23 de enero de 2006

Recuerdo aquello que no viví

Ahora que es más tarde que pronto te diré lo que en mi vida contigo no se llegó a cumplir y, sin embargo, guardo y abrazo aquellos momentos como mis más bonitos recuerdos. Expongo, sin ganas de ofender, pero por no callarme de pena, algunas vivencias no vividas, aquellos pasados por pasar y que seguramente a tí te gustaría poder recordar. Quizás contestes, sin venir a cuento, que te gustaría que se repitiese lo que nunca pasó por primera vez, como si no hubiese pasado el tiempo o, triste de ti, pudieses manejarlo con el mismo antojo con el que lo hacías conmigo. Sin embargo estas son las historias que antes de tejerse desihiciste tirando del hilo creyendo jugar con aquello que ni siquiera debiste llegar a tocar.

(Continuará..... o continuó)

02 enero 2006
No obviaré detalles, escribiré según me acuerde de esos segundos que cambiaron mi vida y es posible que te la cambien a tí. Quizás no te acuerdes de aquel día que, perdidos, pasamos aquella noche en la orilla de un rio que acababa de nacer en las montañas, sentados en una piedra mirando a las aguas. Nunca pensamos en la necesidad de ser encontrados, al contrario, nunca nos sentimos tan acompañados estando tan solos.

No creo que recuerdes el momento en que viste en el río un lienzo en el que pintar, y así, cogiendo una rama del suelo, tocaste el agua con un extremo y empezaste a dibujar montañas que se perdían con el paso de la corriente.

Buscaste las estrellas, como terminar aquel paisaje incompleto que parecía vivo por el movimiento y hallaste la solución acompañada de un deseo. Soplaste un diente de león, esparciendo tus estrellas por el cielo improvisado.

Tras unos segundos sin encontrar una forma de pintar la luna me miraste y me dijiste con una sonrisa:
- Supongamos que la luna no se ve, hay luna nueva

-Lo más dificil de pintar ya estaba en tu cuadro - Te contesté, girandote la cabeza para que vieses tu reflejo en el río - Esta noche tenemos la más bella luna llena

25 julio 2006

Recuerdo con entusiasmo tu sonrisa, como te conformabas con cualquier cosa, como mirabas a lo más profundo del corazón y sobre todo, como me lo demostraste.

Aquella navidad quise comprarte el mejor regalo que pudiese encontrar y llevaba tiempo buscándolo. Mi error fue no tener en cuenta lo sencilla que eras, tal vez tu mejor cualidad, al menos la que más me gustaba de ti.

Notaste mis intenciones como si fuese un mal jugador de poker y, asustada, buscaste una forma de impedirme que comprase algo excesivamente caro.

En el momento que me decidí a comprar tu regalo, fuí a la tienda a comprarlo y cuando estaba dispuesto a pagar, abrí mi chequera viendo que todos y cada uno de los cheques estaban firmados por tí y en el apartado del valor indicaba: "Te quiero"

No solo me impediste pagar al no tener cheques, sino que me hiciste que valías mucho más que lo que yo jamás podría comprar.

Seguro que no te acuerdas, pero para mí fue una de las mejores demostraciones de que el amor no se compra con dinero, como mucho lo que te cobra es unos cuantos "te quieros".

Afirmaré rotundamente lo bonito que este amor podria haber llegado a ser con la misma insistencia con la que no me animaste en mis malos momentos.

Aquellas frases que no dijiste y que por ello no te pude nunca agredecer que me dijeras. "Insiste aunque sea imposible, nunca luchar por una meta fue una estupidez. Mira como el mar intenta robarle las estrellas al cielo con sus olas y aún así no hay noche que no lo intente" , "No hay peor defecto que ser el mejor en algo y por ello no hay gente mejor que nadie, en todo caso peor" o incluso "Gracias"...

Y al final... lo mejor de todo es que a mí me queda un buen recuerdo y a tí, lo más seguro, ganas de haberlo vivido como yo lo hice. Es por eso que termino esta carta el 14 de febrero, día de los enamorados y de las palabras románticas, dándote las gracias puesto que estas historias, sin tí, seguramente ni siquiera las hubiese podido recordar.

Mis más sinceros deseos