11 de mayo de 2015

Bali 2015: Medewi (parte 3)

Budy al volante y nosotros comentándole el caos de los vuelos de ida. Era una sensación de tranquilidad estar en el coche, pero seguíamos nerviosos porque era posible que no llegásemos a Medewi, no obstante le pedimos que se arrimase un momento a una tienda para poder comprar algo de cenar y de beber.
El calor húmedo se dejaba notar cada vez que abríamos la puerta o la ventanilla y el aire acondicionado siempre estaba al mínimo de temperatura y al máximo de potencia. La sensación de entrar al coche era similar a la de entrar en una nevera.

Budy se metía por callejones y nosotros contábamos cabezas de las figuras que había prácticamente en todas las esquinas, relacionadas con los dioses balineses. Un monstruo con grandes colmillos, maquillado y con cuerpo humano sujetando una lanza era algo vulgar en comparación con otras figuras, en las que se multiplicaban las cabezas, los brazos, los pechos y se cambiaban de lugar entre sí. La expresión "unos pechos como tu cabeza" cobraba sentido literal en este caso, donde los pechos tenian cara e incluso más dientes que la verdadera cabeza de la estatua.

Apenas había luz en las calles, solamente las motos o los coches iluminaban un asfalto lleno de baches y casi sin pintar. Todos frenábamos cuando veíamos un coche defrente excepto Budy, que se limitaba a pitar como se suele hacer en todo el este asiático. Te puedes choca, te puedes caer pero nunca dejar de pitar.

A la 1 de la madrugada abandonamos la carretera por una calle que apenas tenía edificios. Llegamos hasta el final y nos vamos a la recepción de los Medewi Cottages que hay pegados a la playa. Se oía perfectamente el mar y los cantos rodados moviéndose y cuando nos dieron la habitación nos señalaron la ola de Medewi, que sin luz se resumía en una mancha blanca al fondo.

Nos acostamos ignorando al ventilador para despertarnos al día siguiente con un sol impresionante. Nada más salir de la habitación para estirarnos vimos la famosa izquierda de Medewi y gente surfeando.


Ahora sí que podemos gritarlo: "A surfear en Nyepi!!!"

Nos pasamos un par de horas en un pico un poco más a la izquierda, entrando en marea alta sobre los cantos rodados, había bastante pendiente por lo que enseguida te ponías a remar y de allí una corriente te dejaba en los picos.

El agua caliente, a unos 28 grados de temperatura. Estabamos surfeando con camiseta y bañador, olas abiertas de izquierdas y alguna derecha cortita y con sitio para todos. Apenas éramos nosotros cuatro en nuestro pico y un par de personas más que se unieron después.

Nos dimos un baño en la piscina del hotel y subimos hasta el final de la calle para desayunar nuestro primer Nasi Goreng*. No había mucho más en el pueblo, que se resumía a esa única calle casi echamos la mañana viendo las olas y fuimos a comer al restaurante del hotel. Por ahora el Nyepi no se nota absolutamente nada.

Nos preparamos de nuevo para ir al agua, esta vez con marea baja. "Total son cantos rodados, unos pocos más que antes, no va a pasar nada". Y allá que fuimos, sorteando pedrolos cada uno por su cuenta y unos más rápidos que otros y todos más rapidos que yo, que iba vigilando donde ponía el pié.

Había llovido y se había creado una riada que llegaba al mar por mitad de la playa. Se juntaba con las olas en la izquierda más famosa de Medewi y le daba al agua un tono marrón por la cantidad de tierra que arrastraba. Aún así nos decidimos a entrar.

Pasamos de piedras secas a piedras humedas, de piedras húmedas a piedras con algas, con lapas y con fantásticos erizos gigantes escondidos en las juntas... entre resbalones avanzaba con cuidado pero llega un momento en que la espuma comienza a cubrirte las piernas y el periodo no te deja ver donde vas a plantar el pié. No es buena idea y menos cuando a Miguel, que caminaba justo delante de mí, se le engancha el invento en una piedra y lo tiene que liberar manteniendo el equilibrio sin golpear la tabla.

Con el agua por las rodillas di media vuelta y volví al muro con algunos cortes en la planta del pie y puntitos pequeños recuerdo de algún erizo que apenas rocé. Poco después apareció André para comentarme la locura y al momento llegaron Javi y Miguel.


Volvimos a la habitación para darnos una ducha y mirar los recuerdos de los pies. Me saqué un par de pinchos con la mano que no eran muy profundos y comenzamos a operar el pie de André, que se había llevado la peor parte y algunos bastante profundos.

