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17 de mayo de 2012

Perú (Abril 2012) Cuarta Parte

5º Etapa: Máncora-Piura-Lima-Madrid

El hotel en Máncora estaba destinado a gente joven. En el centro había como una plaza rodeada por dos edificios con varias puertas, como una corrala, y tras estas puertas había varias habitaciones de muchas camas. Todas ellas compartían un baño para chicas y otro para chicos por piso y, a su vez, servían como servicios para la barra del bar y el comedor al aire libre que habia en un lateral de la placita.

Detrás del comedor, subiendo un par de peldaños y rodeado de hamacas se situaba la piscina y pasando el muro de madera de detrás de la piscina había cuatro casas con habitaciones dobles.

Estas casas tenían la habitación en el piso superior y en el inferior un baño con ducha. El piso de arriba tenía una pequeña terraza y se veía a escasos 10 metros el mar. Mi primo y yo habíamos reservado una de estas casas dobles.


Nuestro objetivo en Máncora en principio era surfear y con esa mentalidad nos pusimos en marcha a caminar por la playa hasta el centro del pueblo.

Máncora es una ciudad mucho más turística que Lobitos, algo fácil ya que Lobitos aparte del surf no tenía ningún otro atractivo. En esta ciudad se concentraban gran cantidad de bares de copas que inundaban las calles centrales con sus terrazas y con camareros estratégicamente situados cada metro y medio para ofrecerte lo mismo. A veces agobia, pero no me sentía así exactamente. Solo venía una frase a mi cabeza: "¿Es posible que alguien cambie de opinión para beberse un mojito según sea de guapa la camarera que te lo ofrece?".

Echamos un ojo al spot. La ola no tenía comparación con la de Lobitos, apenas se extendía entre 10 y 15 metros, también a izquierdas, con una altura de un metro sin tubo y masificada de surfistas. Nuestras opciones de surfear en Máncora se disiparon al momento y descartamos surfear en Máncora. Al fin y al cabo era el final de nuestro viaje, dos días allí, y podíamos dedicarnos a la fiesta.

De vuelta al hotel agarramos unas nuevas chelas y nos tiramos a la piscina. 

Con la historia que voy a contar puede que me juegue un par de amistades que hicimos allí. Esta anécdota fue tan insólita que me veo obligado a taladrarla en mi blog aunque ocultaré el nombre del protagonista en cuestión y lo haremos pasar por, por ejemplo, Wilson. Por supuesto no hice amistad con Wilson de ninguna de las maneras y de hecho creo que sigo cayéndole mal, si es que todavía me recuerda. 

Ahora que le doy una vuelta, Wilson queda bien, ¿no?. ¿No os acordais de una pelotita de voleyball en una playa desierta? Exacto, estoy siendo "inspirado" por la última película robinsoniana titulada Náufrago.

Volviendo a nuestra piscina, en las hamacas se situaban dos chicas llamadas Laura y Fiorella y dos hamacas más a la izquierda otra chica desconocida tomaba estáticamente el sol. Todo normal hasta que llegó nuestro querido Wilson a entablar una conversación con Laura y Fiorella. Este chico era muy amigo de una de ellas y durante un buen rato Wilson relató con todo lujo de detalles una historia que se podría calificar de emocionante para el narrador y tremendamente aburrida para quien la escuchase.



Tras salir nosotros del agua Wilson buscaba un mechero y Laura aprovechó para indicarle que la chica de la izquierda fumaba y tendría. En este momento de distracción, Laura giró la cabeza y entabló conversación con nosotros y Wilson, viendo que Laura estaba ocupada, siguió charlando con la muchacha.

Al cabo de un rato decidimos los cuatro, Laura, Fiorella, mi primo y yo, irnos a cenar al pueblo y avisaron a Wilson quien coincidió con nuestros deseos: Se quedaba en el hotel.

Cogimos una moto taxi como la de la foto superior, los cuatro aprisionados en la parte posterior y nos fuimos sorteando charcos hacia el centro de la ciudad. Donde nos tomamos unas copas en la playa, unas cervezas en otros locales de la zona, cenamos y nos tomamos un helado.

Aquella noche encontramos un símbolo que nos resultó tremendamente familiar. Juzgad vosotros mismos:


El burger beach de Máncora viene siendo como el Burguer Wing de Sanxenxo, que en paz descanse.

De vuelta al hotel nos pusimos de nuevo los bañadores y nos lanzamos a la piscina. Era de madrugada pero se estaba mucho mejor dentro de la piscina que fuera y desde allí divisamos el primer acto de nuestro espectáculo.

Interrumpió nuestra conversación la llegada de Wilson a la parcela de la piscina intentando controlar sus pasos y agarrando con fuerza la mano de la muchacha con la que conversó bastantes horas atrás, entró a la habitación dejando en su cama una sábana ante la atenta mirada de los dos muchachos de seguridad.

Nos saludó enfadado y se dirigió a negociar con los de seguridad la posibilidad de cambiar de habitación a una para parejas, como la nuestra, pero estaban todas ocupadas. La segunda opción que planteó era que la chica pudiese dormir en su habitación o él en la de la chica, pero sus habitaciones eran compartidas y no podían permitirlo.

Visiblemente enfadado vino a hablar con Laura y Fiorella. Laura intentó calmarle pero era imposible y Wilson respondía con malos modos cuando en un determinado momento me dirigió la palabra diciendo: "¿Qué le has dado de tomar?". No pude contener la risa y, evitando que la cosa fuese a mayores, me levanté y me tiré al agua de la piscina.

Laura se negó a ayudarle pues estaba borracho y fuera de sí y tras un intento mínimo de mi primo por entablar una conversación calmada con Wilson, éste le respondió con: "Contigo no estoy hablando".

Suficientes razones para que los cuatro volviésemos a la piscina y Wilson se entendiese con seguridad. Wilson quiso entonces pagar todos sus gastos e irse del hotel con su muchacha pero ni siquiera eso era posible ya que el bar estaba cerrado y no tenían acceso a sus deudas en la barra. Obviamente el chico de seguridad no le creyó cuando Wilson contó aproximadamente 15 chelas consumidas y consiguió que dejase en el hotel sus cosas hasta el día siguiente como garantía de pago. 

Wilson cogió a su chica y salió por la puerta principal del hotel con un cabreo monumental y nosotros nos quedamos comentando la jugada en la piscina. Se acabó el capítulo Wilson, pensamos.

Por si estais interesados en temas legales, el límite de alcohol espirado con lo que se considera incapaz de conducir asciende a 10 nuevos soles, unos 2 euros y medio.

Poco después decidimos retirarnos a dormir y descansar para la fiesta del día siguiente.

Amanecimos con un sol de justicia que hacía que la arena tuviese la temperatura de las brasas. Nos dirigimos a pasar la mañana en la playa y a saltar las olas orilleras. Al considerarlo suficiente volvimos para comer en el hotel y, como en lobitos, disfrutamos de un par de platazos con aspecto similar a los tallarines saltados del día anterior, que tenían la siguiente pinta:


Volvimos a pasar la tarde en la piscina mientras se preparaba en el hotel la carpa para celebrar la noche de la luna llena. Toda la gente de Máncora estaba invitada a la fiesta y esto nos venía de lujo, ya que al día siguiente teníamos que volver a Lima de alguna forma y estábamos directamente en nuestro hotel.

Comenzó la fiesta con barbacoa y música, se llenó el hotel de gente y escogimos una mesa para mantener nuestras bebidas estables. En ese momento surgieron dos apariciones estelares, Wilson por un lado, con su enamorada bailando con una chela pegada en su mano constantemente. Laura nos comentó que Wilson había zanjado su cuenta del bar del día anterior que calculaba contener unas 15 chelas pero que en realidad ascendían a 32. Tras escuchar este dato le dí imaginariamente mi condecoración a mayor borracho de cerveza conocido capaz de caminar.

La segunda aparición estelar vino en forma de visitante anónimo con la camisa más horrible que uno se puede echar en mente. Posiblemente el chico tuviese dos motivos: destacar y que nadie le copiase. No hace falta jurar que lo consiguió durante toda la noche.

