1 de febrero de 2011

Entre pitos y flautas, Mozart.

Rodrigo Cortés me ha picado. 

Ayer, a Rodrigo Cortés, director de la exitosa "Buried", se le ocurrió plantear una historia un tanto extraña a sus seguidores sobre Wolfgang Amadeus Mozart. Muchos fuimos los que dimos ideas para pasar un rato divertido y hasta se propusieron títulos como "Wolf! Gang! Bang". 

Esta vez, Mozart se defiende del ataque de los vampiros como puede, liderados, posiblemente por su archi enemigo Salieri. Para ello, Mozart cuenta con un arma muy potente que se esconde dentro de una pequeña pelotita similar a un huevo de Fabergé y que se lanza contra el contrario accionando un simple mecanismo. Este arma es una especie de mascota de forma similar a un pollo al que ha bautizado como Papageno.

A mi me entraban las ganas de actualizar el blog por momentos, y era una buena oportunidad, pero claro, eso sería robarle parte de la historia al señor Rodrigo Cortés.

Aún así, no me iba a quedar con las ganas de escribir. Me desplacé en la historia a un momento que quizás Rodrigo no se había planteado. Intentaré darle el formato similar a un guión, aunque blogger no me permita usar el "oficial", y mil perdones a los puristas si fallo como aficionado en mi primer amago de guión.

 

Se acercan las 7 de la tarde. Leopoldo busca a su hijo Wolfgang por toda la casa. Wolfgang se esconde en el retrete comunitario de la casa.

LEOPOLDO
(nervioso recorriendo la casa)
Wolfgang?! Wolfgang?! Por Dios, ¿dónde te has metido?

WOLFGANG
(susurrando, mientras piensa)
Si... la...sol... no, sol sostenido... eso es, sol sostenido

LEOPOLDO
(aporreando la puerta)
Wolfgang, ¿qué haces ahí? ¡llevas horas! Maldita sea.

WOLFGANG
(continúa susurrando)
Si, la, sol sostenido, la... la.... ¡do! perfecto. ¡¡Ahora voy padre!!

LEOPOLDO
Abre la puerta ahora mismo, Wolfgang

WOLFGANG
(apurado)
¡Un momento!

LEOPOLDO
¡He dicho que abras!

WOLFGANG
(abriendo la puerta y recogiendo papeles por el suelo)
Ya está, ya está, ya salgo, tranquilícese, padre.

LEOPOLDO
¿Se puede saber que hacías ahí dentro, Wolfgang? con tanto papel, déjame ver.

WOLFGANG
No, no está terminada, no...

LEOPOLDO
(arrancándole de las manos los papeles a Wolfgang)
¡Trae!

(Leyéndolos)
Aja... muy bonito... turca, ¿marcha turca? ¿pero donde tienes la cabeza? ¿a esto te dedicas? Se me ocurren mejores sitios que un retrete comunitario para componer, la verdad. ¿Y este dibujo de aquí? ¿Un pollo gigante?

WOLFGANG
(nervioso e ilusionado)
¡¡Ese es Papageno!! Es genial, es un hombre pájaro, y tiene.. y tiene... bueno todavía lo tengo que escribir, y dibujar, pero es una historia muy buena. Tendrá una protagonista a la que persigue, y se rodeará de un mundo fantástico, y...

LEOPOLDO
(cortando a Wolfgan, enfadado)
Papageno... Papageno... Pa... pamplinas, ¿en qué tienes la cabeza Wolfgang? ¿Te burlas de la música?

(cogiendo de los hombros a Wolfgang)
Wolfgang hijo, la música es una cosa muy seria, la gente se emociona, entristece o se alegra escuchando grandes obras que se compusieron con gran dedicación, ayudados por clavicordios, pianos, órganos, gran cantidad de instrumentos, cuidando cada uno de los detalles y rozando la perfección. Horas, horas y horas, pensando cómo resolver un final, un enjambre de ligados, puntillos, ritmos, matices, tonalidades, voces!!! Una gran obra, Wolfgang, no es un juego de niños como tú. Los niños inventan historias sin sentido como diversión, escapando a la realidad. Una ópera, teatro o juego de marionetas como ese estúpido pollo, Papaneto, o como se llame...

WOLFGANG
(interrumpiendo)
Papageno

LEOPOLDO
(cortando a Wolfgang)
Lo que quieras, un pollo no refleja emociones que la gente pueda sentir. ¿Cómo expresarías el amor, el odio, la amistad, la desesperación, la ilusión o la cobardía con un muñeco de pico rígido y que se mueve a trompicones, Wolfgang? No pierdas el tiempo con historias de críos que no llegan a ninguna parte. Estás creciendo, Wolfgang. A tu edad deberías interesarte más por la realidad que andar jugando. No te puedes dedicar a clavar cáscaras de pistachos y cacahuetes a una patata toda tu vida. Es divertido, pero ese señor don patata no te dará de comer ¿No te parece?

WOLFGANG
(triste y girándose)
Lo entiendo...Está bien, está bien. Lo aparto. Seguramente tenga razón, padre. Es una idea demasiado infantil. Debería dejar de lado los cuentos y los juguetes...

Wolfgang se aleja por el pasillo. El reloj de cuco marca las siete de la tarde.

LEOPOLDO
(sonríe, pero al oír al cuco se le ocurre una idea y se marcha susurrando)
Juguetes... hummm... sí.. ¿por qué no completar la orquesta, con juguetes? ¡Ese reloj de cuco encajaría a la perfección! Oda a los juguetes, o mejor aún, sinfonía. Sí, mejor sinfonía de los juguetes. ¡Oh!

(buscando a Wolfgang de nuevo)
¡¡Wolfgang, Wolfgang!! ¿Dónde tienes tus silbatos? ¿Me los dejas?

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