7 de octubre de 2009

Adiós a una vida

"Estás raro..."

Es la frase que más estoy escuchando últimamente, no falta de razón, porque reconozco que lo estoy.


Es normal, la gente te pregunta, se interesa por ti y busca a la persona que conocía desde que empezó esa amistad, pero cuando ha habido un cambio en tu vida que no te ha dejado indiferente, te comportas y contestas de una manera poco habitual. Algunas personas son bordes, otras se vienen abajo y comienzan a llorar, otros intentan fingir normalidad y ríen como respuesta a cada frase que les planteas y otros, como yo, simplemente eliminan el desparpajo característico de su forma de hablar para dar paso a una sequedad que llama la atención. Es un ejemplo bien claro de que cada persona es un mundo.

Eva y yo decidimos pegar un salto hacia el mar, pero acordamos no saltar de la mano. El día siguiente de hablar en serio sobre el tema que os comenté (léase Al final del camino) y habiendo tomado una decisión, ambos nos comportamos de una forma más individual, por llamarlo de alguna manera, éramos una pareja sin la complicidad del día anterior.

Bajo nuestro punto de vista, era necesario plantearnos el futuro tanto en pareja como de forma individual. La comodidad que nos daba nuestra estabilidad como pareja, frenaba nuestro ansia de crecer y de enriquecernos de manera personal. Es muy bonito pasarse un día haciendo nada con tu pareja, dar a entender que eres capaz de parar tu vida por ella/él... regalas tiempo, regalas oro (como dirán muchos). Pero hay un tiempo para todo, y no creemos que a nuestra edad debamos parar tanto.

Dicho esto, recogí unas cuantas cosas, las metí en una maleta, me despedí de Eva en la puerta con un beso, con lágrimas en los ojos y llamé a Miles, mi perro. Nos metimos en el coche, respiré y arranqué el motor. Próxima parada la gasolinera y de allí al apartamento de mis padres en la playa. No es tan complicado romper con esta rutina cuando teletrabajas.

Fue la primera vez que pasaba las seis horas de trayecto sin música, manteniéndome en mi carril y echando un ojo de vez en cuando a Miles por el retrovisor. Él también conocía la situación, y hasta juraría que la entendía, puesto que en ningún momento hizo ningún amago de regañarnos.

Hace ya un mes que vivo con Miles en Galicia y he cambiado totalmente mi forma de vivir, por pura necesidad. Aunque Eva y yo seguimos hablando a diario, ya no seguimos las pautas mimosas típicas, las conversaciones son mucho más adultas. No puedo quejarme que Eva ha sido lo más bonito que me ha pasado en la vida.

Bajar a por el pan cada mañana, comprar la comida a diario, pasear a Miles por la arena de la playa, aprender a sostenerme en una tabla y dormir son las actividades que ocupan la mayoría de mi tiempo ahora mismo, pero si hay algo que realmente me llena de satisfacción, es darme cuenta de lo equivocado que estaba cuando pensaba que me conocía a mi mismo.

Con vuestro permiso, me retiro.


1 comentario:

Lhotse dijo...

Habría añadido algo más al título del post: "Bienvenida sea la nueva".

Siento el final de la historia pero...creo que no hay nada más bonito que conocerse a uno mismo y ver de lo que se es capaz. Para eso hay que estar un tiempo en soledad, de la que se pueden sacar muy buenas conclusiones.

PS: ayer vi el mensaje a las 22... ¬¬