Corrian las horas, la música se animaba y yo, que no suelo bailar, me vi forzado a levantarme y hacer unos pequeños movimientos de cadera marcados pensando que era suficiente, pero no lo fue.

Fiorella se afianzó como mi pareja de baile y Laura como la de mi primo y allí empezamos a tomar lecciones de salsa, reggaeton y diferentes ritmos latinos que la mayoría de las veces me negué a escuchar. Pero estábamos en Perú, eso es lo que tocaba y era el último día.

Nos acostamos aproximadamente a las 5 de la mañana para despertarnos a las 9. Nuestro objetivo ese día consistía en coger una moto, ir a por dinero, volver al hotel, pagar, coger la moto de nuevo a la estación de bus, cuatro horas de autobús a Piura, comer y coger el avión a Lima. Aprovechamos para dejarles de recuerdo a Fiorella y Laura nuestro repelente de mosquito que tantas veces nos lo pidieron. Si vais a Máncora alguna vez, es OBLIGATORIO comprar un repelente.

Aprovechamos el bus para dormir lo que no habíamos dormido la noche anterior y al llegar a Piura cogimos un taxi hacia el aeropuerto para saber a que hora salía nuestro avión.

Mientras comíamos vimos un pickup que se paraba a nuestro lado y para sorpresa nuestra resultó ser el coche que nos había traido hasta Máncora dos dias antes. La familia quería volar a Lima de nuevo a la vez que nosotros y coincidimos "casualmente" en fecha y hora de vuelo.

Englobo entre comillas ese casualmente porque no es dificil coincidir habiendo cuatro vuelos diarios con el mismo destino.


Apenas salimos esa noche por Lima, estábamos tremendamente cansados y mi vuelo a Madrid salía a las 10 de la mañana. Preparé la maleta, recogí todas mis cámaras y similares, no sin antes intercambiar las fotos con mi primo y fuimos a dormir.

Al día siguiente, despertándonos a las 6 de la mañana ya por última vez, llamamos al taxi, nos fuimos al aeropuerto y me despedí de mi primo y gran amigo Manuel. Una aventura sin descanso para enmarcar y con la mejor compañía posible. Muchas gracias por todo.

16 de mayo de 2012

Perú (Abril 2012) Tercera Parte

Sonó el despertador a la hora habitual, seis de la mañana.

Hicimos las maletas y nos bajamos a desayunar mientras llegaba nuestro guía , Willy para acercarnos de nuevo al aeropuerto con destino Lima. Obviamente aprovechamos este desayuno para tomarnos la última infusión de hojas de coca y nos pusimos en marcha al aeropuerto con un sentimiento a mitad de camino entre pena por dejar tantas cosas sin ver y de satisfacción por haber aprendido tanto y sobre todo de tantos en apenas 48 horas.

En este tipo de viajes aprendes en dos sentidos:  arte e historia por un lado y el lado humano por otro, el tipo de vida de la gente y lo que necesitan para sonreir. Os aseguro que en mi semana en Perú vi muchas más sonrisas que en Madrid en un mes.

Aprovechamos para practicar el inglés con una pareja de indios (intuyo, pues no nos especificaron la nacionalidad) aprovechando sus fotos y nuestras fotos, hasta que nos separamos por distintos fingers hasta nuestros aviones correspondientes.

Fase II: Entretenimiento

4º Etapa: Lima-Piura-Talara-Lobitos

En medio de este vuelo cambiamos el chip. Tomamos un taxi nada más aterrizar para pasar rápidamente por casa de mi primo, ponernos una ropa más apropiada a Lima con su calor y humedad y volver a coger otro taxi hacia un restaurante de sushi fusión japonés y peruano. Aquí la carta:



Estais leyendo bien, todo lo que puedas comer por 45 soles, que vienen siendo menos de 12 euros. Por cada tipo que pedias ponían 6 piezas y si dejabas en el plato, pagabas las sobras. Con estas condiciones nos metimos 24 makis y similares por cabeza, pagamos y decidimos ir a comprar recuerdos para bajar la comida. Os tengo que enseñar los platos:


Volvimos a casa para dejar las compras y coger el longboard. Era hora de conocer el malecón patinando. No teníamos mucho tiempo para visitar Lima por lo que aprovechamos nuestra cercanía al malecón y mi primo me enseñó el paseo por el que suele patinar, las playas donde surfea que están adornadas con un restaurante llamado La Rosa Náutica y su impresionante puesta de sol.


Cenamos un par de bocadillos en un bar que se llama La Lucha y nos fuimos a casa pronto, porque, como suponeis, nuestro vuelo a Pirua partía a las 7 de la mañana, de nuevo.

Esta vez teníamos todo preparado y pusimos bien los despertadores por lo que no tuvimos ningún problema en llegar al aeropuerto a tiempo de coger nuestro vuelo con dirección a las playas. 

Piura tiene un aeropuerto con una sola terminal, sin fingers y edificada en una sola altura. Las escaleras de desembarco se ajustan de forma manual, es decir que son cuatro operarios los que mueven a pulso el armatoste hasta encajarlo en las puertas del avión y, tras descender por ellas, llegas a una sala con dos puertas, la que comunica con la entrada al aeropuerto y la de salida al aparcamiento.

No obstante, Piura es una ciudad bastante grande e importante, consta de universidad y está habitada por 422.000 peruanos, casi dos veces y media el número de habitantes de Castellón (180.000). Las comparaciones las dejo en manos de los lectores y que saquen sus propias conclusiones.

Una vez en el taxi, nos acercamos a la compañía de autobuses con dirección a Talara. La duración del trayecto era aproximadamente de dos horas y media y aprovechamos para echarnos una siestecita y admirar los diferentes tipos de vegetación por las ventanas. Al principio todo lleno de arrozales, que poco a poco iban desapareciendo entre palmeras y terminaban en pequeñas colinas de arena similares a un desierto. Al fondo se dejaba ver de vez en cuando el Pacífico.

Bajamos del autobus y cogimos una moto taxi que nos acercó a la parte de la ciudad desde donde salian las furgonetas privadas para Lobitos. Y allí esperamos, en ese andén improvisado que no era más que un poco de arena pegada a un muro de cemento. 


Esperamos aproximadamente una hora al sol esquivando mosquitos del tamaño de un pulgar hasta que al final entramos en la furgoneta que nos ofrecía llevarnos a Lobitos. Por supuesto, el viaje comenzaba cuando la furgoneta se llenaba de gente para que fuese rentable por lo que esperamos un poco más.

Atravesamos la última parte de Talara mudos de la impresión; era una de las zonas más pobres de la ciudad y con seguridad la más pobre que haya visto en directo nunca. Lo mínimo necesario para vivir era todo un lujo en aquella zona que poco a poco íbamos dejando atrás y adentrándonos en un pequeño desierto de arena y pozos de petroleo entre los que estaban una central de Endesa. 

Desconozco el tiempo que tardamos en volver a encontrarnos con alguna casa, esta vez ya en Lobitos.

Lobitos es una ciudad pequeña que anteriormente pertenecía al ejército. Toma el nombre de los lobos de mar que son muy comunes en aquella zona y antiguamente tenía gran importancia y estaba mucho más cuidada que ahora. 

Al ser una ciudad militar, estaba dotada de edificios de viviendas, facilidades y servicios necesarios en una ciudad autoabastecida, incluyendo cine y otros tipos de entretenimiento. Pero cuando el gobierno peruano tomó la decisión de trasladar a los militares a otro lugar, abandonó, literalmente todos los edificios de la zona, permitiendo a cualquier persona habitarlos y, por un precio bajo, reformarlos y vivir allí.

Esta fue la idea de varias personas cercanas al surf, como es el caso de Unai, un vasco que posee a pie de playa unas habitaciones fabricadas con bambú y con vistas al mar desde cualquier parte del las mismas.

Y es que Lobitos se caracteriza por tener una de las mejores izquierdas del mundo, larga, con tubo y rompiendo gradualmente a lo largo de decenas de metros:


Por si fueran pocas las razones por las que alguien aficionado al surf no puede dejar de visitar Lobitos en el caso de pisar Perú, la ola no está masificada en absoluto, siendo 15 personas el máximo que contamos dentro del mar al mismo tiempo.

Salimos del hotel en busca de algún sitio donde alquilasen tablas. Detras de los albergües/hoteles y el surf camp, hay casas bajas de un par de habitaciones por vivenda, las calles no están asfaltadas en su mayoría, y las que lo están apenas se ve puesto que están tapadas por arena capas de arena y arcilla plagadas de baches de la falta de mantenimiento.

En la esquina opuesta a nuestro hotel está la ONG Waves for development. Esta ONG recauda dinero alquilando tablas de surf para ayudar en la reconstrucción de edificios en Lobitos y otras necesidades básicas. Allí alquilamos dos tablas grandes (7'2" y 6'10") y nos bajamos de nuevo al hotel para comer.

La comida del hotel es espectacular. Hay dos características en estos sitios que hace la comida inigualable que son los ingredientes muy frescos y la cocina en el momento. La atención en nuestro hotel, tanto por los empleados como por parte de Unai, el dueño, fue impresionante, hasta el punto en que nos sentíamos en familia.

Unos minutos en la hamaca mirando las olas y nos pusimos las licras para meternos al mar. La temperatura del mar rondaría los 20-22 grados aproximadamente, y se soportaba bien sin neopreno, aunque me sorprendió que fuésemos los únicos que no lo usasen. Nos adentramos en los tubos e intentamos cogerlos antes de que rompiesen, no con mucho éxito debido a nuestro nivel, pero con gran diversión.

Madrugón acumulado, tarde surfeando y un lugar tan idóneo para relajarse invitaban a descansar a tope para aprovechar la primera hora de la mañana siguiente. Así que tras salir del agua, nos tumbamos un rato en las hamacas y cenamos con Unai viendo el partido del Real Madrid. ¿Os había comentado que podríamos considerar a Unai como alguien de nuestra familia durante esos dos días? Aquí teneis un pequeño ejemplo.




Despertamos al día siguiente a las siete de la mañana, lo más probable es que fuese por costumbre, y abriendo la cortina de la habitación comprobamos el día que hacía, sacamos fotos y empezamos a repartir envidias a lo largo y ancho del whatsapp, twitter y el facebook, y, para no ser menos, ahora mismo lo acabo de hacer en el blog.

Nos pusimos rápidamente en marcha, antes de desayunar nos daba tiempo a estar una horita en el agua y así hicimos. La playa de lobitos íntegramente para nosotros con sus tubos.

Tras este chapuzón mañanero, desayunamos y descansamos en la hamaca. Nos habían dicho que había un par de playas interesantes tanto a izquierda como a la derecha de nuestra posición, por lo que fuimos a echar una ojeada antes de comer hacia la derecha. Allí encontramos una playa pequeña llamada piscinas, con una ola corta pero bastante potente. Al lado estaba un pequeño puerto de pescadores desde donde nos quedaron las ganas para saltar. Se veía el fondo y no conocíamos la profundidad por lo que mejor era ser cautos.

De vuelta al hotel, comimos con Unai, sus hijos y su mujer. Os recuerdo lo que dije tres párrafos más arriba: Nos sentimos de la familia. Después nos echamos una siesta en las hamacas y practicamos otro poco de surf. Cuando ya comenzaba a refrescar decidimos salir e ir a la playa situada a la izquierda de lobitos, pasados los pozos de petróleo. De camino a esta playa recomendada por Unai y de la que no soy capaz de recordar el nombre, vimos una gran comunidad de cangrejos de arena y más adelante de cangrejos de roca que corrian a esconderse conforme caminábamos hacia ellos.




Las playas tenían una arena grisacea muy fina y las dunas se conservaban vírgenes esperando a que alguien las pisase. Por un lado recomiendo vivir la experiencia que yo viví allí, la tranquilidad y la paz que transmitía el lugar pero por otro me horroriza pensar que esa playa toma fama y termina masificándose, incluso por surfistas.

De vuelta al hotel conocimos a un nuevo huesped que llegaba desde Lima. Fabio había venido en autobús desde Lima y el viaje habia durado aproximadamente 18 horas seguidas. Fabio es un buen ejemplo del sacrificio de una persona por practicar su deporte favorito; un viaje largo cruzando el país, incómodo solamente por una ola. Y estoy seguro de que más de uno pensará que ha sido totalmente acertado.

Charlamos durante un par de horas en las hamacas con Fabio, compartiendo risas e historias como si nos conociésemos de toda la vida, hasta que Unai nos recordó la hora de la cena y allí subimos. De nuevo cenamos con Unai comentando un programa de televisión parecido a Aquí no hay quien viva pero con actores peruanos. Una vez anocheció preparamos las tablas para devolverlas al día siguiente y recogimos nuestra ropa de playa.

Esta vez nos despertamos aproximadamente a las 9 y media de la mañana y, al abrir la cortina como el día anterior, nos dimos cuenta de que estaba lloviendo. Nuestro destino era llegar a Máncora ese mismo día aunque no teníamos límite de horarios, por lo que no nos importaba retrasar la salida.

Alberto, la persona al cuidado del hotel, nos comentó que había estado lloviendo toda la noche y que tendríamos problemas para llegar a Talara de nuevo. Nos aconsejó hablar con Unai cuando volviese y mientras aprovechamos para llevar las tablas a la ONG. Volvimos pesando un par de kilos más por el barro acumulado en nuestros piés y es que, como ya os dije, todo el terreno de la zona es de arcilla y en cuanto llueve un poco se convierte en barro.

Mientras desayunábamos llegó Unai y nos comentó que no había furgonetas para ir a Talara. En Lobitos, cuando llueve, se forma un rio con bastante fuerza que atraviesa la carretera (o camino, ya que no era asfaltado) entre Talara y Lobitos. Cuentan que los músicos de la banda de Lobitos iban un día en un camión dirección a Talara, les llovió a mitad de camino y la corriente les arrastró hasta el mar. Hoy en día siguen desaparecidos. 

Toda esa historia de los músicos me suena a Titanic de bajo presupuesto, pero era preocupante ya que, pese a no tener horario de llegada, si que teníamos la necesidad de llegar a Máncora ese día.

En este hotel se hospedaba una familia limeña que habían emigrado a Madrid donde hicieron negocio. El matrimonio volvió de nuevo a Perú a vivir y habían parado en Lobitos para pasar unos días. El objetivo de esta familia era llegar a Los Órganos, un pueblecito al lado de Máncora, nuestro destino y habían alquilado un PickUp Toyota Hilux para las vacaciones. Les preguntamos si les importaba llevarnos a algun sitio donde pudiésemos continuar en transporte normal y accedieron encantados.

Fue toda una suerte esta casualidad. El trayecto que teníamos pensado realizar consistía en coger una furgoneta a Talara y un autobús de Talara a Máncora, acumulando entre 3 y 4 horas de trayectos más las demoras. Con esta familia iríamos directamente a Máncora sin demoras, aunque, eso sí, un poco más incómodos.



Subimos nuestras maletas a la cajuela y nos pusimos en marcha. Encontrándonos por el camino con un Navara que desistió de ir a Lobitos y con un BMW X5 que se quedó atrapado en el barro un par de veces.

Logramos salir del barrizal resbalando de lado a lado de la pista hasta llegar a la carretera panamericana, asfaltada, y a partir de allí todo fue calma hasta llegar a Los Órganos, donde nuestro amigo conductor decidió que nos acercaba a Máncora y quedaban allí a comer. 

Puedo decir que este trayecto fue una de las aventuras más locas que vivimos. Como veis en la foto a un lado hay una tubería que conduce petróleo. El coche se desplazaba en zig zag aproximándose a la tubería y a la cuneta del lado contrario, que a veces era un precipicio con los peligros que podría desencadenar. A mi primo y a mí, posiblemente por una mezcla de miedo y adrenalina, nos provocaba risas y sonrisas entre bromas al respecto.

