14 de julio de 2008

Cómo saltar descalzo en Melbourne sin que te pillen

Lo primero que tengo que decir es perdón por no escribir tan a menudo como antes... incluso me ha surgido una sustituta inesperada para deleite del personal.

Sonará como una excusa tonta contaros que no he tenido mucho tiempo libre para escribir, pero es la razón principal (junto con la falta de ideas, claro está). Desde que el blogger Svaj Malizo se ha presentado en Madrid ha dado tiempo junto con su hermana y amigos a aprendernos las claves, a salir a rumbiar y a comer arepitas de cazón, carne mechada y empanaditas de queso junto con un sabroso jugo de maracuyá o fruta de la pasión, pues. Y todo en apenas dos días y medio.

La fruta de la pasión, si es verdad, compraré un kilo cada dos días

La película colombiana que fuimos a ver, el origen de muchas de las expresiones que usamos ahorita, fue Satanás. En esta película se retratan vidas paralelas de una carnicera, una señora un tanto loca con incontinencia, una estudiante de inglés, su profesor exmilitar y de un cura (padresito, padresito, ¡una monedita por favor!). Si tenéis tiempo de verla, os la aconsejo, me encantó el final.

Después de unos pequeños desfases, el sábado retomé mi vida sana, la que acababa de abandonar días atrás y comencé por dormir hasta las 11 de la mañana, que no supuso problema alguno, comer en un local venezolano (El Güero, calle Inmigrantes 4, metro Canillas), volver a dormir otra vez una buena siesta, aparecer por el gimnasio, tras un parón de tres días sin hacer ejercicio y tumbarme en el sofá a ver algún episodio de Dexter mientras mi parrillada de verduras compuesta por calabacín, berenjena y zanahoria estaba digiriendose tranquilamente en mi estómago. Ni que decir tiene que, acabado Dexter, el tostón que puede resultar la televisión de los sábados por la noche provocó que me quedase tan dormido que ni siquiera me planteé seguir rumbiando la noche del sábado.

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No harto de mi vida sana de ayer, esta mañana me desperté pronto, a las 10, recogí la casa y después de una ducha y un desayuno ligero, preparé una botella de agua y mi casco dentro de una mochila.

Una gorra, gafas de sol, la cartera, el móvil, una cámara de fotos por si encontraba algo, el reloj, las llaves de casa (bendito invento los piratas multibolsillos) y la bici. Me puse a pedalear calle abajo hacia la M40.

Es una gozada andar en bici por Madrid siempre que hay un puente o en verano. La gente abandona la ciudad y hay mucho menos tráfico y el sol acompaña. El único problema es el exceso de sol.

Apenas hacía sol, como podéis comprobar

Tras llegar desde mi casa hasta el parque Juan Carlos I sudando a más no poder pasé una hora y media dando vueltas por el recinto, refrescándome en el puente de agua pulverizada y pasando por los chorros de agua fría.

Me encanta este parque, la gente paseando a sus perros, familias tomando el sol y comiendo en el césped, padres jugando con con sus hijos volando cometas o enseñándoles a patinar (en un par de ocasiones dos pequeños se comieron el suelo de un bocado gracias a sus patines en línea). Pero una de las cosas que más me sorprendió fue la fauna que te puedes encontrar en el canal que atraviesa el parque.

Más de una vez se ha hablado de que en este canal hay hasta cocodrilos. Se comenta que mucha gente no es capaz de seguir cuidando a su mascota, normalmente reptiles y peces, y los sueltan a vivir en el canal. Y hay una colonia, una auténtica colonia de tortugas tomando el sol.

Para muestra este botón:

Tortugas que pretenden ponerse morenas

De vez en cuando encuentro más evidencias de que el mundo está al revés, o soy yo el que está cabeza abajo, como diría Fito.

Me encasqueté mi iPod de nuevo y retorné a mi casa escuchando a Jack Johnson, del que hablaré algún día largo y tendido, precisamente con una canción cuyo videoclip se grabó al revés, y para ello Jack tuvo que aprenderse letra y acordes de su propia canción al contrario.



Si alguien sabe algún blog sobre algún español viviendo en extranjero, me encantaría leerlo, así que, por favor, pasádmelos.

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