explicaciones sobre lo que estaba pasando y el personal del tren únicamente podía comunicarles que se había averiado la máquina y venía otra en camino.
Siempre me parecieron curiosas estas situaciones en las que la gente quiere saber cual es el problema en concreto de las tuercas del motor del tren como si eso cambiase la necesidad de esperar a por otra máquina. Quizás por eso, o por mi forma de ser, en vez de preocuparme, comenté con mi primo las ventajas de pasar la noche en el tren en el caso de que se nos diese opción a continuar el camino andando. Es obvio, no hace frío, los animales lo tienen más dificil para alcanzarnos y devorarnos y a decir verdad los asientos no eran incómodos del todo.
Por si acaso, mi primo y yo localizamos un par de personas con sobrepeso por si la espera se alargaba y tuviésemos que devorarnos entre nosotros.
Nuestra calma constante chocaba violentamente con el nerviosismo creciente del pasaje y para evitar que la situación empeorase dejé en la despensa frases afiladas del estilo: "Ya vereis cuando nos empiece a faltar el aire".
La locomotora llegó una hora más tarde. Empujó el tren hasta una zona donde se duplicaba la vía, lo adelantó y remolcó el tren hasta Ollantaytambo, donde cogeríamos el autobus hasta Cuzco y por último un taxi pagado por la agencia hasta el hotel.
Caímos derrumbados en la cama. Lo justo para empezar a ver nuestro apreciado programa "Caminos de la Muerte", aunque esta vez, no llegamos más allá de los creditos iniciales.