Nada más llegar al hotel de Máncora brindamos con un par de chelas (cervezas de 630ml) por nuestra aventura en Lobitos.

2 de mayo de 2012

Perú (Abril 2012) Segunda Parte

3º Etapa: Machu Picchu
Domingo, 1 de Abril de 2012, 5:30 am. Suenan los despertadores en el cuarto piso del hotel Amanecer en el Sol de la ciudad de Cuzco. Este madrugón se debe a que hemos quedado con nuestro guía principal a las 6 y media en la puerta del hotel y antes hemos de desayunar pues el viaje va a ser relativamente largo.

Una ducha rápida a la luz de la... un momento, no hay luz en el baño, ni en la habitación. Una ducha rápida a oscuras y a bajar a desayunar, sin correr demasiado debido a la altitud. Avisamos de la luz en recepción y nos fuimos al comedor a servirnos una infusión de coca, unos bollitos con mantequilla y mermelada y algo de fruta.

En la pared lucía un mapa que tuve que fotografiar para acordarme de los nombres de los monumentos visitados. 


Willy nos presentó todo el plan en un mapa. El viaje de hoy consistia en coger un autobús de Cuzco a Ollantaytambo que tardaría alrededor de 2 horas. Posteriomente, nos subiríamos a un tren que tardaría otro par de horas en llegar hasta el pueblo de Aguas Calientes, también llamado Machu Picchu pueblo. Allí nos esperaría nuestro guía Nelson y nos meteríamos de nuevo en otro autobús que subiría desde el margen del río hasta Macchu Picchu por un camino en zig zag y tardaría alrededor de 25 minutos en subir. En total, 4 horas y media sin contar los intercambios de transporte. Saliendo a las 7 de Cuzco, llegamos a Machu Picchu casi a las 12 del mediodía. Esto es clave para tu piel, allí arriba el aire es muy puro y transparente y el sol es muy directo, sobre todo en las horas centrales del día. Para que os hagais una idea, mirad la marca de mi reloj a la vuelta:

He de aclarar que entre España y Perú hay siete horas de diferencia, pero ya llevaba tres días dándome unos buenos madrugones, como habéis leido, cinco o seis de la mañana de Perú, que son las doce o la una del mediodía de España, por lo que la sensación de jet lag era insignificante. Así que si quereis visitar un país como Perú y dividís el viaje en dos secciones como he hecho yo, os recomiendo dejar la de descanso para la segunda parte.

El que el trayecto entre Cuzco y Ollantaytambo se realiza en autobús en la estación de lluvia (en la que estamos). En las estación seca, los trenes van directamente desde Cuzco a Aguas Calientes. Desconozco como será el trayecto entre Cuzco y Ollantaytambo, pero me encantó poder disfrutar de esas largas cuestas para poder subir por encima de las montañas y las bajadas a los valles. Las vistas son deliciosas.
Tras una bajada, encontramos un puente en obras con su operario parando el tráfico ayudado por una señal de mano que rezaba Pare. Allí se detuvo nuestro conductor esperando a nada, puesto que no pasó ningún otro vehículo, hasta que, harto de estar parado, ignoró al trabajador y se plantó en mitad del puente, dando la casualidad (lógica casualidad) de coincidir con un coche en dirección contraria. Por tozudez de ambos, el conflicto se saldó con una retirara de conos que permitió a los dos vehículos cruzarse en el puente y continuar el viaje.

Llegamos a Ollantaytambo y nos dirigimos al tren como ganado. En serio, lo parecíamos. Toda la gente andando en bloque al mismo sitio por el único camino. Allí ocupamos nuestros asientos al lado de unos japoneses que rodaron todo el trayecto con una cámara de mano y un ipad.
Sin duda yo saldré en alguno de los montajes que harán con tantos minutos de metraje, por lo que no puedo resistirme a corresponderles de una forma similar, dados los instrumentos que yo tenía a mi alcance en ese momento.
Debido a este "robado" comenzamos a hablar con una pareja de argentinos que nos acompañaban, cara a cara, y que iban a realizar la última etapa del camino del inca. El camino del inca es, posiblemente, una de las rutas más impresionantes que existen. Consiste en caminar desde Cuzco a Machu Picchu durante cuatro días con un guía a traves de las montañas de los andes, durmiendo en acampada o pequeños refugios y cargando con las provisiones. En Perú se ofrecen bastantes rutas de aventura de este estilo.

Siguiendo el curso del río por el lateral derecho del mismo, avanzábamos entre montañas rodeados de una agradable mezcla de plantas tropicales, a cada cual con hojas más espectaculares, hasta que, llegado el momento que el conductor del tren determinó como idóneo, las ruedas se pararon poco a poco y nuestros compañeros de mesa fueron invitados a bajar del tren tal y como habian indicado para continuar el camino a pié.

Allí les abandonamos, en mitad de las vías, tras una pequeña conversación con el revisor:
Argentino: ¿Es aquí? Ok. Una pregunta ¿Hacia donde tenemos que ir, derecha o izquierda?
Revisor: Izquierda. Encontrareis un puente, lo atravesais y retomais la ruta allí.

Y nos alejamos a la misma velocidad que llegamos indiferentes a la pérdida de peso en el tren, como quien ve una orquidea, la fotografía y se marcha, en definitiva, con la sensación del deber cumplido.

Metros más adelante vimos el puente mencionado. "Supongo que irán por ahí", pensé. "Suerte", añadí mentalmente momentos después; hay que ser cortés en cualquier momento, incluso en un campo tan desconocido como la telepatía. De dominarlo probablemente me escucharon, pero dada mi poca experiencia en el tema fuí incapaz de escuchar el "gracias".

A la llegada del tren volvimos a salir como ganado, compramos unos ponchos mientras sorteabamos los pasillos de un gran mercadillo hasta llegar al minibus que escalaba una espiral hasta llegar a Machu Picchu 25 minutos más tarde.

En cada curva mirábamos asombrados la altura que estábamos escalando y sin ningún ataque de vértigo. El río se perdía entre los árboles que se agolpaban entre si como el metro en hora punta.

Al llegar arriba ascendimos un poco más a pié y Nelson nos empezó a explicar parte de la historia de Machu Picchu, que me resulta imposible de resumir aquí mismo, por lo que daré algunos de los detalles más relevantes.



En el caso de Machu Picchu, como en todo lo relacionado con la cultura andina, no existen documentos escritos fiables sobre su verdadera historia, hasta tal punto que se desconoce el nombre exacto de esta ciudad.

La llamada Machu Picchu está edificada en un montículo situado entre dos montañas, la verdadera Machu Picchu que se traduce como montaña vieja y Huayna Picchu, traducida como montaña nueva.

Estas edificaciones guardan la particularidad de que no fueron descubiertas por las tropas españolas en la conquista de los paises andinos, por lo que no se destruyó con la invasión. Dada la buena conservación de la obra, su calidad y su tamaño, se ha considerado una de las siete nuevas maravillas del mundo.

Pizarro llegó a Perú en un momento muy delicado. Había un conflicto armado entre dos hermanos incas por el poder de los Andes, uno de ellos en Quito y el otro en Cuzco. Esta situación favoreció al español que consiguió aliarse con un hermano para terminar derrotando a los dos.

Los españoles consiguieron hacerse con el poder y recibían los tributos (como impuestos) de las aldeas cercanas en las ciudades principales (como Cuzco) sin tener que dirigirse a ellas en persona. Esto favoreció a la conservación de Machu Picchu ya que eran los propios ciudadanos los que transportaban los bienes a Cuzco por el camino que expliqué anteriormente: El camino del Inca.

Por otro lado, también se habla de que Machu Picchu fue una ciudad autosostenida y autónoma, por lo que probablemente el comercio, basado en el trueque, era escaso o casi inexistente, lo que hacían de esta ciudad poco interesante.