Este fue el momento en que empezamos a hablar con nuestros vecinos de habitación en inglés para pedir unas pinzas y más tarde se presentaron sindo él mallorquín y ella ucraniana con un buen nivel de español. Y mientras tanto el pié de André insistía en quedarse con los recuerdos marítimos.

Claro, es Nyepi. ¿Qué significa esto? Que deberías estar en casa, guardando silencio y sin encender la luz. Buscar un médico en esa calle era imposible, clínica ni digamos, así que avisamos a un local que acogió a André en su propia casa y se ofreció a sacar los pinchos.

Os describo el quirófano: Una choza de madera de una habitación con una estantería que tenía bolsas de aperitivos y una nevera cargada de bintangs. Hacia la derecha de la estantería, una familia completa (padres, hijos, nietos, cuñados y cuñadas) entre las que destacaba una chica de unos 16 años con velo amamantando a un bebé y otra chica con facciones europeas embarazada haciendo pulseras de hilo.

En la parte izquierda un par de mesas y sillas con amigos cantando y bebiendo y un divan donde André fue operado entre frases del tipo: "Bebe bintang que esto te va a doler" mientras iluminábamos la zona con la linterna de dos móviles.


Grabamos y fotografiamos la operación. Sinceramente hay videos de ese momento que soy incapaz de verlos al completo y no he querido incluirlos en el video resumen de nuestro viaje.

El doctor cerró las heridas frotando unas hojas y nos tomamos de nuevo una bintang con él y fuimos a cenar al restaurante del hotel, donde tenían miedo a los vigilantes del Nyepi y nos sirvieron de cenar rápidamente y casi a oscuras.

Tras esto fuimos a dar una vuelta y nos encontramos con una fiesta de los locales, donde estaba el doctor y su mujer. Nos tomamos otra ronda de bintangs y un rato más tarde volvimos al hotel.

No amanecimos del todo bien, mis cortes todavía eran incómodos y André también decidió no bañarse ese día. Tras desayunar, esta vez Mie Goreng, nos fuimos a la piscina mientras Miguel y Javi se fueron a dar un baño, esta vez entrando por la playa de arena. No fue un baño espectacular, pero sí lo fue la tremenda remada que tuvieron que hacer hasta llegar al pico.

Obviamente esa tarde decidimos no meternos ninguno. Además empezó a llover así que Javi y Miguel fueron a darse un masaje mientras André y yo aprovechamos para echarnos una siesta (tradiciones por delante). Esta vez fuimos a cenar unas pizzas y a la vuelta aproveché para disparar fotos nocturnas.

Y ahora sí que se puede dar gracias al Nyepi. El día sin luz es el mejor día para sacar fotos nocturnas ya que no hay apenas luz ambiente. Aunque tampoco busqué el mejor sitio para sacar las fotos, me llevé un par de recuerdo como esta:


Javi y Miguel habían visto un bar de bambú en construcción cuando entraban a la playa, así que fuimos a ver si estaba abierto. Se accedía a través de un caminito lleno de trampas, en el que podías caerte por agujeros o quedarte sin chanclas en cualquiera de los charcos. Llegamos a aquella fortaleza y tenemos el orgullo de decir que fuimos los primeros clientes.

Se trataba de una edificación de dos pisos hecha con cañas de bambú con vistas a la playa. Se notaban todos los pasos una barbaridad. Para haceros una idea, estábamos todos tumbados en los pufs y yo daba golpecitos con las yemas de los dedos el lateral del mío. Javi, a 4 metros, pensaba que eran pasos de alguien que se acercaba.

Algo más cara que las anteriores, pagamos nuestras bintangs y nos fuimos para las habitaciones.

Hicimos las maletas nada más levantarnos y desayunamos mientras charlábamos con nuestros vecinos de habitación, Tony e Irina. Esta vez los desayunos fueron más occidentales, banana pancakes, zumos y ensaladas de frutas.

Al terminar el hermano de Budy nos esperaba en la furgoneta. Cargamos las tablas y las maletas y pusimos rumbo a Balian donde pensábamos quedarnos dos o tres días.

Pese a encontrar una habitación para 4 por 400.000 rupias la noche (unos 7 euros por cabeza la noche) las olas no nos convencían, así que decidimos poner rumbo hacia Canggu, pero eso ya es otra historia.

*El Nasi Goreng es una de las dos recetas más conocidas de Bali. Se trata de un arroz frito con verduras y una salsa a menudo picante acompañada de un huevo encima. Al lado es común que te pongan dos rodajas de pepino y una de tomate (exactamente esa cantidad en todos los nasi goreng que tomamos). La otra receta es el Mie Goreng que se trata exáctamente de lo mismo salvo que se sustituye el arroz por tallarines. En este caso el huevo a veces se sirve batido, frito y revuelto entre los tallarines.

No hay comentarios: