28 de febrero de 2013

Por Santiago matamoros y cierra España

Contaban las crónicas de hace centenares de años que allá por el año 844, exactamente el día 23 de mayo, posiblemente un martes, tuvo lugar la batalla de Clavijo entre cristianos y musulmanes por la defensa o conquista, dependiendo del bando escogido, del territorio riojano. 

Dirigía las tropas cristianas el rey Ramiro I de Asturias, quien se negó a seguir pagando tributos a los emires árabes, con especial hincapié en el tributo de las cien doncellas. Recordemos por un momento aquella frase que rezaba, no sin cierta razón, que España es Asturias y lo demás, tierra conquistada, y con este concepto parcial de la futura España, puesto que el país estaba todavía sin formar, se derramó la sangre de ambos bandos en las cercanías del pueblo riojano de Clavijo, tierra de vid, olivo y cereal. 

En aquella época las batallas no solo adquirían importancia por el territorio ganado o perdido sino que era la forma común de demostrar el poder de un pueblo y las consecuencias herían los sentimientos fuertemente arraigados en la cultura contemporánea representados por palabras como honor, valentía, deshonra y humillación. 

Por defender estos sentimientos o evitarlos, los soldados se unían apoyándose entre ellos con verdades y mentiras y se solía incorporar a esta comunidad la bendición divina de rigor, de Dios o de Alá, que no dudaban en fortalecer las líneas de cada bando como quien convierte una ficha en una dama por llegar al final del tablero. 


No tan descarado como en las batallas griegas donde se medían las fuerzas héroes y deidades varias, quiso Dios por iniciativa personal colocar en esta batalla un caballo blanco más en las líneas cristianas, color de las fichas con las que jugaba en ese instante, detrás de la línea de los pobres peones con los que soñaba en ese momento y con los que lucharía Ramiro I al día siguiente. 

Aquel caballero designado fue ni más ni menos que el mismísimo Santiago Apóstol, también llamado Santiago el Menor, que le indicó al pobre Ramiro que le pidiese ayuda en el momento de la batalla que tendría lugar pocas horas después. 

Comenzada la batalla, aceros de distintas formas y filos cortaron las palabras, el aire e innumerables vasos sanguíneos y en mitad de la batalla se oyó la voz de la invocación al unísono en las tropas de la cruz similar a aquel "Liberad al Kraken" que tomaba la siguiente forma "Dios ayuda a Santiago". Y con estas palabras mágicas llegó el caballero, clavando espuelas y arremetiendo contra los enemigos cortando cabezas por doquier, con el actual sombrero de peregrino y su conocida vieira anudada al cuello, dando la batalla por vencida y arrasando a las tropas moras que constaban de cinco mil efectivos, titular arriba titular abajo. 

A partir de entonces Santiago tomó un nuevo título: Santiago Matamoros. Y más adelante otra frase histórica: "Por Santiago y cierra España". 

Haciendo honor a esta gesta y a la ayuda prestada, se formó la orden de caballeros de Santiago y se instó a las tropas a peregrinar en dirección a la tumba del apóstol descubierta en el año 813 en el lugar donde hoy se levanta la catedral más internacional del país. 

En aquellas filas trabajaba tenazmente el soldado Pelayo, un joven que sobrevivió a la gesta pese a los problemas encontrados. Todavía impresionado por los hechos, corrió hacia su casa para reunirse con su esposa y contarle de forma verbal, ya que eran pocos los agraciados que sabían escribir, el episodio que acababa de presenciar. 

INT. NOCHE. CASA DE PELAYO E ISABEL 

 Se oye un golpe de nudillos rápido en la puerta e Isabel se apresura a abrir 
ISABEL
 ¿Quién es? 

PELAYO 
Abre Isabel, ¡rápido! 

Isabel abre la puerta rápidamente y salta sobre Pelayo, que camina con dificultad por el peso de Isabel y sobretodo de su armadura. 

ISABEL 
¡Pelayo! Dios mío, ¡estás vivo! !la batalla fue muy sangrienta! 

 PELAYO
Claro pequeña, hace falta mucho más para acabar con la vida de tu amado. Ten cuidado con tus ropas, se están manchando. 

ISABEL 
Al diablo mi vestido, ¿cómo ha sido? ¡Eran muchísimos moros! 

PELAYO 
Toma asiento que te lo cuento. 

Isabel toma asiento rápidamente y Pelayo le explica la historia con alta gesticulación. 

PELAYO 
Pues allí nos acercamos, con su majestad a la colina. Enviamos a David, que en paz descanse, como portavoz hacia la mitad del prado y cuando llegó el enviado árabe, éste, sin mediar palabra alguna, desenvainó su acero cortándole de un solo golpe la cabeza. 

 Isabel agacha la cabeza como símbolo de pena. 

PELAYO 
Ya nos lo advirtió su majestad: "Antes de que los cabellos rubios toquen el suelo, señal de que la batalla tendrá lugar, gritaremos a la vez Dios ayuda a Santiago" y así lo hicimos, cargando instantes después contra las tropas que se acercaban a gran velocidad hacia nosotros y de repente, una sombra blanca pura, sujetándose el sombrero y con una concha al cuello, nos adelantó a todos sesgando pechos, brazos y piernas de tres en tres por cada uno de sus espadazos dejando un camino de cuerpos inertes tras de sí que nos guio hacia la gloria en escasas horas. 

ISABEL 
(incrédula) 
¿Es cierto esto? ¿Con ayuda del apóstol? 

PELAYO 
Por supuesto, querida, le tomé una instantánea en mitad de la batalla, mira: 

  

ISABEL 
Pero eso no parece una instantánea, Pelayo, es más parecido a una pintura. 

PELAYO 
Ya sabes, los filtros de Instagram.

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