Además, según comentan varios historiadores, Machu Picchu fue una ciudad que se desalojó al menos en dos ocasiones para desplazar a sus habitantes a otras zonas andinas. Esta puede ser otra de las razones por las que Machu Picchu terminó siendo invisible a los ojos hispanos.

Sin embargo mi explicación favorita es la más sencilla de todas: Los españoles no llegaron porque seguían el curso del río y desde el río no se ve Machu Picchu.

Siguió pasando el tiempo generando leyendas hasta que, en un determinado momento, un inca apresado por los hispanos solicitó un permiso para honrar a sus muertos en un ritual con una figura pequeña de oro macizo en la selva. Los hispanos le concedieron su deseo y el inca partió con una caravana de llamas y alpacas hacia la selva con algunos ayudantes.


Se dice que esta caravana transportaba un tesoro de incalculable valor, se adentró en la selva y nunca regresó por lo que en algún lugar de los países andinos se podrán encontrar una gran cantidad de objetos de oro mezclados con huesos humanos y de llamas. Con el paso del tiempo, la propia naturaleza se habrá apropiado de todo escondiéndolo bajo tierra, por lo que la probabilidad de encontrarlo, si es que existe, es mínima. A este enjambre de tesoros y huesos se le denominará Ciudad Perdida de los Andes.

A finales de 1800, Hiram Bingham, profesor de historia norteamericano (¡anda, como Indiana Jones!) conoció estas historias y se puso camino de los Andes para intentar encontrar más datos. El 24 de Julio de 1911, es decir, hace un siglo, Hiram llegó a Machu Picchu y se fijó esta fecha como la oficial del descubrimiento de Machu Picchu.

¿Qué se encontró Hiram Bingham al llegar?
Pues nada más y nada menos que dos familias que residian a escasos metros de la ciudad abandonada y que utilizaban parte de las construcciones como huertos. Pero estas personas no sabían ni leer ni escribir, por lo que no tenían ni voz ni voto para arrebatarle a Hiram el descubrimiento.

El que sí que podía tenerla era Agustín Lizárraga, que al parecer llegó años antes que Hiram y lo visitó varias veces, dejando, incluso, una señal en las ruinas con su nombre. Pero Agustín no tenía conocimientos históricos sobre lo que había conocido y no investigó, cosa que sí que hizo Hiram.

Hiram Bingham volvió a Estados Unidos, en concreto a la universidad de Yale llevándose como souvenir una colección de más de 45.000 piezas de la cultura inca. No ha sido hasta el año pasado, 2011, cuando Perú ha conseguido que dichas piezas se devuelvan al país. Ahora bien, Hiram posee dos placas conmemorativas a la entrada de la ciudad inca, y en 2011 se celebró el centenario por su descubrimiento. ¿A qué se debe tal reconocimiento conociendo el robo del que se le responsabiliza? Bajo mi punto de vista esto es muy curioso y no he encontrado ninguna explicación.

Nada más llegar a Machu Picchu podemos apreciar que se divide en dos grandes zonas, separadas por una falla natural. Lo que aparece normalmente en las fotos es una sola de esas partes, la dedicada a las viviendas, templos, escuelas y plaza principal, donde se hacía vida social. Las fotos están tomadas concretamente desde la zona que se dedicaba a la agricultura y ésta está formada por unas terrazas que recorren toda la colina a lo largo, en estratos con una anchura entre un metro y medio y dos metros y una altura entre terrazas similar.

Pero estas terrazas no son simples escalones grandes. Si partimos uno de éstos veremos que están formadas por varias capas, desde piedras grandes, pasando por medianas y por encima una capa de tierra. Están perfectamente estructuradas para evitar que las plantas se cayesen o se derrumbasen las terrazas, asegurando también la concentración de nutrientes necesaria para poder cultivar y el drenaje del exceso de agua.


Pasando por un camino que unía las dos partes de la falla, se accede por una puerta a la ciudad de Machu Picchu. Uno de las características de las puertas incas originales es el dintel de las puertas, realizado en piedra y de grandes dimensiones. Todas aquellas que sean de madera, son sustituciones posteriores.

Al ser la puerta principal, por dentro, tiene a ambos lados un par de cilindros entre las rocas donde se ataban los maderos para cerrar el portón.


Una de las primeras estancias donde estuvimos se trataba de una pequeña habitación que tenía la particularidad de amplificar el sonido. Rodeado de nichos en sus paredes, cualquier persona que susurrase en ellos podía ser escuchada en toda la habitación e incluso fuera de ella. El sonido se amplificaba tanto en horizontal como en vertical.

Esta NO era la función principal del edificio, aunque uno de sus nombres es el templo del sonido. La estancia está realizada en piedra bien trabajada y apilada siguiendo líneas horizontales, es decir, con todas las piedras de la misma altura y guarda una perfecta simetría.

Más adelante nos encontramos con el templo principal de Machu Picchu. Posiblemente sea uno de los edificios peor conservados de la ciudadela ya que está situado encima de una falla, lo que hace que sea muy sensible a los sismos y en sus paredes podemos observar como las piedras se han separado entre sí facilitando el derrumbe.

Seguimos hacia adelante y nos encontramos la plaza principal donde se solían hacer reuniones tanto militares como civiles como fiestas o comerciales. Recordemos que en la época inca, no existía una moneda, sino que el comercio se basaba en el trueque.

En uno de los laterales de la plaza tenemos una pequeña terraza donde se han plantado las distintas especies de plantas que crecen en los andes. Entre ellas hoja de coca, tan apreciada por su efecto anti mal de altura y antiguamente considerada como planta divina.



Bien, la hoja de coca, que mucha gente me ha preguntado, posee entre el 0'1% y el 0'8% de cocaína. La concentración es tan pequeña que habría que tomarse unos 500 mates de coca como para poder notar cualquier efecto de la droga. Sería todo un reto intentarlo ya que el tiempo que lleva consumir tantas infusiones es tanto que te desharías del principio activo antes de haber alcanzado tu objetivo.

El mate de coca facilita la absorción del oxígeno en los pulmones y esta es la razón por la que se consume para combatir el mal de altura. Además de esta particularidad, es digestivo y ayuda a la expulsión de gases. Por último, como la mayoría de las infusiones, es diurético.

La coca (como planta) también está regulada por la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961 que limita su venta exclusivamente en los paises andinos. Yo me traje un saquito sin problemas en la maleta, pero lo siento, no os la puedo vender.

Llegando ya al otro extremo de la ciudad, nos encontramos con una piedra pulida como una mesa, que podría indicar la finalidad de la misma como altar o mesa de sacrificios. Esta mesa posee cuatro esquinas apuntando a los cuatro puntos cardinales, misterio que todavía no se ha resuelto. ¿Simple casualidad? Existen muchas piedras talladas de forma similar apuntando a los cuatro puntos cardinales de las que se sigue intentando averiguar el porqué y el cómo.

Actualmente a esta mesa se le atribuyen propiedades mágicas y cúmulo de energía positiva. Los científicos, por supuesto, no han logrado confirmarlo por lo que, en el caso de necesitar energía, recomiendan, al igual que nuestro guía, acercarse unos kilómetros más adelante a la central hidroeléctrica, que, esta sí, está certificada.

Detrás de esta piedra se han cubierto dos de las casas de Machu Picchu siguiendo la técnica Inca para la construcción de tejados. Los tejados de madera originales no se conservan ya que es lo primero que se descompuso. Se cree que encima de la madera había capas de oro.

Entre estas dos casas se situa una roca de grandes dimensiones cuyo perfil muestra una "maqueta" de las montañas que rodean Machu Picchu.


Volviendo de nuevo a la zona agrícola, pero por la parte inferior de la ciudad, visitamos cuatro edificios importantes: La casa del sumo sacerdote o la esposa del monarca, la casa del monarca, el observatorio y el Templo del Sol.

La casa del sumo sacerdote o la esposa del monarca no quiere decir que fuesen la misma persona, sino que no se sabe con claridad a quién pertenecía. Por las piedras utilizadas y la forma de construcción, esta residencia pertenecía a alguien de gran importancia en la ciudad. La distribución de las habitaciones hace pensar que no recibía a gente ni tenía personal dedicado para él, por lo que se descarta que fuese la casa del monarca.

Estas facilidades, como cocina, sala de recepción, dormitorio e incluso aseo, sí que las tiene la llamada casa del monarca. Además, posee pasillos por donde accedian las personas de servicio. Es curioso ver el aseo, con un desagüe hacia la falla. Más adelante hablaré de las canalizaciones de agua.

Bajamos unas escaleras hacia el observatorio, con tres ventanas, característico de los templos incas, y con dos piedras en el suelo en los que estaban tallados dos agujeros circulares, como cuencos. Ahí se volcaba agua y se miraba el reflejo de las estrellas. Éstos son los llamados espejos de agua.

La función de las tres ventanas no era ni más ni menos que la de calendario. En cuanto el sol atravesaba la ventana central e iluminaba una zona del observatorio coincidiendo con el solsticio de invierno, muy importante para la agricultura y los cultos al Sol (Buscad la ceremonia de culto al Sol llamada Inti Raymi).

Al lado accedemos a la parte inferior del templo del Sol, coronado por un torreón de atípica forma circular y de piedra pulida, como todas las edificaciones de importancia en la cultura inca.

En la parte inferior se identifican diferentes nichos donde probablemente se conservaban momias y un pequeño altar con distintas alturas. Es curioso ver como los incas no adaptaban las piedras del lugar a sus construcciones sino sus construcciones a las piedras del lugar. Una de las paredes de este templo muestra esta particularidad.


Entrando en el templo, en una de las paredes, habia un hueco similar a una chimenea, en la que se depositaban las ofrendas para honrar al Sol. Actualmente hay gente que sigue creyendo y deja sus ramas de coca (recordemos que eran plantas sagradas), monedas o incluso galletas, que fué lo que nos encontramos nosotros allí.

Las canalizaciones de agua de las que hablé en la residencia del monarca, se habian realizado a lo largo de la falla natural y bajando por la montaña. Estas canalizaciones estaban realizadas en los propios bloques de construcción de los edificios. Se hacía un canal en la cara superior de un bloque y en la inferior de la piedra situada justo encima, con el fin de formar una especie de tuberia que corria por las juntas.

En cualquier otra construcción esta técnica no hubiese tenido sentido, pero la arquitectura inca era tan perfecta que conseguía que estos canales apenas perdiesen agua.

La construcción de "tuberias" en piedra incluía, además de los tramos rectos, tramos en curva con ángulos que impedían la obstrucción del tubo. Una obra perfecta de fontanería.

No puedo dejar de recomendar la visita a esta sensacional construcción inca. Todo lo que he contado sobre Machu Picchu es una pequeña muestra de lo que se puede encontrar en esta ciudad escondida entre montañas andinas y apenas muestra la grandiosidad de esta maravilla arquitectónica.

Continuamos nuestra aventura bajando de nuevo a Aguas Calientes a comer de buffet platos típicos de Perú y, tras comprar una bolsa de hojas de coca, nos metimos en el tren camino de Ollantaytambo.

El tren arrancó y atravesó la vegetación a su velocidad habitual hasta que paramos en una curva. La máquina se había estropeado. 

La gente se ponía nerviosa y quería explicaciones sobre lo que estaba pasando y el personal del tren únicamente podía comunicarles que se había averiado la máquina y venía otra en camino. 
Siempre me parecieron curiosas estas situaciones en las que la gente quiere saber cual es el problema en concreto de las tuercas del motor del tren como si eso cambiase la necesidad de esperar a por otra máquina. Quizás por eso, o por mi forma de ser, en vez de preocuparme, comenté con mi primo las ventajas de pasar la noche en el tren en el caso de que se nos diese opción a continuar el camino andando. Es obvio, no hace frío, los animales lo tienen más dificil para alcanzarnos y devorarnos y a decir verdad los asientos no eran incómodos del todo.

Por si acaso, mi primo y yo localizamos un par de personas con sobrepeso por si la espera se alargaba y tuviésemos que devorarnos entre nosotros.

Nuestra calma constante chocaba violentamente con el nerviosismo creciente del pasaje y para evitar que la situación empeorase dejé en la despensa frases afiladas del estilo: "Ya vereis cuando nos empiece a faltar el aire".

La locomotora llegó una hora más tarde. Empujó el tren hasta una zona donde se duplicaba la vía, lo adelantó y remolcó el tren hasta Ollantaytambo, donde cogeríamos el autobus hasta Cuzco y por último un taxi pagado por la agencia hasta el hotel.

Caímos derrumbados en la cama. Lo justo para empezar a ver nuestro apreciado programa "Caminos de la Muerte", aunque esta vez, no llegamos más allá de los creditos iniciales.

12 de abril de 2012

Perú (Abril 2012) Primera Parte

Si bien es cierto que la situación económica y laboral no es buena actualmente en España y que muchos jóvenes han de emigrar a distintos destinos para poder encontrar trabajo, la verdad es que sin esa razón posiblemente esta entrada del blog se reduciría a la mínima expresión.

Ya fue hace un año cuando mi primo, harto de buscar trabajo aquí y no encontrar, decidió aventurarse cruzando el atlántico y cambiándose al pacífico a una distancia de 9500 km desde su residencia habitual. 

El país escogido para asentarse y donde encontró trabajo fue Perú y la ciudad es Lima. Esta ciudad le permitía además continuar con el deporte que estaba empezando en España, el surf, afición que ambos compartimos.

En Octubre comenzamos a hablar de hacer un viaje por las playas de Perú, surfeando las olas del Pacífico, algunas de ellas que todavía él desconoce y elegimos una fecha: Semana Santa del 2012. Ambos teníamos vacaciones y pidiendo algunos días más podríamos juntar los suficientes para los desplazamientos.

Pero claro, es delito ir a Perú y no ver nada de la cultura andina (o inca). Así que nos vimos forzados a reducir los días de olas para incorporar parte de cultura. Y ¿qué mejor cultura que el impresionante Machu Picchu? Ya que viajamos vamos a hacerlo bien.

La aventura a la que nos enfrentábamos fue mucho mayor de la que pensábamos en un principio y es tal y como os la voy a contar a continuación. Aviso que la palabra "corta" no está dentro de sus principales adjetivos.

El viaje lo dividiré en dos fases: cultura y entretenimiento. La primera de ellas comprenderá los tres primeros días del viaje y será mucho más densa que la descripción de la segunda. ¿Quién dijo que el saber no ocupa lugar? Comenzamos.

Fase I: Cultura
1º Etapa: Viaje Madrid - Lima
Viernes 30 de Marzo de 2012, mediodía. Mis maletas están listas desde la noche anterior. Lo sé, no soy de los que se pasan una semana haciéndola.


Mi cabeza me dicta que necesitaré una maleta grande con ropa para montaña y ropa para playa. Además de esto, necesitaré una mochila para las excursiones y, para evitar estar facturando equipaje, una maleta de tamaño pequeño. Además de esto una mochila con todo lo relacionado con la reflex, unos cuantos libros para amenizar las 12 horas de vuelo que tarda en llegar mi avión a Lima y las 12 y media que tarda en volver, iPad, iPod y un cuaderno para escribir.

Una vez en el avión, ni siquiera necesité la ayuda de mis libros para entretenerme. El sueño era mi mejor aliado (y me haría un gran favor posteriormente). De las 12 horas de vuelo dormí unas 6 y las 6 restantes las perdí principalmente viendo In Time y Other Earth pero las gané con las comidas y refrescos que repartian las azafatas de Air Europa.

Aterriza el avión, recojo la maleta y conforme me acerco a la salida de pasajeros se oyen cánticos y gritos carnavalescos de personas que esperan a sus familiares tras largas temporadas de esperas y me sumerjo en una marea de taxistas que me ofrecen llevarme a la ciudad. Mi objetivo, encontrar a mi primo entre la multitud de pancartas y silbatos. Una vez localizado, al taxi y a su barrio.

Mi primera acción en Perú se redujo a arreglarle la wifi, ya que había perdido la contraseña en un formateo del pc. Fácil, su instalación la realizó mi propia empresa.

Una vez arreglado, a la cama, tendremos que levantarnos como tarde a las 4 am para coger un avión a las 6 am.

2º Etapa: Viaje Lima - Cuzco
Sábado, 31 de Marzo de 2012, 4:50 am. Abro los ojos, palpo el sofá que tenía como cabecera hasta dar con mi móvil. La última vez que cerré los ojos esa noche eran las 3 de la madrugada.


Rápidamente me levanté de un salto, corrí hasta la habitación de mi primo y le desperté diciéndole que no llegábamos al vuelo de las 6. Mientras llamaba al taxi, finalicé mi maleta pequeña con toda la ropa que necesitaría en Cuzco

- Lo más rápido posible al aeropuerto - le indicó mi primo al taxista mientras salíamos corriendo por su portal. - En cuanto tiempo puede llegar allá?
- Estaremos en 20 minutos.
- Creo que podemos llegar, corra.

Salimos disparados del taxi esquivando coches por el incipiente caos de calles y carreteras limeñas, dejando propina por no disponer de cambio y no pararnos a recoger las vueltas y nos dirigimos a la mesa de facturación de Peruvian Airlines para recoger nuestros billetes. Eran las 5:40 y corríamos por los pasillos del aeropuerto rezando por que no nos parasen mucho tiempo en el control policial. Y... llegamos al avión.

Tal y como llegamos a nuestros asientos, habiendo subido las maletas y antes de despegar, nos dedicamos a tomar aliento y a descansar. El primer objetivo ha sido cumplido.


Nada más aterrizar buscamos nuestros nombres en el pequeño y peligroso (por su situación geográfica) aeropuerto de Cuzco, Teniente Alejandro Velasco Astete.

Willy, el responsable de la agencia con la que recorreríamos parte de la sierra andina, nos esperaba y nos dió los primeros consejos sobre el mal de altura: No correr ni realizar esfuerzos físicos bruscos, evitar sofocarse, no tomar (beber alcohol) en las primeras 24 horas ni mantener relaciones sexuales y evitar comidas copiosas puesto que las digestiones a tanta altura son mucho más lentas. 


Llegamos al hotel tan pronto que nos prepararon una habitación temporal para poder descansar mientras se libraba la nuestra, no sin tomar antes un mate de coca que nos ayudase a adaptarnos a la altura.


Tras haber dormido unos minutos que no llegaron a horas, decidimos preparar las mochilas y patearnos parte de Cuzco antes de que nos pasen a buscar al mediodía y de esta forma conocimos la Plaza de Armas (plaza principal en las ciudades peruanas) con su catedral y su curioso Starbucks. 



Continuamos hacia el barrio de San Blas, viendo nuestra primera alpaca y la famosa piedra de los 12 ángulos, pasando por la plaza de San Blas donde se celebraba un mercadillo de artesanía con sus figuras de madera talladas y mantas de una densidad cromática que ya quisieran poder reflejar la mayoría de las cámaras de fotos actuales. 


Seguimos paseando por calles estrechas hasta llegar al mercado de San Blas, medio vacío y especializado en verduras y frutas. 


No pudimos resistirnos a tomarnos un delicioso jugo de "nosecuantas" y "nosecuales" frutas en uno de los puestos, acompañados de una sonriente cusqueña. Vosotros mismos podéis dar fe:




Bocadillos de queso y pollo para comer en el mismo lugar para continuar nuestra caminata de vuelta hacia el mercado de San Pedro, muchísimo más grande, con gran variedad de productos textiles y alimenticios, donde pudimos tomarnos unos pequeños tamalitos y charlar con los lugareños.

Destacaré la cantidad de carne que se vendía en ese mercado. Pollos y cerdos en gran medida, que seguro que fueron alimentandos de una forma mucho más natural que los nuestros pero con unas condiciones de conserva casi o completamente nulas. No pretendo hacer de esta entrada de blog un album de fotos, sin embargo pienso que este hecho he de ilustrarlo.


Llegó el mediodía y nos recogieron en el hotel para llevarnos a la excursión programada por los templos de los alrededores de Cuzco: Qoricancha, Sacsayhuaman, Tambomachay, Puca Pucara y Qenqo.

Lo primero que hay que tener en cuenta de la cultura Inca es que, si bien fueron unos arquitectos excelentes que incluso a día de hoy no se sabe cómo se pudieron realizar gran parte de sus edificaciones con las limitaciones de la época unido al desconocimiento de elementos que consideramos básicos como la rueda, no desarrollaron lengua escrita. Por lo tanto, las historias que se conocen de la cultura andina fueron transmitidas de forma oral hasta que los historiadores empezaron a plasmarlas en papel, tras la llegada de Pizarro. Esto implica una posible inexactitud en la datación de los hechos y, sobre todo, una libertad a la hora de escribir los nombres de cada uno de los lugares de los que voy a hablar.

Por otro lado, la cultura andina comercializaba mediante el trueque y los elementos dorados y plateados se utilizaban con un fin totalmente ornamental en construcciones dedicadas a dioses o monarcas, sin un valor definido como pertenencia. Tras la llegada de Pizarro, los incas no entendían el afán de los españoles por profanar templos para recoger la mayor cantidad de oro y plata posible, muy apreciado en Europa. Esto ha sido motivo de disputas sobre la "ética" de los españoles a lo largo de siglos (e incluso todavía genera odios). Si bien es cierto que actualmente se puede considerar un abuso de poder, en aquella época de conquistas, desgraciadamente, las civilizaciones se aplastaban literalmente entre ellas con el fin de dominarse, rigiéndose por la ley del más fuerte, que no la del más inteligente o arquitectónicamente ágil.

A partir de este orgullo sobredimensionado se libran multitud de batallas cuyos botines se cargan en barcos que terminan en los fondos marinos por diferentes motivos, desperdigando las riquezas a lo largo y ancho del globo esperando ser descubiertos por algun cazatesoros. El debate se sitúa entonces en saber hasta que año hemos de remontarnos para hacer llegar estos tesoros a su dueño (obviamente imposible) o a la persona o entidad con vida más cercana al mismo.

Otra opción consiste en eludir los conflictos armados intentando esconderse entre la naturaleza llevándose consigo la mayor cantidad posible de los preciados metales. Si ya son numerosos los tesoros hundidos, se les debe unir los que fueron diseminados por montañas y junglas de la zona y que muy probablemente se encuentren bajo unos cuantos metros de tierra. Estas huidas provocaron la famosa búsqueda de El Dorado por todo el continente sudamericano y sigue siendo un misterio. De esto hablaré más adelante cuando describa mi visita al Machu Picchu.

Por último y como anotación, la palabra inca designa a un solo hombre, el monarca. Por extensión, a la cultura desarrollada bajo el mandato de todas las generaciones de incas se les llamó cultura de los incas o cultura inca. Lo más correcto sería denominarla cultura andina.

La primera visita que realizamos, en la misma ciudad de Cuzco, fue el llamado Qoricancha.

Estas edificaciones en honor al Sol han sido realizadas con un cuidado exquisito. Unos muros extraordinariamente pulidos mediante fricción con arena y encajados unos con otros mediante la técnica de macho-hembra (similiar a los enchufes).

En la parte exterior se conserva un jardín en el que antiguamente había colocadas diferentes estatuas de plata. Utilizando como base la parte que aún quedaba en pié de las construcciones incas y preincas, se edificó en 1539 el convento de los dominicos, que fue destruido por un terremoto más adelante y reedificado en 1680 de nuevo.

Hasta hoy en día la gestión de la visita a las ruinas incas se lleva a cabo por la congregación de los dominicos y la totalidad de la recaudación es dirigida a la Iglesia, por lo que la ciudad de Cuzco no recibe ningun porcentaje de la entrada de forma directa.

Tras pasar la puerta del convento accedemos al claustro donde se mezcla el arte hispano con la arquitectura inca y una pieza en oro tallado donde se explicaba con dibujos de forma esquemática los dioses y la importancia de la dualidad, así como los tres mundos en los que se dividía la Pacha Mama o Madre Tierra.

Centrándonos en la arquitectura inca, las distintas salas se diferenciaban según su función, ya fuesen para sacrificios o observatorios astronómicos. Es importante destacar que todas las construcciones se realizaron de forma trapezoidal, para tener mayor resistencia a los sismos y que en ellos prima la simetría y exactitud matemática. Por poner un ejemplo, las ventanas de las habitaciones contiguas estaban alineadas entre sí, a la misma altura, con la misma forma y con el mismo tamaño exacto.

Explican el inca Garcilaso, que las paredes estaban cubiertas de oro. Obviamente, este oro fue extraido a la llegada de los españoles.

Continuamos la visita subiendo a Sacsayhuamán, a 3500 metros de altitud sobre el nivel del mar.


En un principio se pensaba que esos muros en zigzag característicos de Sacsayhuamán correspondían a una fortaleza, pero esta idea se ha descartado, entre otras cosas por no estar cerrada consigo misma.

En realidad la finalidad de Sacsayhuamán sigue siendo un misterio. El nombre significa Halcón Satisfecho, y tampoco es que aclare mucho la finalidad de la construcción. Es probable que la palabra Halcón no sea totalmente correcta y se utilizase para designar a lo que realmente eran cóndores. Una de las teorias contempla la posibilidad de que este terreno estuviese dedicado a los cóndores que representaban el mundo superior de la Pacha Mama. Los cóndores eran considerados como mensajeros entre el mundo superior y el medio, ya que podían volar y posarse en la tierra.

El animal que representaba al mundo medio, el terrenal, era el puma y el representante del mundo inferior, la serpiente. Para los incas el ciclo de la vida espiritual era desde abajo hacia arriba. Como curiosidad, la ciudad de Cuzco tiene forma de Puma.

Es importante observar algunos detalles de estas construcciones. El primero es que las rocas utilizadas son de mucho mayor tamaño que las del templo Qoricancha.

Al principio se pensaba que las enormes rocas fueron trasladadas desde una cantera que producía el mismo tipo de piedra situada a 32 km, pero posteriormente fue descartado ya que los incas no conocían la rueda y desplazarlas con troncos o trineos era imposible. El peso de la piedra quebraba los maderos o los hundía en el terreno. ¿Cómo trasladaron las rocas entonces? La respuesta más fácil es la correcta: se edificó sobre la propia cantera.

El segundo detalle es que estas piedras no están tan trabajadas como las del templo anterior. ¿Razón? Las rocas se pulían mediante rozamiento con arena como ya expliqué. Para ello las ataban y las arrastraban por el suelo, rotaban la piedra y seguían arrastrando y así hasta completar todos los lados. El transporte incluía el pulido. Que las rocas no estén pulidas es otra prueba de que se edificó sobre la propia cantera, lo que elimina la fase de traslado.

Además de estos muros se conservan también la base de una torre de vigilancia.

¿Qué pasó en este terreno? Tras la llegada de los españoles a Cuzco, se produjo una gran batalla en esta pradera donde murieron muchísimos incas. Los españoles poseían armas de fuego para contrarrestar las armas artesanales de piedra de los incas.

Cuenta la leyenda que tras la batalla, Pizarro encargó capturar 7 cóndores y los llevó a la plaza de armas de Cuzco. Allí convocó a todos los ciudadanos, que presenciaron la decapitación de los 7 cóndores. Esto significó la victoria de las tropas españolas sobre las creencias de los incas.

Posteriormente, parte de las rocas se tiraron ladera abajo para que rodaran hasta Cuzco. Con ellas se comenzaron a edificar las casas coloniales de los conquistadores. Este uso estuvo permitido por el ayuntamiento de Cuzco hasta 1930.

Lo que vemos es aproximadamente el 20% del total construido.

Nos dirigimos al siguiente templo, Tambomachay, "dedicado al agua" y ubicado a 3700 metros de altitud.


Se considera Tambomachay como el paso obligatorio para el acceso a la ciudad de Cuzco por las rutas andinas. Estas construcciones están formadas por bloques de piedra de menor tamaño, apiladas de una forma más descuidada y sin pulir.

Erróneamente se denomina a Tambomachay como un templo dedicado al agua, debido a la fuente tan particular que protagoniza la fachada. Se cree que esta edificación tenía por objetivo utilizarse para limpiarse tras los largos viajes a la ciudad sagrada de Cuzco como símbolo de respeto.

Como en las edificaciones anteriores, Tambomachay tiene sus particularidades. La fuente no ha dejado de manar agua desde que se construyó, aunque posee un gran número de bacterias por lo que si se bebe, lo mas probable es que siga depurando a las personas, tanto espiritual como físicamente.

Tras la caida de agua superior, de alrededor de un metro de altura, el agua se divide en dos ramales por los que fluye exáctamente la mitad del caudal en cada uno de ellos. Está comprobado que, si se ponen dos cubos idénticos en cada lado, se llenan al mismo tiempo.

Es un claro ejemplo de la importancia y el dominio de la simetría en las construcciones incas y una prueba de que actualmente no somos lo suficientemente inteligentes como para encontrar la forma con la que lo conseguían utilizando los medios de los que disponían.

Enfrente de esta edificación se ubicaba una nueva torre de vigilancia que dominaba la ciudad de Cuzco.

Nuestro siguiente destino se llama Puca Pucara, en el que apenas nos detuvimos.


En el siglo XIX, cuando se excavó esta fortaleza, la llamaron "fortaleza roja". Probablemente era una de las muchas estaciones en las que se relevaban los mensajeros, se almacenaban ropas o se daba albergue a militares, peregrinos, viajeros o comerciantes. Quizá fuera un punto de control en el camino hacia las fuentes sagradas de Tambomachay.

Por último, nuestro último "templo" visitado fué el laberinto de Qenqo.


Este curioso lugar parece un santuario dedicado a la Pacha Mama. Consta de una plaza en la que, lo más probable, se debieron realizar ceremonias en presencia de ídolos o momias, dado que está rodeado de un muro con 19 nichos.

Sobre una superficie elevada por rocas se levanta un monolito de 6 metros que se desconoce lo que representa y que fue destrozada por los españoles durante la "extirpación de idolatrías".

Accediendo por un lateral, se encuentra un tunel cuya entrada dicen que representa un útero. Siguiendo el camino bordeando las enormes rocas llegamos a una nueva plaza donde podemos entrar a un nuevo tunel que nos conduce a una sala bajo una piedra con una gran mesa de piedra.

Siguiendo con la tradición de las peculiaridades, esta mesa se mantiene a una temperatura constante de 2º centígrados. Esta característica la hace idonea para usarla como mesa de sacrificios o de embalsamamiento y dispone en un lateral de un canal en zig zag que probablemente se usaba como conducto para hacer correr la sangre de las víctimas.

Además hay dos prominencias cilíndricas sobre un pedestal oval, orientadas hacia el norte magnético y conocida como "piedra para amarrar el sol". Posiblemente con finalidad astronómica.

Y hasta aquí la ruta de los templos. Cogimos el autobús de vuelta a Cuzco y nos fuimos, desesperados, a tomarnos algo de cenar.

Haciendo caso omiso de las recomendaciones de nuestro guía, pedimos dos sopas criollas, un cuarto de pollo broster, una brocheta de anticucho (corazón de rés) y una jarra de chicha morada (una especie de cerveza de maíz).

El camarero nos sorprendió con dos platos gigantes de sopa, dos brochetas de corazón de res con su guarnición de arroz y ensalada y la mitad trasera de un pollo broster con sus acompañamientos. Comimos hasta hartarnos y tranquilamente podríamos habernos llevado los restos para desayuno, comida y cena del día siguiente, pero al pedir la cuenta: 55 soles, es decir, menos de 15 euros. Menos de 15 € los dos.